Opinión / Elías Jaua

8.Ene.2017 / 10:42 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

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Llegó el 2017 y con él la voluntad revolucionaria de un nuevo comienzo en el camino hacia la prosperidad de nuestro pueblo. El pasado 4 de enero el compañero Presidente Nicolás Maduro, durante la juramentación de un nuevo gabinete popular y revolucionario, hizo un honesto diagnóstico de las consecuencias de la guerra total desatada por el gobierno saliente de los Estados Unidos de América, con sus operadores empresariales y su expresión política en la llamada MUD, contra Venezuela.

Expresaba el Presidente Maduro que había que tener conciencia de las heridas sociales producidas durante estos cuatro años de batalla para poder sanarlas. Sin duda que los derechos a la alimentación, a la salud, a la seguridad, a los servicios públicos y al poder adquisitivo de numerosos sectores de la población venezolana han sido vulnerados por la guerra económica.

No obstante, también es necesario decir que la agresión no pudo detener la expansión de otros derechos fundamentales como la educación, el protagonismo popular, el acceso a la vivienda, a un salario mínimo, a una pensión de vejez y a la protección social, entre otros.

Lamentablemente la guerra no ha terminado, las irresponsables amenazas del ilegal Presidente de la Asamblea Nacional confirman una nueva escalada. Pero aun en medio de las batallas que nos toque librar en los próximos meses para recuperar la estabilidad económica, defender la estabilidad política y con ello la paz y la Independencia Nacional, incrementaremos la ofensiva de protección socialista a las mayorías populares.

El Presidente Maduro ha anunciado un relanzamiento de todas las Misiones y Grandes Misiones Socialistas y me ha dado la responsabilidad de estar al frente de esa tarea. Honraré esa confianza con trabajo revolucionario y profundo amor por nuestro pueblo, sobre todo por el pueblo sufriente, víctima de la guerra económica, mujeres, adultos mayores, niños y niñas. Nunca desde una visión caritativa burguesa, ni populista, siempre teniendo como objetivo estratégico el pleno desarrollo humano de nuestro pueblo y su organización política como sujetos protagónicos de la democracia revolucionaria, como siempre lo orientó el Comandante Chávez.

El Presidente Maduro señaló, con acierto, que las heridas no solo han sido materiales sino también morales. Así como sectores privados de la economía, en connivencia con cierta burocracia estatal, han aprovechado la guerra para enriquecerse de manera ilegal, también importantes sectores populares han sufrido un proceso de desclasamiento, optando por el camino del pillaje de la propiedad de otras familias, la explotación del pobre por el pobre mediante la extorsión de todo tipo y la desviación de los productos y recursos del Poder Popular, entre otras miserias humanas que han aflorado en medio de las dificultades.

Sanar esas heridas morales requiere un gran esfuerzo nacional, desde la educación, la cultura, las diversas religiones y el liderazgo político con el fin de recuperar la identidad nacional, de clases y la solidaridad cristiana que contengan esta especie de «bovera» (fenómeno de anomia social liderizado por José Tomás Boves en 1814) desatada en distintos niveles de la sociedad.

No empezaremos de cero, una amplia vanguardia popular contada en millones de hombres y mujeres ha demostrado ser portadora de una fuerza moral y espiritual. Me refiero al liderazgo político, popular, militar, religioso, juvenil y trabajador que no extorsionó, ni corrompió a nadie, ni se dejó corromper y optó por la lucha, el trabajo y la solidaridad por el prójimo, levantando en alto la condición humana.

Con ellos y ellas vamos al encuentro, este 2017, de una renovada moral cristiana, socialista y bolivariana en el seno del pueblo sabio y libre de Venezuela. Que Dios nos acompañe.

 

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