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14.Jul.2015 / 09:23 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

Prensa PSUV.- Hoy se cumplen 199 años del fallecimiento del Generalísimo Francisco de Miranda; político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano, considerado «El Precursor de la Emancipación Americana» contra el Imperio español.

Conocido como «El Primer Venezolano Universal» y «El Americano más Universal», Francisco de Miranda fue partícipe de la Independencia de los Estados Unidos, de la Revolución Francesa y posteriormente de la Independencia de Venezuela, siendo líder del «Bando Patriota» y gobernante de nuestra Primera República.

Este venezolano y latinoamericano universal, falleció olvidado y abandonado en una triste prisión de Cádiz, 27 años después de la Toma de la Bastilla. Triste coincidencia en la que este ilustre prócer muere en un aniversario de la Revolución por la que luchó, y que significó la ruptura entre la sociedad occidental feudal y la sociedad occidental contemporánea, en la que se dio el tránsito de la sociedad estamental y heredera del feudalismo, a la sociedad moderna, con la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano como bandera.

Su vida:

Francisco de Miranda nació en Caracas el 28 de marzo de 1750. Sus padres fueron Sebastián de Miranda y doña Francisca Rodríguez. Estudió Medicina en la Universidad de Caracas, pero lo interrumpió para trasladarse a España y seguir la carrera militar.

Viajó durante gran parte de su vida participando en conflictos armados al servicio de diversos países, entre los que destacan tres guerras a favor de la democracia: la Independencia de los Estados Unidos la Revolución Francesa (acontecimiento del que fue protagonista destacado, por lo que le fue otorgado el título de Héroe de la Revolución) y las Guerras de Independencia Hispanoamericana.

Destacó en la política como un firme defensor de la independencia y la soberanía de las naciones a escala internacional. Militó en el grupo político moderado conocido como Girondino en Francia, fue firmante del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela, impulsor y líder de la Sociedad Patriótica así como también fue el creador del proyecto geopolítico conocido como Gran Colombia, que Simón Bolívar trataría de llevar a cabo tras la liberación de Colombia, Ecuador y Venezuela en 1826, aspirando unificarlos en una sola nación.

Militar prodigioso, formó parte de las filas del Ejército Español y del Ejército Francés, alcanzando los rangos de Coronel y Mariscal respectivamente. Además, detentó el rango de coronel en el Ejército Ruso, concedido por Catalina II la Grande y fue el primer comandante en jefe de los ejércitos venezolanos, ostentando el título de «Generalísimo».

Su nombre está grabado en el Arco del Triunfo de París. Su retrato forma parte de la «Galería de los Personajes en el Palacio de Versalles»; su estatua se encuentra frente a la del General Kellerman en el Campo de Valmy, Francia.

Antecedentes de su fallecimiento:

El 19 de abril de 1810, Venezuela inició su proceso independentista, por lo que Simón Bolívar persuadió a Miranda para volver a su tierra natal y fue nombrado general del ejército. Cuando el país declaró formalmente su independencia el 5 de julio de 1811, tuvo el honor de firmar el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Más tarde, en 1812, asumió la presidencia con poderes dictatoriales, tras ser nombrado Dictador por el Congreso con el rango de Generalísimo.

Las fuerzas realistas contraatacaron, pero Miranda era incapaz de pasar a la ofensiva por las constantes deserciones que se daban en sus fuerzas. Miranda intentó resistir el ataque realista pero la caída de Puerto Cabello (bajo el comando de Simón Bolívar) a manos españolas, la rebelión de los esclavos de Barlovento así como el creciente número de los ejércitos españoles que lo atacaban, Monteverde desde Valencia y Yáñez desde Calabozo le hicieron imposible resistir.

Temiendo una derrota brutal y desesperado, Miranda firmó un armisticio con los españoles en julio de 1812 en la ciudad de San Mateo. Mientras Miranda esperaba en el puerto de La Guaira para embarcarse al exterior, un grupo de oficiales patriotas, apresaron a Miranda y les entregaron al que hasta entonces había sido líder del movimiento independentista.

Prisión y muerte:

Desde el puerto de La Guaira, Miranda fue transportado al Castillo San Felipe de Puerto Cabello donde a principios de 1813 escribe desde su celda un memorial a la Real Audiencia de Caracas exigiendo el cumplimiento de la capitulación de San Mateo. El 4 de junio de 1813 es trasladado hacia la fortaleza de El Morro, ubicada en Puerto Rico y de allí a España donde es encerrado en el calabozo del penal de las Cuatro Torres del arsenal de la Carraca en San Fernando. Allí sólo recibió algunas noticias y ayuda de algunos amigos. Miranda planea escapar hacia Gibraltar pero un ataque de apoplejía frustra sus planes y muere, a los 66 años de edad, el 14 de julio de 1816.

Así narra la muerte de Miranda el escritor Alfonso Rumazo, en su Libro Francisco de Miranda Precursor de la Independencia (Pag. 340-342):

Hay un preso que le visita frecuentemente a Miranda en la enfermería: el marino peruano Manuel Sauri, testigo de la agonía infinitamente larga del héroe. Por ese hombre modesto sabemos algo de los momentos finales del enfermo. Iba éste en alguna convalecencia, cuando de pronto, la noche del 13 de julio, volvió el ataque de apoplejía. En el lapso de los graves síntomas previos: dolor intenso de cabeza, silbido en los oídos, mareo, pérdida momentánea del conocimiento, “ofreciéronsele a Miranda –le contó Sauri a Ricardo Becerra (Ensayo histórico documental de la vida de don Francisco de Miranda)–, apenas hubo recobrado sus sentidos, los auxilios de la religión, para lo cual acudió a la cabecera de su lecho el capellán del hospital R. P. Albar Sánchez de la orden de Santo Domingo, pero Miranda se negó a recibirlo y despidió al fraile con estas desabridas palabras que los circunstantes, Sauri entre ellos, oyeron distintamente: “¡Déjeme usted morir en paz!”. Añade Picón Salas: “Pero como poco después se inicia el coma agónico, las diligentes hermanitas del hospital consiguen que se le administre la extremaunción. Presencia ya Miranda con los ojos entelados y sin voluntad de rechazo, el grave ritual”. La muerte llegó para este coloso de la historia, a la una y cinco minutos de la madrugada, del día 14 de julio. ¡La fecha de la toma de la Bastilla!

Más allá del llanto, en las sombras de la noche, a la luz de un miserable candil, gime Pedro José Morán vencido también; solitario también para el resto de su existencia. La muerte produce consternación, silencio; hace beber a grandes sorbos el agua de la impotencia. La noche esa vez se hizo más profunda, y las olas del mar cercano cantaron la solemne salmodia por el difunto, que había sido un hombre oceánico. Apenas amaneció, Morán da la dura noticia, en una carta, a los señores Duncan y Shaw, y les cuenta: “No se me ha permitido por curas y frailes le haga exequias ningunas, de manera que, en los términos en que expiró, con colchón, sábanas y demás ropas de cama lo agarraron y se lo llevaron para enterrarlo; de seguida vinieron y se llevaron todas sus ropas y cuanto era suyo para quemarlo”. ¡Era, para todos ellos, los de La Carraca, la enfermería, el pueblo monárquico entero, un simple “reo de Estado”! Lo expresa la partida de defunción:

Certifico [dice el cura de la parroquia] que en el libro quinto de Defunciones del Arsenal de La Carraca, que se custodia en este Archivo, al folio ciento cincuenta y nueve vuelto, se halla la siguiente Partida: “En catorce de julio del año de mil ochocientos diez y seis, falleció en el hospital real, Arsenal de La Carraca, el particular de causa pendiente y Reo de Estado, Francisco Miranda, hijo de Sebastián, natural de Venezuela en Caracas, de estado soltero, edad de sesenta años, no testó, recibió el Santo Sacramento de la Extrema Unción y su cadáver fue sepultado en el Campo Santo de este Distrito, de que certifico…

BR. DN. JUAN FRANCISCO DE PAULA VERGARA.150

Nadie habló en América, en su América que estaba ya libertándose, de la muerte de Miranda. Ni los próceres que ese momento se hallaban combatiendo, en muy ardua guerra. Ni los civiles. El hombre que había sido el asombro del Nuevo Mundo, en los años en que lo incendiaba en rebeldía, para el cumplimiento de la magna revolución, entró en el gran círculo del silencio, sepultado por las voces segadoras de la ingratitud. Bolívar, en ánimo rectificatorio, olvidado ya de la injusta condena que de él hiciera en 1812, le hablará a Sucre, a distancia de nueve años, y le calificará a Miranda de “El más ilustre colombiano”. ¡Era, en verdad, el más ilustre americano! Veinte años más tarde –el 29 de julio de 1836– el rey de Francia Luis Felipe I, inauguró el Arco de Triunfo de la Estrella, en París, “A la gloria de los grandes Generales de Francia”. En el frontis derecho del majestuoso Arco, fue grabado el nombre de Miranda, junto a los de Lafayette, Grouchy, Villaret, Dillon, Charbonier, Valence, Tilly, Ferrand, Chazot, Dumouriez, Pichegru y otros. ¡Fueron los héroes en doscientas batallas! En Inglaterra, en Londres, el hijo del ministro Wellesley, Richard, a quien tanto distinguió Miranda en los días de la misión diplomática venezolana de 1810, dirá que ha recibido la noticia “con el mayor sentimiento”…

El desenlace de esta vida grande, desenlace de tragedia griega, sin salida posible, de fatalismo entero altamente cruel, no fue un final lúgubre, sino en la miseria hostil de la enfermería de Cádiz. Afuera, en el ancho lar de América que era su patria grande, en pie estaba ya la guardia de honor, para escoltarle solemnemente: cinco días antes, el 9 de julio, el Congreso de Tucumán había declarado la Independencia de las Provincias del Plata. Esos legisladores habían cumplido con Miranda, y a su lado estuvieron la noche del 14, en posición de firmes, orgullosos de su triunfo. Y cuando el cadáver fue llevado al cementerio, hubo para él un cortejo de muertos gloriosos asesinados aquel mismo 1816, por el general español Morillo: Camilo Torres, Francisco José de Caldao, Carlos Montúfar, Antonio Villavicencio, Tadeo Lozano, Manuel Rodríguez Torices, Antonio Baraya, Liborio Mejía. Con ellos, y con los ya millares de muertos por la libertad que él había vuelto conciencia en el hombre americano, penetró en el inmenso océano de la perennidad. Allá, como dice el Libro de los Muertos, de Egipto, “no se cansará de ser eterno”.

Legado:

Como atrapado por una incansable locura, Miranda dedicó su vida entera a conseguir su sueño, llegando incluso a morir por el mismo. Poseedor de fortunas, influencias y acreedor de favores de reyes y gobernantes, Miranda hizo a un lado toda una vida de lujos, riquezas y comodidades, y se dedicó con tesón y esmero a la noble causa de la independencia americana.

En ocasión a los 196 años de la muerte, nuestro eterno comandante Chávez expresó: “un día como hoy murió en La Carraca el generalísimo Francisco de Miranda, él está vivo en nosotros, con su grito de igualdad y fraternidad”… “Miranda dejó una gran huella en las luchas emancipadoras”… “Hay que recordar a Miranda y vivir en él y con él”.

Los restos mortales del Generalísimo siguen siendo buscados por el gobierno venezolano con intensas pesquisas en Cádiz y ayuda de expertos forenses.

Hoy recordamos y honramos a este gigante de la emancipación americana, al general de la independencia que más que una bandera tricolor también nos legó las banderas e ideales con los que hoy luchamos los patriotas. Recordar a Miranda es revivir nuestra más noble ambición de ser libres para siempre, recordar a Miranda es también reiniciar el compromiso de continuar su legado de libertad, igualdad e independencia.

Fuentes:

Blog de Chávez: http://blog.chavez.org.ve/temas/noticias/un-dia-como-hoy-murio-miranda/#.VaUNOvmqqko

Libro en formato PDF: Francisco de Miranda Precursor de la Independencia. Alfonso Rumazo González. Ediciones de la Presidencia de la República

 

 

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