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11.Abr.2019 / 12:15 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

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Por: Richard Canan

Desde que se inició el experimento golpista liderizado por el espurio diputado Guaidó, todo ha sido una tumultuosa vorágine, llena de improvisaciones, acciones irresponsables y lunáticas, totalmente deschavetadas y alejadas de la realidad. Reñidas además con la legalidad, el espíritu democrático del venezolano y carentes de cualquier vestigio de patriotismo. El paracaidista Guaidó se ha lanzado al vacío con tan solo un pañuelito de papel, embarcando en la caída a las odiosas hordas de la extrema derecha, que en su atorrante desespero, están dispuestas a incendiar y destruir el país con tal de cumplir sus frenéticos sueños de asaltar el poder político para restaurar sus privilegios de clase burguesa.

Todas las acciones de Guaidó y de su verdadero patrono, el conspirador Leopoldo López, están maquiavélicamente diseñadas para subrogar los mecanismos democráticos de elección popular mediante la violencia y la coacción. Son atajos, trochas, artimañas, que la derecha ha perfeccionado para generar condiciones de ingobernabilidad, de malestar social, para intentar emerger como aves salvadoras. Pero la derecha equivocó el rumbó. Se equivocó de trocha y en este sendero de violencia, amenazas de invasiones militares y ruptura constitucional, se han quedado íngrimos y solos. Solo un tumulto para las redes sociales, pero que no les sirve para sus apetencias políticas de asaltar por la vía violenta el poder político.

Son varias trochas las tomadas por Guaidó. Primero fue el berrinche para asumir por la fuerza la presidencia de la Asamblea Nacional en desacato el 5 de enero de este año, imponiéndose sobre las “dudas” del resto de los partidos opositores, que vislumbraban el escenario de confrontación irracional que asomaba bajo la manga el partido neofascista Voluntad Popular.

Luego, el 23 de enero, tomando otra trocha más deschavetada aún, muy al estilo Hollywoodense, Guaidó madrugó a toda la derecha autojuramentándose (superando a Carmona Estanga, “El Breve”) como “presidente encargado de Venezuela”, por voluntad soberana de un tumulto de adeptos en un plaza del Este más sifrino de Caracas, frente a las verdosas canchas de golf de la burguesía criolla, para más señas. Vaya trocha olímpica, descarada y burda. Sus promesas de gobernar solo por 30 días hasta la celebración de nuevas elecciones o aplicar una generalizada “Ley de Amnistía” para perdonar a chavistas, militares y afines, han caído en saco roto. Puras mentiras para sus embaucados y deprimidos seguidores. Nada de eso ha podido cumplir, por ser Guaidó un miserable usurpador, un golpista, un “trochero” que ha violentado la Constitución Bolivariana y la soberanía popular, ejercida inequívocamente a través del voto por el pueblo venezolano.

La siguiente trocha utilizada por Guaidó, fue el show mediático de la frontera del 22 de febrero, utilizando miserablemente el tema de la supuesta “ayuda humanitaria” y el concierto “fashion” para violentar nuestras fronteras, nuestra soberanía nacional, mediante la intervención y cruce de agentes extranjeros hacia nuestro país. La cara de amargados de los presidentes del Cartel de Lima junto a un frustrado y deprimido Guaidó, no tuvo precio. No pudieron violentar nuestra soberanía. Un nuevo fracaso en su corto currículo de golpista usurpador.

Guaidó prometió también otra trocha más inverosímil aún, tomar el Palacio de Miraflores el 6 de abril, para instalar definitivamente su “República Aérea”. El resultado, otro fracaso más. Guaidó y su diminuto tumulto de gente, tuvieron que conformarse con tomar simbólicamente una sede “desierta” de Corpoelec, ubicada en el Este de Caracas, a varios kilómetros del Palacio de Miraflores, que en ese mismo momento estaba siendo protegida por una inmensa movilización popular en apoyo a la Revolución Bolivariana y al presidente electo de los venezolanos, Nicolás Maduro.

La única trocha donde Guaidó ha sido exitoso es en generar malestar y zozobra para el pueblo venezolano, pues con la ayuda de los halcones (más bien zamuros) gringos ha logrado el bloqueo (estrangulamiento, lo llaman ellos) financiero, económico y comercial del país. Ha permitido, en confabulación con agentes del Imperio Norteamericano, una espuria intervención sobre los activos de la República, como en el caso de CITGO, que seguramente se convertirá en caso mundial de estudio (y en sendas componendas judiciales), por representar una burda confiscación y saqueo de los activos de un país soberano. Los saqueadores se enfrentarán en algún momento a la justicia.

A los gritos histéricos de Guaidó, clamando por una intervención militar por parte del sanguinario y mortífero ejército aniquilador de los Estados Unidos, le ha sobrevenido el inmenso rechazo de la mayoría de nuestra población y de buena parte de los países del mundo. El otro jefe de Guaidó, el “encargado especial” del irascible Donald Trump, míster Elliot Abrams, ha tenido que declarar a regañadientes que “no creo que en Europa, América Latina, Canadá o Estados Unidos estemos pensando en este momento en una reacción militar”. Esta cándida declaración pudiera ser una artimaña, especialidad de estos malévolos e inescrupulosos personajes. Una distracción para intentar ejecutar el golpe de Estado por otras vías. La maldad de esta gente, los socios de Guaidó, no tiene límites, por eso se atreven a declarar gozosamente y sin tapujos que “Tenemos una carta de opciones y cosas que podemos hacer contra el régimen y que lo van afectar muchísimo. Tenemos medidas muy fuertes preparadas”. Que vergonzosas palabras provenientes de un país que se proclama (solo en el papel) el paladín de las libertades.

Guaidó cayó en una trocha que parece un agujero negro. Va cayendo directo a un inminente fracaso. Todos los vaticinios se han cumplido, la construcción mediática Guaidó se ha espichado, ha perdido fuerza y todo su impacto, ratificando todos los análisis iniciales: nunca han contado con el apoyo popular, con la fuerza del pueblo. Todo se ha reducido a una lucha de clases, a un puñado de sifrinos detrás de Guiadó, sin arraigo, sin apoyo, sin masas.

Por esta trocha Guaidó caerá directo al baúl del olvido, al ostracismo político. Ocupará con vergüenza el putrefacto pedestal de la historia donde están colocados los apátridas que traicionaron a su propio pueblo, pidiendo a fuerzas extranjeras la intervención militar del suelo patrio y la aniquilación de su propia gente.

El pueblo venezolano batallará con hidalguía frente a todos los obstáculos. Somos un pueblo que se une y crece en las dificultades.

 

 

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