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31.Ene.2017 / 08:20 am / Haga un comentario

Foto: AVN

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Las dos balas que segaron la vida de Ezequiel Zamora en 1860 pretendían dejarlo en el olvido, llevarlo al Averno o inframundo del que le acusaban venir los sectores conservadores de su época. Pero la desigualdad que alentó la Revolución Federal y las hazañas del líder nacido en Cúa hace 200 años transitaron vivas a los siglos XX y XXI para encontrar eco en Hugo Chávez.

En un encuentro patriota celebrado el 10 de enero de 1998, cuando se cumplían 138 años del asesinato del líder de la clase campesina, Chávez reafirma el compromiso con los ideales zamoranos, una de las raíces intelectuales de la Revolución Bolivariana.

-Aquí todo sigue igual, aquí sigue imperando la injusticia después de más de 160 años de independencia, porque los paecistas (proyecto conservador que dominó el país en el siglo XIX), que son lo siguen gobernando la patria, no toman en cuenta al pueblo soberano, este pueblo soberano que ahora lo sigue y nadie podrá detener- decía Zamora, en la voz de un hombre que lo representó en las calles de San Carlos, estado Cojedes, en aquella ocasión.

En medio del alborozo, que signaba el inicio de la campaña presidencial que condujo a la victoria electoral de diciembre de ese año, Chávez ratifica su compromiso con los principios zamoranos.

-Aquí estamos, soldados y pueblo, dispuestos a continuar su mismo camino (Zamora), dispuestos a recoger sus banderas, que son las bandera de nuestro general en jefe y libertador Simón Bolívar, que son la banderas de estos hombres, de estas mujeres, y especialmente las banderas de esperanza de los niños de Venezuela- expresa el entonces abanderado del Polo Patriótico.

Era un juramento hecho sobre bases sólidas. Primero, a través de las historias de la Guerra Federal relatadas por su abuela Rosa Inés; luego, en su paso por la Academia Militar, entre 1971 y 1975, Chávez descubre mucho antes del encuentro patriótico las dimensiones del ideario de Zamora y la grandeza de luchas como la Batalla de Santa Inés, combate librado el 10 de diciembre de 1859 que simboliza la victoria del pueblo sobre las fuerzas oligarcas en la Guerra Federal.

Chávez se apropia de los conceptos zamoranos y los incluye –junto a los principios del pensamiento bolivariano y robinsoniano- en el debate que un grupo de soldados daba a lo interno de la Fuerza Armada desde 1980.

Es la antesala a la insurrección cívico militar del 4 de febrero de 1992, cuyas bases conceptuales se recogen en El Libro Azul, texto que condensa los pilares de la Revolución Bolivariana en el Sistema EBR o Árbol de las Tres Raíces: la E, de Ezequiel Zamora; la B, de Simón Bolívar y la R, de Samuel Robinson, como se conoce a Simón Rodríguez, para la construcción de una sociedad solidaria y democrática.

En ese proyecto se incluye a Zamora porque «viene de las mismas raíces: robinsoniana y bolivariana. Su discurso lleva el mismo sello de la gran disyuntiva existencial. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de 1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la Revolución de 1858», refiere Chávez en el texto.

Este fundamento ideológico signa el tránsito político del movimiento bolivariano hasta el triunfo electoral de 1998. Pero, al igual que el líder campesino, Chávez genera el rechazo de los sectores conservadores, que repudiaban tanto la Ley de Tierras como el resto de leyes que por vía Habilitante aprueba el jefe de Estado en 2001 para hacer justicia con los recursos del país y con los sectores más deprimidos en la actividad económica.

La respuesta fue el golpe de abril de 2002, el sabotaje petrolero a finales de ese año e inicios de 2003 y el comienzo de un proceso que condujo al referendo de 2004, que Chávez afronta como la segunda Batalla de Santa Inés.

La estrategia, al igual que en aquella lucha, fue conducir a la derecha a reconocer la Constitución, el orden democrático, una acción que como en el combate del 10 de diciembre de 1859 es «modelo de cómo una fuerza adversaria es conducida, es llevada, se le niega el avance por otras direcciones y es conducida hasta una posición donde se va a dar la batalla definitiva», refiere Chávez el 3 de junio de 2004, cuando se anunció la realización de la consulta.

Dos meses después, la estrategia zamorana rinde sus frutos: Chávez es ratificado como Presidente con casi 60 % de los votos. Con ello, la Revolución Bolivariana avanza en la profundización de los valores que figuras como el propio Zamora impulsaron, como crear una democracia popular, con una certera visión colectiva.

Aunque no imaginaba lo que le deparaba la historia, Chávez deja claro aquella tarde de 1998 su convicción: «Mi general Ezequiel Zamora, general de pueblo soberano. No solamente por ahora, sino para siempre, Ud. y su ejemplo contarán con este soldado y con este pueblo».

AVN

 

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