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30.Dic.2015 / 01:10 pm / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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Pocas veces ha tenido tanto sentido como hoy aquella frase que dice: «El fin de año es tiempo de reflexión y encuentro». Más allá de la cursilería decembrina, para el chavismo este enunciado adquiere una cualidad práctica.

El chavismo finaliza el 2015 en medio de un encendido debate, donde sin desparpajos se ha alcanzado la proposición política de transformar cuestiones medulares a lo interno de nuestras fuerzas. Es este un proceso signado por contradicciones, como deben ser, propias de nuestra diversidad política. La reflexión y el encuentro han tenido lugar en espacios asamblearios, a lo interno del Psuv y el GPP, en el seno de las fuerzas y movimientos sociales, desde espacios grandes de debate y en los espacios comunitarios.

La cualidad política del chavismo nos empuja a reencontrarnos con la idea original; esa, la de deshacer y rehacer desde la coyuntura, desde la política como hecho profundo. El giro del panorama político nacional luego del 6D necesariamente nos ha convocado a la revisión y a la renovación. Aunque mucho se ha dicho sobre esto, sin ánimos de redundar, es esta la circunstancia con la que necesariamente tenemos que lidiar como preámbulo al 2016. Hay que ganarle terreno al hecho político que ha de venir y así se ha hecho desde el 7D.

Al encuentro y al debate no hay que temerle, más bien hay que asumirlos, si este se construye desde la visión de lo colectivo, sin divismos, sin patentes de grupo, sin oportunismos y reconociendo al adversario que está en la otra acera. Para esto es necesario defender como desde una trinchera la cohesión política revolucionaria. A esta no hay que dañarla, más bien debemos protegerla como corazón de nuestro cuerpo político.

La dinámica que ahora adquiere espacios protagónicos en el chavismo va a girar luego del 5 de enero. Lo que quiere decir que necesariamente nuestra revisión y debate tendrá que consumarse y luego sostenerse en coyunturas frente al adversario.

Se impondrá una dinámica de confrontación, de agudización de contradicciones, que nos convocarán a generar desde la calle nuevas situaciones revolucionarias. El chavismo se desenvolverá, no exclusivamente como espacio de Gobierno, sino como espacio de resistencia, entendiendo que nuestra resistencia habitual al modelo capitalista vigente, yace ahora también en la vigencia de la gendarmería política del capitalismo ocupando mayoritariamente un poder fundamental del Estado.

Los escenarios son múltiples: veremos a un parlamento dirigido por la derecha que intentará darle marco legal a la consumación de la impunidad históricamente practicada y patentada por ellos. Llamarán «Ley de Amnistía» a un oprobio legal para exculpar criminales. Vendrán en simultáneo con una agenda neoliberal para institucionalizar y parlamentarizar la guerra económica, pues ofertando leyes de «Aumento de la productividad» y «Abastecimiento pleno», colocarán disposiciones derogatorias de otras leyes como la de Precios Justos y la Lottt, intentando destruir los sistemas de regulaciones a precios y ganancias, así como la estabilidad del empleo, cuestión esta última que pese a los embates de la guerra ha preservado niveles de estabilidad garantizando a las familias la preservación de condiciones fundamentales de vida.

El debate vendrá sobre estos temas, pero la posibilidad de un intento de anular y desplazar al recién electo TSJ caldeará la confrontación. Sucederá por lo siguiente: toda ley que intente imponer la nueva AN, si va en perjuicio de nuestro pueblo y si intenta violentar el estado de derecho y de justicia, será vetada por el Presidente. Desde esa circunstancia, ellos podrían promulgarla sólo con el apoyo del TSJ, de ahí que necesitan un TSJ obediente. Intentarán nombrar uno nuevo de manera espúrea, pues aunque la AN designa a los(as) magistrados(as), ellos designan nombres propuestos por el Poder Ciudadano, instancia que la MUD no controla.

La nueva mayoría en la AN irá contra el Parlamento Comunal Nacional. Pese a que esta instancia prevista en la Constitución y en la Ley Orgánica de Comunas, que se ocupará de parlamentar la construcción del poder político popular, la declararán una instancia paralela e intentarán anularla.

La gestión integral de todo el presupuesto público llegará a situaciones de escamoteo parlamentario. Muchas partidas presupuestarias dependientes de créditos adicionales sufrirán la negación de la derecha y, en muchos casos, querrán arrastrar al chavismo a la negociación, entiéndase, delegación y consumación de privilegios en beneficio de fracciones partidistas de la MUD que ofrezcan su voto para que el presupuesto no se pare; querrán reinstalar el viejo y desgastado estilo adeco-copeyano de la política clientelar en el parlamento.

Esto ocurrirá en una carrera muy corta, de apenas seis meses, si es que no deciden efectuar desde antes, un golpe parlamentario al estilo paraguayo (como el que hubo contra Fernando Lugo). Ya la derecha venezolana ha anunciado queen seis meses decidirían el destino de la Revolución Bolivariana. Bien sea por vía de referéndum revocatorio, por enmienda a la Constitución (por vía parlamentaria) para recortar el mandato presidencial, o por convocatoria a Asamblea Constituyente para disolver poderes. Dicen que la vía «será constitucional».

Aunque esta circunstancia significará una confrontación abierta de poderes camuflando en el parlamento lo que será a la vista de todos la reedición de un «Carmonazo» estilo parlamentario, todos los escenarios (menos el de un golpe de Estado parlamentario sin disimulos) tendrán que definirse en las urnas, de ahí que la MUD estudiará en seis meses el status de su apoyo electoral, luego de varios meses de promesas electorales incumplidas (las de acabar con las colas y similares). La guerra económica, acto contra la población que les ha dado la mayoría circunstancial del 6D, seguirá en apogeo en 2016. Del estado de su base de apoyo dependerá si la derecha tomará vías electorales o, en caso contrario, recurrirán al golpismo abierto. Un escenario electoral colocará a ambas fuerzas políticas en una ruta corta hacia el desgaste del otro, fortaleciendo y cohesionando sus propias fuerzas al mismo tiempo.

En definitiva, las coyunturas servirán al chavismo para repolarizar y repolitizar nuestras fuerzas a lo interno. Servirán para amalgamar vínculos de identidad política, necesariamente deben empujarnos a la radicalización que nos permita asumir la coyuntura de guerra como lo que es. Las circunstancias de adversidad política nos llevarán a la necesidad irreductible de la movilización, de la organización, del ejercicio de la alta política y de la cohesión revolucionaria, en un marco de necesario sentido de la oportunidad para la toma de decisiones (en grandes y pequeños espacios políticos) y en un contexto de desplazamiento de las fuerzas reales del chavismo en el terreno. Seis meses será un espacio breve de la política para recomponer nuestro tejido político.

2016 será sin dudas un año combativo. Eso es posible porque nos atrevimos a hacer una revolución en serio, dentro de las reglas del marco democrático. Tal osadía nos ha llevado por destinos duros que hemos luchado y que debemos seguir atravesando, así debemos asumirlo, pues una revolución si es verdadera no se le da tregua y nosotros no debemos esperarla ni pedirla.

El tiempo de la reflexión y del encuentro es y será en la calle, con las armas de la conciencia y la claridad política, será en los destinos de lo que ha de venir.

Misión Verdad

 

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