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6.Jul.2015 / 08:42 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

Los momentos apremiantes y de dificultad que estamos viviendo actualmente, son precisamente aquellos para los que el comandante Chávez siempre nos preparó para asumirlos con firmeza. Llegó entonces la hora de la verdad. Se requiere poner en práctica toda su enseñanza y la experiencia de estos 16 años de revolución para crecernos como pueblo y una vez más salir victoriosos. Debemos comprender con absoluta claridad, que está en marcha un plan para desquiciar al pueblo, alentando a un enfrentamiento entre nosotros mismos, intentar desmoralizarnos o al menos, culpar a la revolución de todos los males que vivimos hoy.

Partimos por aceptar, que al menos en parte lo han logrado. Es imposible desconocer que muchos de los que hoy comentan y expresan algún descontento y malestar, e incluso llegan a denigrar abiertamente son parte del pueblo llano, que reproduce comentarios negativos y de inconformidad, como consecuencia de la especulación, el bachaqueo, el acaparamiento y el contrabando, expresiones concretas de esta guerra económica. Señalamientos usualmente sin mayores análisis, que simplemente terminan sumándose al “coro” de voces agoreras y de matrices mediáticas.

Eso por supuesto, en vez de preocuparnos, nos debe ocupar y llamar a la reflexión para entender en principio por que lo hacen y en segundo término, debe ser motivación para dar el debate, amplio y sincero sobre nuestras inquietudes y opiniones. Hacer lo contrario sería un error, al igual que prejuzgar que los mismos ya habrían abandonado los ideales chavistas y estarían formando parte de las filas de la contrarrevolución y el escualidismo.

El sentido que orienta toda revolución debe ser la búsqueda de la verdad y el compromiso militante, y en buena medida es eso lo que ha manifestado el compañero presidente cuando hace un llamado a la repolitización, la reideologización, remoralización, apelando a los verdaderos valores revolucionarios como los pilares para la defensa del socialismo que nos hemos propuesto construir y por el cual lucharemos hasta su consolidación.

Si no lo hiciéramos, estaríamos traicionando a Chávez y su legado, abonando el camino y dando inicio a un proceso que podría terminar en forma impredecible. Un escenario que pasa por inocular el pesimismo y mermar la esperanza de nuestras fuerzas de base, vale decir, al poder popular, y con ello ir fraguando en primera instancia y como un primer paso, una derrota en el plano electoral de la revolución bolivariana.

¿Qué debemos hacer entonces los chavistas? Parece una pregunta que nos plantea una respuesta obvia, especialmente para quienes amamos esta patria y estamos dispuestos a defenderla decididos. Allá aquellos con su conciencia, quienes con su mirada indolente prefieren verla caer hecha pedazos y dejarla en manos de los que siempre terminaron “manoseándola” como bien lo dijera el cantor del pueblo Alí Primera.

Una de las cosas que debe caracterizar a todo militante de la revolución es la humildad, y nunca actuar con indiferencia, especialmente en esta coyuntura, sobre los reales efectos que la guerra económica puede a llegar a tener en la conciencia de nuestra gente. Si nos abstraemos de esa realidad, y no damos el debate sobre lo que la gente piensa y siente hoy en día, estaríamos dejando el caldo de cultivo para incubar un germen letal. El germen de la desesperanza.

No debemos temer hablar todas estas cosas sin miedos y sin complejos con cualquiera de nuestros camaradas en la calle. No podemos permitir que se imponga la idea que hablar sobre los problemas y dificultades que actualmente enfrenta la revolución es una cuestión que queda solo para los opositores. Sabemos que eso no es así. Ha sido el propio Presidente Nicolás Maduro el primero que nos llamado a la autocrítica, a la revisión, y a la reflexión permanente.

Recordemos que cada uno de nosotros ha formado parte de alguna de esas interminables colas y también ha sufrido en carne propia todas las vicisitudes que genera el “bachaqueo” realizado por alguno de nuestros propios vecinos, compañeros de trabajo o uno que otro sin oficio, que sin ningún escrúpulo por sus semejante, y sólo motivado por la codicia, es capaz de robar y estafar a alguien con una necesidad real de adquirir un bien o un medicamento.

Todo un panorama que tiene como marco el boicot en la producción de empresarios parásitos que se suman al circuito que genera el desabastecimiento y fomentan la permeabilidad de nuestras fronteras, permitiendo y facilitando el contrabando de alimentos y otros productos básicos, de todo lo que aquí se produce, e incluso de aquellos productos que importamos para nuestro pueblo, una cruel realidad que es estimulada por el diferencial de precios de los productos regulados respecto a los que por ejemplo se venden en un país como Colombia, donde no existe una política social de apoyo a su población. Una actividad que se ha visto exacerbada en los últimos años y que algunos se atreven a señalar que viene desplazando otras actividades ilícitas como el narcotráfico y el contrabando de combustible generadores de grandes ganancias en la frontera.

A estas dos situaciones, se suma el ataque a nuestra moneda, con cotizaciones del dólar absolutamente injustificadas, que generan una especulación grosera hasta con los productos en los que sus procesos productivos no tienen relación alguna con esta moneda. Son elementos concretos como ya hemos señalado antes, de la guerra económica a la que estamos sometidos. No podemos perder la brújula y permitir que se apunte como único responsable a nuestro gobierno. Aquí esta nuestro gran reto, contribuir a identificar a los verdaderos culpables y evitar que se imponga en la gente esa visión que busca endilgarle al gobierno todos los males de la sociedad esperando que esta se revierta contra el propio pueblo.

Cuando sumamos todos los elementos de perturbación y saboteo estos terminan centrando el descontento en el pueblo chavista y no chavista, aunque debemos reconocer que con reacciones y posiciones distintas. Por un lado los opositores se vanaglorian y casi entran en éxtasis cuando un nuevo producto desparece de los anaqueles, desencadenando todo tipo de improperios y abiertos llamados a la violencia, mientras que el pueblo que siempre se ha identificado con la revolución “es sabio y paciente” porque aunque también siente, padece el desabasteciendo, tiene confianza en la actuación del gobierno para la solución de esta situación.

Por supuesto todo esto son temas de conversación permanente en mercados, transporte público, en cualquier esquina, o entre vecinos y amigos. Una realidad que no debemos desconocer ni dejar de asumirla, amén de los precios que de manera desproporcionada y sin autorización, lo especuladores de oficio de manera permanente vienen subiendo ante la actitud impotente y de frustración de la mayoría de la población, que casi resignada terminan diciendo, lo conseguí pero muy caro.

Es el estado de insatisfacción que han buscado generar, convirtiéndolo en algo permanente, buscando crear la sensación que nunca se terminará este oscuro capítulo de la guerra económica dentro de un clima de paz. Que sólo saliendo del gobierno del Presidente Maduro, podremos regresar a la normalidad, y así todo el rosario de males que vienen repitiendo una y mil veces, hasta ver conseguir su objetivo.

Hay que evitar a toda costa, lo que dice el refranero popular, “tanto va el cántaro al agua hasta que un día se rompe”. Y es allí donde debe estar puesta nuestra atención, para que el cántaro no reviente y termine una forma desenfrenada y generalizada de desencanto.

Indudablemente que la solución a un problema tan complejo como el que estamos viviendo, donde incluso parte de nuestro pueblo se ha involucrado para convertir el problema en una opción para “el resuelve” como lo llaman algunos, entrando en la espiral del bachaqueo, y con sectores productivos del país alineados en golpear a la población con la escasez y terminar con el gobierno. Es allí donde ellos hacen toda su apuesta. Imaginan que nuestro grado de conciencia, paciencia y compromiso no resistirá tal presión. Que equivocado están, tengan la seguridad que la tarea no les será fácilmente alcanzable.

Debemos apelar al sentido más crítico que exista en nosotros, para comprender los objetivos que persigue este siniestro plan, y aferrarnos al espíritu de resistencia que por más de 200 años ha caracterizado a este heroico pueblo, para sobreponerse de manera estoica a todas las vicisitudes.

Vale la pena plantearse como chavista y patriota de nuestra querida Venezuela las siguientes interrogantes cuando la oposición pretende banalizar el sagrado concepto de patria: ¿Es comparable el valor de la patria a un rollo de papel tualé, a un kilo de carne, un caucho, una batería, un blíster de acetaminofén, una lámina de zinc, en fin, con cualquier bien material? Parece un problema trivial o menor, pero es un buen indicador de la pérdida de valores que estamos confrontando. Se nos olvida fácilmente, que hace muy poco tiempo nuestros pueblo moría de hambre, comía perrarina, se encontraba en las peores condiciones de miseria y pobreza. No faltaba nada en los anaqueles o en los centros comerciales pero les era imposible tener acceso a ellos.

Apoyamos en forma decidida todo el esfuerzo que en esta materia viene haciendo el gobierno nacional para atenuar y solventar la situación planteada, que en definitiva ha logrado evitar males mayores. Es hora que el propio pueblo en su empeño y espíritu de sacrificio por la patria, demuestre que no es por un rollo de papel tualé que estamos haciendo una revolución. En cambio, si la estamos haciendo para que cada una de las familias más pobres de este país, hoy tenga una vivienda digna. ¿Merece la pena entonces?. Asimismo, pudiéramos ejemplificar hasta el cansancio todo lo que hoy hemos logrado, pero lo que realmente importa es que nuestro pueblo sabe a qué nos referirmos. Esta revolución va mucho más allá de los logros materiales y por eso a veces perdemos el rumbo y el sentido genuino de la misma.

No debemos olvidar, que una vez que el cántaro se revienta, el agua derramada es muy difícil de recoger. Por eso, en circunstancias especiales como las que estamos viviendo, debe salir a relucir nuestra estirpe de chavista, con la que fuimos forjado por nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez.

¡Chávez Vive! ¡La patria Sigue!

Misión Verdad

 

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