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29.Ago.2017 / 01:01 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

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La reciente agresión de Los Rastrojos en el estado Táchira, fronterizo con Colombia, se suma a una serie de acciones contra Venezuela, que plantean un conflicto a partir de grupos irregulares en este país vecino después de que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, lo visitara unos días atrás y el jefe de la CIA, Mike Pompeo, hablara de un trabajo en conjunto en pos de una “transición pacífica” en Venezuela.

La agresión y los antecedentes
Este domingo pasado el mediodía, el general Jésus Suárez Chourio, jefe de la Guardia Nacional Bolivariana, informó de un enfrentamiento en Táchira con militantes de Los Rastrojos. Lo que dio como resultando un saldo de seis paramilitares muertos, y una mujer detenida con municiones y uniformes del ejército colombiano con grado y jerarquía, que se encuentra “dando declaraciones para precisar como actúa este grupo en la frontera”, de acuerdo a Chourio.

Durante este año, además, se registra: el 22 de marzo el desmantelamiento de un campamento paramilitar de 120 personas, con uniformes del ejercito colombiano y estadounidense; la denuncia del gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma Mora, del 26 de abril sobre el ingreso al país de 30 paramilitares para ejecutar acciones de violencia en el marco de protestas opositoras; y el ataque a la unidad militar Genaro Vázquez el 17 de mayo, en conjunto a otros contra sedes policiales en San Juan de Colón y Capacho, por parte de grupos delincuentes “influenciados por organizaciones paramilitares”, de acuerdo a un comunicado del alto mando militar bolivariano.

Esta incursión, además, se circunscribe a un arco temporal en el que Los Rastrojos han protagonizado un crecimiento en la región fronteriza, según un estudio de la Fundación Ideas de la Paz. Convirtiéndose en el principal grupo irregular de esta área en detrimento de Los Urabeños, la otra organización paramilitar que opera en la región, a tal punto que su jefe de finanzas, Julio Díaz Urango (alías “El Bobina”), fue detenido el 5 de abril en el Táchira por las fuerzas de seguridades venezolanas.

Dos meses después, el 1 de junio dos miembros de Los Rastrojos fuerondetenidos en Caracas con materiales explosivos, bazucas, uniformes militares y gorras del Servicio de Inteligencia Bolivariano de Venezuela en el marco de las protestas violentas de oposición. Involucramiento de este tipo de organizaciones que se vio justamente en la misma constelación de territorios y ciudades periféricas del occidente venezolano donde estos grupos denominados Bacrim (según una investigación del centro de investigación Wilson Center) expandieron sus redes criminales como mecanismos de control político y económico (en la franja de Táchira, Mérida, Zulia, Apure, principalmente), desde inicios del año 2000. Todo lo que no deja de mostrar un trabajo sistemático por penetrar en el territorio venezolano.

El contexto de las incursiones y acciones del paramilitarismo
La agresión de Los Rastrojos, por otro lado, coincide con una serie de maniobras de deliberada de desinformación dirigidas a fabricar incursiones de las FANB en territorio colombiano en el marco del ejercicio cívico militar de esta semana. Concretamente, este mismo domingo fue denunciado por el gobernador de la Guajira, Weidler Guerra , un supuesto ingreso a Paraguachón de oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana, desmentido por el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López.

En ese sentido, es evidente la maniobra por silenciar la acción del paramilitarismo colombiano en paralelo a la proyección de una supuesta agresividad por parte de las FANB en la frontera.  A tono con el escenario planteado por el presidente Nicolás Maduro relacionado a la búsqueda de “crear las condiciones para fabricar un montaje” contra el Estado venezolano en el marco de un “conjunto de provocaciones dirigidas por Estados Unidos”.

Así es que se entienden también las recientes declaraciones del embajador estadounidense en Colombia, Kevin Whitaker, donde afirma que “por culpa de los bolivarianos se ha contemplado la posibilidad de una aventura militar por parte de los venezolanos en contra de sus vecinos”. Lo que le da mayor dimensión a esta serie de hechos cuando se los ve en el contexto de la construcción de un expediente contra Venezuela a nivel regional, a partir de una coalición de 12 países.

Otro dato de peso alrededor de este cuadro es la reciente visita del vicepresidente estadounidense, Pence, a Cúcuta, ciudad colombiana fronteriza con Táchira, donde se vio la esceneficación de un “campo de refugiados venezolanos”, apuntada a fortalecer la matriz de crisis humanitaria que hace parte del combo narrativo con el que se pretende justificar una eventual escalada militar entre los dos países vecinos.

Las provocaciones y las similitudes con Siria
Este tipo de provocaciones hay que observarlas en el marco de la nueva Doctrina Damasco del ejército colombiano, descripta aquí por María Fernanda Barreto por aquí, donde se plantea “cuatro tipos de operaciones: ofensivas, defensivas, de estabilidad y de apoyo a la autoridad civil para integrar ‘sus acciones con asociados de la acción unificada, conjunta, interagenciada y multinacional’ para enseñar a los militares colombianos a utilizar términos y símbolos que permitan la interoperatividad ‘cuyo fin es que el ejército conduzca operaciones militares unificadas (OTU) dentro del país y a nivel regional y mundial'».

No por nada en 2015, la exsubsecretaria de Defensa de George Bush, Mary Beth Long, recomendó a las autoridades colombianas prepararse para lidiar con una “crisis humanitaria en Venezuela”, después de firmado el proceso de paz con las FARC. Dado que estas declaraciones fueron realizadas precisamente en un foro realizado en Colombia en el Ministerio de Defensa del país.

En esta dirección, estas organizaciones paramilitares, nacidas como brazo ejecutor ilegal del Estado colombiano, son en Venezuela las fuerzas de proximidad de la coalición dirigida por Estados Unidos para generar las condiciones para un conflicto irregular, que escenifiquen distintas provocaciones que permitan una escalada de agresiones contra Venezuela desde el vecino país.

Desde esta tribuna, por otro lado,  muchas veces se ha comparado a Colombia con el papel desempeñado por Turquía y Jordania como canales logísticos de los grupos irregulares en la guerra en Siria con, incluso, la participación de una Sala Operacional de la OTAN en el país gobernado por Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, el uso de organizaciones como los Rastrojos, en sincronía con las operaciones informativas relacionadas a los refugiados a los venezolanos, plantea el interrogante si desde el vecino país son capaces de plantear el establecimiento de “zonas seguras” con cobertura militar extranjera para supuestamente resguardar a la población asediada por mal llamada dictadura de Maduro, en una maniobra similar a lo que se intentara realizara en Siria para utilizar a los rebeldes moderados con el objetivo de ocupar el país.

Sin dudas,  desde esta óptica se puede comprender como las organizaciones paramilitares colombianas son precisamente pivotes (y mamparas) de toda operación multinacional que se pretenda realizar contra Venezuela.  En ese sentido, el paramilitarismo colombiano es lo más parecido a ejército invasor que plantea la “opción militar” de Donald Trump en este momento.

 

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