Opinión / Noticias / Héctor Rodríguez Castro

19.Mar.2019 / 09:40 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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Una de las estrategias bélicas más antiguas es el estado de sitio. A una ciudad sitiada no se le permite la entrada de comida, agua, medicinas… Nada.

Recordemos el 2012, durante el sitio a la embajada de Cuba en Caracas, un personaje de la derecha radical gritaba, mientras intentaba dejar sin electricidad a la sede diplomática: ¡Se tendrán que comer las alfombras…!

Uno de los puntos más débiles de la civilización contemporánea es la dependencia del fluido eléctrico, sin este servicio no hay luz, telefonía, ni medios de comunicación, el transporte masivo colapsa, las gasolineras se detienen, la banca se paraliza y la población se descontrola en medio del caos.

En un mes sin electricidad, cualquier sociedad contemporánea tendría todas las posibilidades para perecer y pasar al olvido.

El apagón que vivimos desde el jueves 07 de marzo en Venezuela es una expresión más del bloqueo que mantiene EEUU contra el pueblo de Venezuela.

El ataque al sistema eléctrico es de los peores ataque que hemos recibido en toda nuestra historia, un ataque que no fue dirigido al chavismo, sino a todas y todos los venezolanos.

La política de la administración Trump en cuanto a los ciberataques, reseñada por los propios medios estadounidenses, es catastrófica para la humanidad, es ofensiva, violenta y sin ninguna regla.

Citando al New York Times (2018) (…) el ciberespacio se convirtió en lo que el presidente Barack Obama denominó “Salvaje, Salvaje Oeste”, un territorio de anarquía.

El Norte invierte millones y millones de dólares en esta materia, lo funcionarios estadounidenses implantan silenciosamente cientos de miles de redes eléctricas extranjeras, es una realidad.

No olvidemos que de esta manera, Bush y Obama, entraron al sitio de enriquecimiento nuclear de Irán en Natanz con el código Stuxnet.

Fue Hugo Chávez quien nos advirtió de estos peligros, nos señaló con su inmensa sabiduría al enemigo, y como de costumbre, no se equivocó.

A pesar de las graves circunstancias que vivimos, en solo 48 horas, nuestros expertos, profesionales, técnicos venezolanos y venezolanas de corazón Patriota y noble comenzaron a recuperar el sistema.

El pueblo venezolano de nuevo se creció dando ejemplo al mundo de consciencia, de espíritu elevado, de solidaridad y calidad humana.

Ante los problemas, nosotros empezamos a compartir de inmediato lo mucho o poco que tenemos, nos convertimos en familia, hacemos de la comunidad un solo hogar, y nos apoyamos para superar las dificultades.

En esta oportunidad vimos a comerciantes y empresarios que abrieron sus locales, distribuyeron el agua de sus tanques, e incluso hicieron renacer el popular fíao.

Preparamos sopas compartidas, picamos el pan, trasladamos a embarazadas, lloramos con los amigos y hasta reímos de nuestra increíble fortaleza.

Todo nuestro pueblo tuvo un comportamiento de altura, de consciencia superior.

Cada hogar escuchó a su equipo de gobierno, atendió el llamado de nuestro Presidente Nicolás Maduro a mantenerse en sus casas, a confiar en las maniobras de los profesionales, a confiar en las labores de las instituciones, a ayudar con oraciones y confianza en quienes trabajamos sin descanso hasta lograr reestablecer los servicios más fundamentales de cada madre, de cada niño/niña, de cada familia.

Ese comportamiento ejemplar fue tan clave como la labor de los trabajadores de la industria eléctrica, tan clave como la de cada médico que estuvo dispuesto a luchar desde el hospital, la clínica; como el de cada madre cocinera que salió a preparar la comida del Programa de Alimentación Escolar para alimentar a toda su comunidad, la del bombero que atendió cada emergencia y la del policía que nos estuvo protegiendo.

Y cómo no mencionar lo fundamental que fue en esos momentos el tremendo liderazgo del Presidente Maduro, quien, como jefe de Estado, salió de inmediato a atender esta crisis con la firmeza y la humanidad que solo un hijo de Chávez podría demostrar.

Fue gracias a este esfuerzo colectivo que logramos superar en tiempo récord este terrible ataque.

Quedó claro que las/los venezolanos no estamos dispuestos a vendernos a la política del fango, a la política rastrera y cobarde que es capaz de sacrificar vidas por alcanzar objetivos particulares.

Ya a esos que nos provocaron estos días de angustia, dolor y pérdidas para el país les llegará la justicia, porque deben pagar por este ataque criminal.

Mientras la justicia llega, nosotros trabajamos, nosotros nos llenamos con la energía del amor, la energía de la solidaridad, de la paz, del diálogo.

 

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