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6.Nov.2017 / 09:40 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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En abril del presente año la oposición creía que ya estaba lista para usurpar el Gobierno. Se veían en horas en Miraflores, mientras avanzaban con su plan de violencia que al final duró 120 días. Al mismo tiempo emprendían una cruzada internacional para asfixiar la economía venezolana, para quebrar al país.

Por esos días, el presidente de la Asamblea Nacional en desacato, Julio Borges, ofrecía partes casi diarios de sus acciones para propiciar un bloqueo económico y financiero contra Venezuela. Como esos son actos que no planifican de la noche a la mañana, suponemos que Borges y su equipo llevaban cierto tiempo en ese afán.

El 22 de abril, Borges explicaba haber enviado una carta a John Cryan, director general de Deutsche Bank, en los siguientes términos: “El Gobierno Nacional, a través del Banco Central, va a intentar cambiar oro de la reserva nacional por dólares para mantenerse en el poder de forma anticonstitucional… tengo la obligación de advertirle que al apoyar este canje de oro, usted estaría actuando en favor de un gobierno reconocido como dictatorial por la comunidad internacional”.

Las cartas de la culpa

El presidente de la AN dijo que para ese momento ya había enviado al menos 12 cartas a las más importantes entidades financieras internacionales con la finalidad de advertirles que su “reputación” estaba en riesgo si accedían a efectuar negociaciones con el Estado venezolano.

“Las cartas forman parte de la misma estrategia que una ley aprobada hace poco en la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, que anula cualquier emisión de deuda del Gobierno que no esté aprobada de forma explícita por los legisladores, dijo Borges en una entrevista.

Hasta el Parlamento Europeo llegó Julio Borges a exigir sanciones económicas contra Venezuela. Pero el punto culminante de su estrategia fue utilizar el lobby ultraderechista de la Florida (EEUU) para que el Mandatario estadounidense, Donald Trump, adoptara, en agosto, sanciones que implican un bloqueo financiero contra nuestro país.

Entre otros aspectos el decreto de Trump tiene como objetivo “transar nueva deuda emitida por el Gobierno de Venezuela y su empresa petrolera estatal (Pdvsa). También prohíbe las transacciones en ciertos bonos existentes propiedad del sector público venezolano, así como los pagos de dividendos al Gobierno de Venezuela”. Es decir lo mismo que a los cuatro vientos solicitaba Borges con sus cartas enviadas a los principales bancos del mundo.

Para el mes de agosto, ya el pueblo venezolano había ganado la paz a través de la elección constituyente y la violencia terrorista de la MUD había fracasado. Su opción desesperada fue solicitar a Washington que ejecutara directamente el trabajo sucio y que Trump mencionara que incluso analizaban la “opción militar” contra Venezuela.

¡Refinancie!

Luego de solicitar el castigo para Venezuela y su pueblo, Borges adoptó un disfraz de personaje bipolar. Hace pocas semanas “propuso” al Gobierno que refinanciaria la deuda externa. Salvaje contradicción, el líder de Primero Justicia había pasado meses haciendo todo lo posible porque los bonos venezolanos se encarecieran y costara más su pago. Él mismo que pública y notoriamente solicitó que ningún banco internacional realizara transacciones que favorecieran condiciones más favorables para el cumplimiento de los compromisos del Estado venezolano.

“Es una propuesta que lanzamos hoy para que en este momento (..) se refinancie la deuda y no se castigue a los venezolanos” para “cumplirle a los bancos y tenedores de los bonos”, afirmó Julio Borges, en una rueda de prensa, hace pocos días. El más imprudente y procaz descaro.

Borges pidió “refinanciar la deuda para que se pueda tener dinero para comida y alimentos”. Agregó: “La pelota está del lado del Gobierno, el Gobierno tiene que demostrar que le importa el hambre y la necesidad de nuestro pueblo”. Las declaraciones de un personaje que manchó la cancha de juego solicitándole a un grupo de espectadores VIP a que boicoteara al equipo venezolano.

La desfachatez se llama Julio

Algún récord debe haber roto Julio Borges este año, pudo haber sido el de la desfachatez. Pidió el bloqueo financiero de Venezuela, luego exigió al Gobierno Nacional el refinanciamiento de la deuda y por último, este 2 de noviembre dijo que “Maduro (el Presidente) no podrá reestructurar la deuda porque nadie en el mundo confía en su Gobierno “.

“Ningún país en el mundo va a reestructurar una deuda con Maduro porque está fuera de la Constitución”, añadió Borges, ¿es el mismo personaje que una semana antes había dicho que el gobierno debía plantear un refinanciamiento”? Sí, es el mismo.

El dirigente de Primero Justicia pasó todo el año tratando de impedir que la banca internacional diera líneas de crédito al Estado venezolano. En junio habían rabiado de frustración entre los sectores injerencistas cuando Goldman Sach aprobó un financiamiento de 2.800 millones de dólares en bonos de Pdvsa. En la oposición denominaron la acción como la “compra de los bonos del hambre”. A esa institución financiera también había llegado una carta de Julio Andrés Borges.

Correo del Orinoco / Chevige González Marcó

 

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