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28.Feb.2022 / 11:30 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Jesús Faría

El 27 F pasó a la historia como un acontecimiento crucial en la vida de nuestra nación. Se produjeren gigantescas protestas populares en contra de las políticas neoliberales del FMI, pero también una sangrienta represión por parte del régimen puntofijista, todo ello con dramáticas implicaciones para el futuro de la patria.

Iniciando su segundo periodo presidencial, después de prometer las mismas políticas que en su primer gobierno de bonanza petrolera y jurar que nunca pactaría con el FMI, Carlos Andrés Pérez llega a un acuerdo de financiamiento con el ente multilateral a cambio del paquete de medidas neoliberales y de reformas estructurales de libre mercado. Se trataba del ejercicio de la demagogia más grotesca, la misma que la había permitido al bipartidismo de AD y Copei engañar al pueblo y mantenerse en el poder por 30 años.

El paquete de medidas ya es muy bien conocido: privatización masiva de empresa, eliminación de los subsidios, eliminación de las regulaciones económicas del Estado y, en general, restricción de su rol en la sociedad a su mínima expresión; aplicación de políticas de libre mercado; apertura indiscriminada de la economía al capital extranjero… El propósito de estas políticas era descargar todo el costo del ajuste económico en los hombros de los trabajadores, pero también amoldar la economía a los interese del capital transnacional, crear un mecanismo de saqueo de nuestros recursos y riquezas por parte de las potencias imperialistas.
La crisis económica venía galopando y los estragos sociales eran terribles.

Aumentaba aceleradamente la pobreza, la miseria, la indigencia, las desigualdades… El paquete del Fondo agudizó esta situación y la protesta no se hizo esperar. El pueblo salió a la calle con furia incontenible a castigar a los que lo sometieron a una brutal explotación por décadas. En aquella coyuntura no existía una vanguardia capaz de dirigir a las masas populares, tampoco un programa de lucha con objetivos claramente establecidos. Frente a ello, el régimen burgués respondió como suele hacerlo cuando sus intereses se encuentran en peligro: con la más brutal represión.

Eso no era nuevo para nuestro pueblo. El puntofijismo nace de un baño de sangre al movimiento popular, que en los años 60 sufrió asesinatos, desapariciones, salvajes torturas, persecuciones, encarcelamiento a todos los que luchaban por un sistema de justicia, igualdad, democrático, de respeto a los DDHH.

Con el Caracazo se puso en evidencia los limites históricos del puntofijismo, su agonía como régimen dominante, pues ya no era capaz de garantizar la estabilidad mínima del sistema. Se sostenía como régimen dominante solo a través de la brutal represión. Se trataba, además de la primera insurrección popular contra los paquetes del FMI en el continente, después de que todos los países de la región habían probado esa “medicina”.

El Caracazo constituyó una protesta ahogada en sangre. Sin embargo, se convirtió en un catalizador de las luchas contra el puntofijismo. El 27F fortaleció la voluntad de lucha de los jóvenes militares bolivarianos que se rebelaron el 4F del 1992, le imprimió fuerza y determinación a su ánimo de vincularse con el pueblo y provocar una gran revolución popular en contra de ese infame régimen de dominación.

Con el triunfo de la Revolución Bolivariana queda excluida cualquier posibilidad de pactos con el FMI, de aplicación de políticas neoliberales y de entrega de nuestra soberanía al imperialismo. Asimismo, como resultado de la Revolución Bolivariana surge la unión cívico-militar, que descarta cualquier posibilidad de uso de las armas y de las Fuerza Armada en contra del pueblo. Las armas son del pueblo y solo serán usadas en su defensa y en la defensa de la soberanía.

Finalmente, con la Revolución Bolivariana el pueblo desarrollo una consciencia patriótica, antimperialista, que nos garantiza que nunca más volverán a conducir este país las fuerzas políticas que en el pasado reprimieron y traicionaron al pueblo, que en el pasado como en el presente se convierten en piltrafas del imperialismo.

 

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