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4.Feb.2009 / 10:30 am / Haga un comentario

ABN.- Para el 4 de febrero de 1992 millones de venezolanos clamaban por el fin de la cuarta República, cuyos gobiernos dejaron a 75% de la población en condición de pobreza, tras aplicar durante años políticas neoliberales recetadas desde el exterior.

Esta lamentable cifra, obra de la dirigencia política de Acción Democrática (AD) y Copei, fue la más clara expresión del desgaste de aquel sistema que se autodenominó democrático, pero que en la práctica excluyó a millones de ciudadanos de sus necesidades básicas, como alimentación, educación, transporte, salud y recreación.

Sin embargo, mientras esto ocurría en el país, la elite política y un importante número de empresarios venezolanos mostraban un nivel de vida "saudita", sin ningún reparo, gracias a los jugosos negocios que realizaban en el sector público con los ingentes recursos que llegaban a las arcas de la nación provenientes de las exportaciones petroleras.

El pueblo y su memoria

Pedro Guzmán, habitante de la parroquia San Pedro, municipio Libertador, en Caracas, recordó la emoción con una mezcla de temor, según explicó, que sintió cuando recibió la noticia de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992.

"Pensé en la salida de Carlos Andrés Pérez (CAP), pero al mismo tiempo me asaltó la duda de lo que vendría después", evocó Guzmán, estudiante del último semestre de Comunicación Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), al señalar que para ese entonces la necesidad de un cambio político y social en el país era impostergable.

Hoy a 17 años de aquella acción, Guzmán aseveró:"Ciertamente valió la pena, aunque CAP permaneció en el poder, el 4F, después del Caracazo, fue la prueba más evidente de que el ansiado final del bipartidismo estaba cerca".

De igual forma, María José de León, caraqueña habitante de la urbanización Los Palos Grandes, municipio Chacao, fue tajante al afirmar que "AD y Copei destrozaron al país, lo endeudaron, robaron hasta cansarse, mientras el pueblo pasaba necesidades y cuando protestaba le echaban plomo parejo. Hasta los viejitos, en una oportunidad, cobraron lo suyo".

En cuanto al 4F, afirmó que todos en el país añoraban un gobierno que respetara al pueblo y atendiera las necesidades de la gente.

"Yo me alegré al ver que los militares pondrían en su sitio a la cuerda de sinvergüenzas que durante tanto tiempo se habían burlado a todos los venezolanos, pero sobre todo, de los más necesitados", expresó.

El 4 de febrero y la esperanza de un país

La noticia de la rebelión cívico-militar, comandada por el para ese entonces teniente coronel del Ejército Hugo Chávez Frías contra el presidente CAP, fue recibida con gran júbilo.

Prueba de ello fueron los estruendosos cacerolazos que se produjeron en los días subsiguientes en apoyo a los
casi tres mil soldados que arriesgaron su vida por defender la dignidad del pueblo venezolano.

El "Por Ahora" pronunciado por Chávez, luego de entregarse a las desprestigiadas autoridades gubernamentales, se convirtió en una esperanza para todo el pueblo venezolano, que ante todo valoró en el líder revolucionario el hecho de haber aceptado la responsabilidad por la acción militar.

También el 27 de noviembre de ese año se estremecería una vez más el corazón del pueblo venezolano, cuando otro grupo de soldados hizo cierta la promesa de Chávez e intentó poner fin al gobierno de CAP, considerado el padre de la corrupción en Venezuela.

Estas dos históricas jornadas tuvieron un sangriento antecedente, conocido como el Caracazo, el cual ocurrió entre el 27 y el 28 de febrero de 1989, cuando millones de ciudadanos se lanzaron a las calles de todo el territorio nacional para protestar contra las medidas neoliberales adoptadas por CAP y fueron masacrados por órdenes expresas del Ejecutivo Nacional de la época.

Sería este el detonante para que aquel mes de febrero, hace 17 años, los integrantes del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), inspirados en el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, optaran por
levantar las armas junto a un grupo de civiles.

El 4 de febrero el movimiento castrense revolucionario estuvo integrado por cinco tenientes coroneles, 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65 suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2 mil 56 soldados pertenecientes a 10 batallones de las guarniciones militares de los estados Aragua, Carabobo, Miranda y Zulia, así como del Distrito Federal.

CAP y un aliento a la corrupción

Durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1973-1978) se instauró con gran fuerza la corrupción en la administración pública y ésta se deslizo a todos los ámbitos de la sociedad. Debido a la vergonzosa impunidad imperante en el país, difícilmente se podía eximir a un sector de la vida nacional de padecer las deplorables consecuencias de este flagelo.

El grueso de las instancias públicas: partidos políticos, sindicatos, cuerpos de seguridad, Poder Judicial y Congreso de la República eran rechazados de manera abrumadora por millones de venezolanos por sus prácticas corruptas.

Venezuela era vista en el exterior como una nación habitada por truhanes, cuya principal característica era su apetencia por el lujo, sin importar la forma como se obtenía.

La frase "no me den, ponme donde hay" se convirtió durante la gestión de CAP en un aliciente para la mayor parte de los ciudadanos que trabajaban directa o indirectamente para el Estado.

Con la anuencia del gobierno se dilapidaron los recursos del país, pero no fue suficiente y por ello se acudió al financiamiento internacional para satisfacer a los insaciables políticos y empresarios – nacionales e
internacionales – que encontraron en Venezuela un verdadero paraíso para abultar sus cuentas bancarias.

Comienzo del fin

En el segundo mandato de CAP, 10 años después de haber culminado su primer periodo presidencial, la deuda externa era de 35 mil millones de dólares, una de las más altas del continente.

La situación financiera era tan precaria que 80% de los ingresos que percibió Venezuela en el año 1988 se habían destinado a cancelar el servicio de una deuda, la cual sólo sirvió para enriquecer a una clase social y dejó a toda una generación de venezolanos en la más absoluta desesperanza.

Es necesario destacar que ante semejante panorama financiero y el drama social en el que millones de compatriotas habían sido lanzados a la
miseria, los organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ordenaban a las sumisas autoridades gubernamentales reducir el gasto social.

El segundo gobierno de CAP cerró el ciclo del bipartidismo en Venezuela. Aunque no fue derrocado, la presión social era de tal magnitud que la Corte Suprema de Justicia, ente que siempre estuvo de espalda a los hechos de
corrupción, lo encontró culpable por malversar unos 17 millones de dólares pertenecientes a lo que se conoció en la Cuarta República como la partida secreta.

El 4F fue la respuesta que el pueblo venezolano esperaba de los soldados de la patria ante tanto atropello y corrupción. No en vano, desde el año
1983 el llamado a rebelión militar aparecía pintado en paredes de cualquier calle de toda la geografía nacional.

 

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