Opinión / Noticias / Richard Canan

8.Ene.2020 / 11:12 am / Haga un comentario

En medio del impeachment que los furibundos Demócratas han lanzado en su contra, Trump desata la indignación de medio planeta al autorizar el vil asesinato del general Qassem Soleimani en territorio Iraquí. Una acción evidentemente irresponsable del deschavetado presidente de Estados Unidos, teniendo como marco central su desmedida avidez por salir victorioso, a cualquier costa, en la venidera campaña electoral de finales de este año.

Un desequilibrado Trump, el supuesto presidente del país más democrático de toda la galaxia, no duda a la hora de regodearse públicamente, con las manos manchadas de sangre, del asesinato selectivo y a sangre fría de seres humanos, sin juicio o legalidad alguna. El alto mando norteamericano ya ha perdido totalmente el honor o la valentía que pudieron haber alcanzado en el pasado. Ahora sus generales actúan detrás de consolas de videojuegos, matando a distancia con sus modernos drones, disparando a discreción en un aeropuerto internacional, rodeado de civiles y sin situación de amenaza o agresión alguna.

El general Qasem Soleimani era nada menos que el comandante de las fuerzas especiales Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Héroe desde los años ochenta por su destacado desempeño en el frente de batalla en la guerra impuesta por Irak, donde Estados Unidos apoyaba y financiaba a su ángel descarriado, el mismísimo Sadam Husein.

El general Soleimani recientemente encabezó las estrategias militares en el Medio Oriente que permitieron combatir y derrotar a grupos terroristas como el Daesh, Al Nusrah y Al Qaeda, los cuales (que casualidad) también han recibido el apoyo (financiamiento, entrenamiento, armamento y coordinación logística) directamente del gobierno norteamericano, con la finalidad de mantener operaciones paramilitares y terroristas en contra del pueblo y el gobierno legítimo de Siria. Sin embargo, los califatos creados por los grupos extremistas se extendieron sin control por extensos territorios hasta alcanzar al propio Irak.

El Ayatolá Alí Jamenei, se refería al general como el “mártir viviente”, de allí se puede imaginar su importancia en el ideario y cultura del pueblo iraní.

El rechazo internacional al vil asesinato del general Soleimani no se hizo esperar. La cancillería rusa, país que forma parte activa en los esfuerzos de paz para acabar con los grupos terroristas que operan en la región, señaló que “Consideramos el asesinato de Soleimani a causa del ataque de EEUU contra las inmediaciones de Bagdad como un paso aventurero que aumentará las tensiones en toda la región”, agregando además que “el paso de Washington entrañará consecuencias graves para la paz y la estabilidad regionales”. China señaló igualmente que “Llamamos a los actores correspondientes, ante todo a EEUU, a actuar con moderación para evitar una escalada de tensiones”.

El canciller iraní señaló que el asesinato de Soleimani es un “acto de terrorismo internacional”. Las propias autoridades políticas y religiosas de Irak (país supuestamente bajo protección de Estados Unidos), señalaron con indignación que el asesinato del General Soleimani es una “violación flagrante de la soberanía iraquí y de los tratados internacionales”.

Las consecuencias inmediatas y a largo plazo para Estados Unidos son impredecibles. Es el país militarmente más poderoso del planeta, pero sus modernas y costosas armas no le han permitido ganar ninguna guerra desde hace décadas. Por el contrario, han estado entrampados (y atragantados) junto a sus aliados en las arenas del desierto de varios países como Afganistán, Irak, Siria, Libia y Yemen. Su ignorancia e irrespeto absoluto sobre las milenarias culturas del Medio Oriente le han hecho rodar de fracaso en fracaso. Pero los millones de muertos, heridos y desplazados los han puesto los pueblos oprimidos por el imperio agresor. Controlar el petróleo es el único objetivo que mueve los mezquinos intereses de los halcones norteamericanos y sus corporaciones aliadas.

Estados Unidos, tarde o temprano empezará a recibir repuestas contundentes por todo el planeta. Principalmente en los lugares donde han cometido cientos de atrocidades e injusticias. Allí el odio, el resentimiento y la sed de venganza serán difíciles de aplacar.

Pero al Trump en modo campaña electoral nada de lo anterior le preocupa. Él actúa como un guapetón alebrestado, como el sheriff “Tiro Loco McGraw” que amenaza torpemente con arrasar todo el planeta. Por eso, embriagado de total soberbia e impunidad, dispara más amenazas a través del Twitter, diciendo soezmente que “hemos puesto en la mira 52 sitios iraníes, algunos de ellos de muy alto nivel e importantes para Irán y la cultura iraní, y esos blancos, y el propio Irán, serán golpeados muy rápido y muy fuertemente”. Es decir, en vez de contenerse y actuar con mesura (diplomática y políticamente), luego de asesinar al general Soleimani, el deschavetado agita el hacha de la guerra para intimidar aún más con sus bombas de la muerte a toda la región.

¿Quién puede detener al irascible Trump? Pues los votantes indignados, que al final de año pueden sacarlo de la Casa Blanca por la vía electoral. Por ahora, su archienemiga Nancy Pelosi señaló que Trump realizó los bombardeos sin autorización del congreso norteamericano, advirtió que “El ataque de hoy aumenta el riesgo de provocar una peligrosa escalada de violencia”; y que buscará a toda costa emitir una resolución para “limitar las acciones militares” del peligroso presidente norteamericano.

Está más que claro el volátil polvorín donde Trump ha montado a Estados Unidos. Puede que se le devuelva la gracia y caiga en total desgracia por andar jugando con fuego.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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