Opinión / Adán Chávez Frías

10.Nov.2014 / 09:03 pm / Haga un comentario

Adán Chávez Frías

sentirbolivarianobarinas@gmail.com

I

Te sacaron de tu amplio llano, encadenado. Le cortaron el fuerte paso a tu caballo libertario. La traición te entregó al tirano. Te llevaron vía fluvial hasta el castillo Libertador de Puerto Cabello. Qué ironía ¿no?, un sitio de encierro, con el nombre del gloriosos título del padre Simón. Bueno, también él fue traicionado. No pudieron encerrarlo ni asesinarlo, como a ti, pero lograron frenar el avance de su proyecto libertario; y murió sólo y decepcionado, con aquella expresión cargada de impotencia en los labios: “He arado en el mar”. ¡La traición!, la misma que se llevó a Sucre y más tarde a Zamora, a Cipriano Castro, a ti mismo. Te envenenaron silenciosamente, carajo; cobardes, asesinos, traicioneros. Tuviste que morir con la frustración pintada en el rostro: “Pudo más Gómez”. Pudo más el traidor, el tirano, el entreguista. Luego, la vieja táctica de la guerra sucia, organizada por la oligarquía criolla y apoyada por el Gobierno de Norteamérica: repite una mentira todas las veces que sea necesaria y se convertirá en verdad; trataron de enterrarte en el féretro del desprestigio. Lo lograron por un tiempo, como con Bolívar, quien salió de Venezuela diciendo: “Vámonos de aquí, esta gente no nos quiere”, después que lo tildaron de dictador, que lo llamaron el peligroso loco del sur; o Zamora, de quien se decía era un asesino, un incendiario. De ti decían algo similar: bandolero, asesino. De niño oí que andabas por los caminos cortando cabezas con tu machete cola e’gallo y colgándolas de tu silla de montar, como por diversión. Luego supimos que no era así. El machete era el arma de la época en las cargas de caballería, tu arma de combate en la guerra contra la dictadura del Gral. Gómez. De aquellas batallas surgió el nombre que te identifica: te encomendabas a la Virgen del Socorro de Valencia, en cada carga de machete y en lugar de madre santa, tú gritabas Maisanta. “Maisanta, que son bastantes y van cayendo de a piyote”. Fuiste de los últimos centauros, los últimos de a caballo que se alzaron contra las oligarquías criollas, contra el imperialismo. Ahora bien, como sabemos, los pueblos terminan rescatando la realidad de sus propias vivencias, de los protagonistas que escriben nuestra historia. La lucha libertaria cobra terreno. Y tú estás aquí; a noventa años de tu ausencia física, estás entre nosotros, más fuerte que nunca, con tus ideas, con tu ejemplo, porque los hombres como tú nunca mueren, se convierten en vientos de la sabana, se quedan incrustados en el corazón del pueblo. Y puedes estar seguro ahora, que con el avance indetenible de la Revolución Bolivariana, podemos todos gritar: “Pudo más el pueblo”. Porque la traición y el entreguismo, seguirán siendo derrotados y se concretará definitivamente, el sueño bolivariano que es tu sueño, que es el nuestro, que es el del pueblo venezolano y latinocaribeño.

II

Pedro Pérez Delgado, conocido como Maisanta, nació en la población de Ospino, del estado Portuguesa de los llanos venezolanos, en 1882. Siendo muy joven, casi un niño, mata al jefe civil del pueblo para cobrar una afrenta familiar: ese jefe civil embarazó a su hermana mayor, Petra Pérez Delgado. Debido a ello huyó al estado Carabobo, a la población de Tinaquillo. Allí se une a la insurrección que organizó el General José “El Mocho” Hernández, después que le robaron las elecciones presidenciales; fraude electoral que fue dirigido por el propio presidente del momento, el general Crespo, para favorecer al candidato de la oligarquía, el señor Ignacio Andrade. El candidato del pueblo era el Mocho Hernández, quien había organizado una campaña con el siguiente discurso (tomado de “Maisanta el último hombre a caballo”, de José León Tapia): “Estas serán unas elecciones libres, todos los electores irán a la plaza, allí estarán las urnas, la fuerza pública custodiará, nunca intervendrán. Ese es el ofrecimiento del general Crespo y allí en esas mismas urnas ustedes y toda su gente, la gente que pueden reclutar, en las calles, en los campos, donde sea, depositaran el voto en mi favor para que por primera vez Venezuela, tenga un presidente democrático… Venceremos porque es hora de incorporarnos a la vida civilizada. Esta es la oportunidad del pueblo y no la desaprovecharemos”.

Más adelante, participó Maisanta en la Revolución Restauradora del General Cipriano Castro, junto al cual enfrentó, entre otras cosas, el bloqueo imperialista de 1902. Cuando el presidente Cipriano Castro es traicionado por el General Gómez, Maisanta inicia una guerra de guerrillas en contra del dictador. En ese momento era un prestigioso y revolucionario jefe civil y militar en Sabaneta de Barinas, a orillas del río Boconó; era diciembre de 1908. Castro estaba en Europa tratando de curarse una terrible enfermedad, cuando Gómez da un golpe de estado que fue apoyado por el Gobierno Norteamericano. Esto porque el presidente Castro se negaba a entregar las riquezas del país, la naciente producción petrolera, porque era un gobernante nacionalista. Posteriormente, Maisanta participa en el alzamiento de 1914, donde sus acciones principales son la toma del vapor Masparro, el ataque al Cuartel de San Fernando de Apure y a la población de Puerto de Nutrias, en el Estado Barinas; diversas acciones guerrilleras en las sabanas de Apure y del Arauca colombiano. Allí fue capturado y preso durante dos años, hasta que fue amnistiado por el Gobierno de aquel país. Más adelante, en 1921, Maisanta estuvo presente en la Batalla de Guasdualito, junto a Emilio Arévalo Cedeño, “el Tuerto Vargas”, entre otros. Luego, en 1922 participó en la Revolución del General Arreaga Perdomo. Este General murió en el asalto a San Fernando, el 20 de mayo de ese año. Después de estos hechos, Maisanta fue hecho preso y trasladado con grillos al castillo Libertador de Puerto Cabello. Allí le dieron vidrio molido en la comida durante varios meses, hasta que murió envenenado, el 08 de noviembre de 1924.

Según José León Tapia: “Maisanta poseía carisma y simpatía suficientes para que sin ser un jefe de mando y con éxito entre los otros jefes de la revolución antigomecista, lograra calar profundamente en el alma simple de la gente, hasta el punto de que se le recuerda mucho más que a todos los otros autores de aquellos sucesos… fue una pura ilusión con quien la gente se identificaba y quien, se hubiera vivido en otra época, habría sido un formidable conductor de masas, como lo fueron José Tomás Boves, José Antonio Páez y Ezequiel Zamora”. ¡Gloria eterna, bisabuelo¡¡

¡Independencia y Patria Socialista¡¡

¡Viviremos y Venceremos¡¡

Barinas, 09 de Noviembre de 2014

 

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