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15.Abr.2017 / 10:01 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, dos veces perdedor de las últimas elecciones presidenciales en Venezuela, reincide este año en el uso de la violencia como móvil para lograr sus objetivos políticos.

La semana pasada –los días 6 y 8 de abril– promovió el desvío de las marchas de la oposición, convocadas inicialmente en zonas del este de Caracas, hacia el centro, donde se encuentran algunas de las sedes de los Poderes Públicos y donde el chavismo desarrollaba movilizaciones en apoyo a la paz y la democracia.

Los intentos de cambio de dirección de la movilización fueron denunciados por dirigentes socialistas como una acción pensada para generar confrontación, como ocurrió el 15 de abril de 2013, cuando horas después del primer boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE) con el que se anunció el triunfo del presidente Nicolás Maduro, con el 50,66% de los votos, Capriles desconoció los resultados y, en una convocatoria a un cacerolazo, expresó: «Descargue toda esa arrechera, descárguela allí. Dele ahí duro. Usted le da allí y que se oiga en todo el mundo».

Ese llamado desencadenó una oleada de violencia en la que fueron asesinados 11 venezolanos, todos vinculados con la Revolución Bolivariana, en diversos hechos que incluyeron ataques vandálicos, asedios y disparos contra centros de salud públicos, abastos de la red estatal de distribución de alimentos, medios de comunicación del Estado y comunitarios, así como el hostigamiento selectivo a hogares de dirigentes políticos y populares.

La «arrechera» de seguidores de Capriles se hizo literalmente fuego cuando quemaron casas del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), automóviles, centros médicos e instalaciones de la estatal telefónica Cantv, y cuando ese mismo 15 de abril fueron arrolladas intencionalmente tres personas, durante una manifestación de apoyo al Gobierno en el estado Zulia.

La ira provocada por Capriles tuvo una intensidad de cuatro días continuos en los que resultaron heridos más de 80 venezolanos en actos vandálicos y criminales el 14 entidades del país.

Para Capriles – y para algunos medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales–, esto nunca ocurrió. Las víctimas y destrozos fueron desconocidos también, tal como ha desconocido la voluntad de la mayoría del pueblo, que durante 17 años continuos ha manifestado su apoyo por el proyecto bolivariano y chavista.

A cuatro años de estos hechos, la dirigencia de derecha en Venezuela, de la que forma parte Capriles, impulsa una nueva fase del plan de golpe caracterizado en esta etapa por una intensa agenda internacional que promueve la injerencia y las acciones violentas de calle para intentar crear una imagen de ingobernabilidad propicia para una intervención de factores foráneos.

De ahí que Capriles intentara desviar la marcha y, como en 2013, promoviera hechos violentos afines a su plan de hacerse con el poder político en Venezuela.

AVN

 

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