Opinión / Noticias / Elías Jaua

12.Mar.2019 / 08:59 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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Escribo este artículo, entre los apagones y alumbrones de estas horas que transcurren. Evidencia de la batalla que están librando los técnicos de la Corporación Eléctrica para recuperar nuestra principal fuente de energía, el complejo hidroeléctrico del Guri.

Estas horas de angustia, zozobra y penurias son parte de la nueva etapa de la agresión extranjera, se trata de la estrategia de “muerte lenta”, “por asfixia”, insinuada por Elliott Abrams, comisionado presidencial para agredir a Venezuela,   cacareada por el Senador Marco Rubio y proclamada por el Secretario de Estado, Mike Pompeo, el pasado viernes 8 de marzo en sus redes sociales: “No hay comida, no hay medicina, no hay energía. No habrá Maduro”.

Habíamos escrito, en el artículo de la semana pasada, que tras no haber podido cumplir el objetivo, en la primera etapa de la agresión,  “el quiebre” popular, militar, mediante el chantaje, la amenaza, el miedo y el intento fallido de vulnerar nuestro territorio,  ejecutarían nuevas modalidades de intervención. Hemos sufrido la primera de ellas en estas horas.

En estas horas, también se ha ratificado la inquebrantable voluntad de querer vivir en paz de la casi totalidad de los venezolanos y venezolanas, que estamos aquí en nuestra Patria, en nuestra tierra, en nuestro suelo sagrado.

El jueves pasado, al inicio del apagón,  cooperamos con el transporte de personas varadas en las puertas de las estaciones del Metro.  Al azar le di la “cola” a una señora que me dijo “Chávez no los dio todo, por él y por nuestro orgullo de ser venezolanos aguantamos todo esto”;  otra familia, más adelante, me dijo “Uds. los políticos tienen que resolver esto, el pueblo está sufriendo mucho”.  Es la voz del pueblo de la calle. Decía Ezequiel Zamora “Hay que escuchar al pueblo, siempre escuchar el pueblo”, estar conectado a sus angustias, a sus esperanzas. Hugo Chávez fue Maestro en este sentido.

Hay que reflexionar,  sobre todo quienes quieren imponer desde el extranjero a un “presidente”, no elegido,  mediante el uso del bloqueo financieros,  el sabotaje, el embargo ilegal de activos nacionales en el extranjero, la intimidación y la amenaza del uso de la fuerza. Todas esas prácticas violan el derecho internacional, si es que todavía existe, y constituyen delitos internacionales en tanto que afectan la vida de millones de seres humano de una Nación.

El gobierno constitucional del Presidente Nicolás Maduro debe formalizar las denuncias y demandas ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el Tribunal Penal Internacional, acusando al gobierno de Donald Trump y sus “socios”  en América Latina y Europa de estos crímenes contra el pueblo de Venezuela, en función de  salvaguardar la vida y la dignidad de nuestro pueblo.  El referido tweet de Pompeo es la más reciente prueba, no habrá comida, no habrá medicinas, no habrá energía para que se vaya Maduro, es su mensaje para toda una Nación pacífica.

Los centenares de miles de familias que han perdido alimentos por falta de refrigeración,  las y los millones de personas que siguen privadas de sistemas de transportes masivos; los y las que tienen dificultades  en el acceso a los servicios de salud, son las principales víctimas de esta agresión.

Nuestro pueblo es más grande que sus agresores y que nuestros errores. Los dirigentes del Partido Voluntad Popular no pueden pretender arrebatar el poder político, a costa del sufrimiento de millones de familias venezolanas, apoyados en una potencia extranjera. Es un acto de cobardía, que la historia está registrando.

En filas revolucionarias, debemos dejar la ingenuidad. Los gringos no van a retroceder, cantar victorias anticipadas no contribuye a elevar la conciencia nacional sobre el desafío que tenemos al frente. La vida de la República está en juego.

Necesario es desechar las ilusiones y desde la realidad construir una estrategia  patriótica, popular, política y democrática para que la victoria de la paz con dignidad sea irreversible y todo nuestro pueblo recupere la tranquilidad en su vida cotidiana y la esperanza de construir una sociedad donde quepamos todos y todas, con igualdad, justicia y dignidad.

Una sociedad donde nos respetemos en nuestra diversidad, donde convivamos en nuestras diferencias. Esa será la victoria de todo, de todo, el pueblo venezolano. Pueblo gigante, al que pertenecemos y al cual cada día comprendemos y admiramos más. ¡Que viva el Pueblo!.

 

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