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25.Mar.2020 / 05:29 pm / Haga un comentario

Foto: Cortesía

Ildegar Gil
ildegargil@gmail.com

No resulta fácil explicar, en tan breve espacio, la explosión de amor que cual ola batiente se nos mete en cada fibra por estos días. La admiración por ese pueblo del cual formamos parte, se dispara como el virus que genera ese reencuentro cómplice hacia el colectivo nacional: exponencialmente.

No puede ser de otra manera cuando comprobamos el altísimo nivel de disciplina, militancia y compromiso por la vida evidenciado por las grandes mayorías, durante estas primeras dos semanas de cuarentena para prevenir el Covid-19.

La adrenalina de amor ha llegado a su máximo potencial cuando en mercados y panaderías observo que el 100% de las pocas y pocos clientes que hacemos presencia en esos sitios (por necesidades inaplazables), guardamos las medidas básicas para evitar al maligno visitante.

¡Hemos entendido el mensaje! Más allá de las diferencias que factores ampliamente conocidos han sembrado para estrellar la hermandad que nos debe ser propia, comprendimos que es hora de actuar como una sola. Como uno solo.
Unas y otros, unos y otros, nos hemos puesto al frente de la solicitud del Comandante Obrero, Nicolás Maduro: Es momento de practicar el aislamiento social, por encima de cualquier diferencia, para salvaguardar nuestras vidas.

¡Lo hemos entendido y hemos procedido!

Sabemos que nos observan. Sabemos también que, desgraciadamente, hay quienes no dejan de babear a la espera del rompimiento de esta consolidación como masa. Todo indica que fracasarán una vez más. Hay una granítica disposición de sobrevivencia que se les fue encima, y que los aplasta sin misericordia alguna.

¿Qué cuando acabe todo esto volveremos a la “normalidad” de “tu, chavista, allá y yo aquí, bien lejos”?

Probablemente sí, pero la aleccionadora coyuntura que vivimos actualmente florecerá en algún instante que –seguramente-, también demandará del concurso de estas mismas mayorías que por cohabitar dentro las mismas páginas históricas culminarán extinguiendo al envirado pensamiento opresor.

¡Chávez vive…la lucha sigue!

 

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