Opinión

11.Ene.2015 / 04:12 pm / Haga un comentario

Grito Llanero

Por: Pedro Gerardo Nieves

Con su proverbial y soporífera maledicencia, la escualidez criolla alza banderas contra lo que categorizan como una “invasión china” o una no menos peligrosa “subyugación económica” por parte del gigante asiático. Apelan, ¿cómo no?, a los prejuicios y estereotipos que convenientemente han diseminados sus aparatos de propaganda a una parvada de soberbios ignorantes que se suponen cultos por dormir con el televisor prendido mientras escuchan CNN, Discovery Channel o History Channel. Una especie de “aprenda mientras duerme” que le achicharra las neuronas a cualquier desprevenido pequeño burgués.

Esos mismos medios que pintan a los musulmanes como fanáticos, a los policías gringos como honestos sin mácula, a los rusos como catires altotes y brutos, a los japoneses como honorables y correctos, a los colombianos como narcos y a los venezolanos como corruptos, ha sembrado sobre China y su pueblo una historia falsa que es consumida lamentablemente por mucho conejo paisano.

Ramoncito, a quien le ponemos este nombre para resguardar su imagen de hombre inteligente, por ejemplo categoriza a las instituciones chinas como bárbaras y represoras. Mao Tse Tung, el Gran Timonel, es poco menos que un carnicero masivo y la pobreza, según mi “curto” interlocutor, hace estragos es ese grande país.

Por ningún lado hacen referencias los intelectuales de pantalla led del esplendor milenario de la cultura china, de su cultura de paz y de sus logros políticos, sociales y económicos que hoy lo convierten, merecidamente, en nada más y nada menos que en primera potencia mundial.

Pero lo más grave de la desinformación inducida no son siquiera estas calumnias contra China, lo peor, descomunal como infundio, es que los “ramoncitos” califican a China como “imperio” y le adjudican prácticas que muy bien conocen, porque son moneda corriente de parte del imperialismo que lidera Estados Unidos.

Triste es también que algunos “intelectuales de izquierda”, con sus bufandas, vino tinto y tiquete de avión, también se sumen al coro de enjuiciadores, al acusar al gigante asiático de no ser coherente con el Socialismo manualesco y antimarxista que medra en sus mentes adormiladas por la caña u otras polvorientas sustancias.

Otros, más atochaos y con menos poder de elaboración cizañera, barajan ridiculeces como la mala calidad de sus productos fabriles y racismo puro y duro contra su pueblo.

Por eso queremos, al estilo de los libritos que allende eran dirigidos “al hombre que tiene prisa”, caracterizar con síntesis lo que es el imperialismo para que abandonemos las pazguatadas y aprendamos de las virtudes, y no de los defectos, que también los tiene, del pueblo de Mao Tse Tung.

El imperialismo genera aparatos de dominación militar, estableciendo alianzas a partir de intereses políticos y económicos: plantan bases militares a escala planetaria, generan guerras con falsas motivaciones y derrocan sistemas políticos que no se subyugan a su dominio. China no, y es histórica y heroica su lucha frente al imperialismo japonés, a pesar de poseer el ejército más numeroso, mejor dotado y adiestrado del mundo.

Mundialmente Estados Unidos “certifica” a países del mundo en materia de guerra contra las drogas, derechos humanos, terrorismo, transparencia gubernamental y pare usted de contar. Para ello constituye foros internacionales con sus países lacayos y los entroniza como jueces del mundo. Verbigracia, la Organización de Estados Americanos, por mencionar tan solo una. China, a pesar de su poderío político y militar establece relaciones soberanas, de iguales, entre los países.

Las prácticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, por citar sólo 2 sistemas de subyugación económica imperial, constituyen una lesión contra la inteligencia, la moral y el desarrollo de los pueblos. Sus tenebrosas recetas llenan de enfermedad, muerte y miseria al mundo. China, que es el mayor exportador e importador de bienes y la primera potencia industrial del mundo, establece alianzas productivas y de fraternidad con naciones soberanas e independientes, como Venezuela.

Con más de mil millones de televidentes y usuarios de la telefonía celular, China no llegará a su casa con un equivalente a CNN para manipularlo informativamente, con ningún History Channel para falsificar la historia, ni con películas que lo adocenen intelectualmente. Tampoco tendrá ”misioneros” religiosos que los llevarán a creer en falsos dioses ni impactará en su sistema de creencias.

Porque la confusión en ser una potencia y ser un imperio es la raíz del asunto. Por eso cuando le hablen mal del gigante asiático con quien suscribimos acuerdos para un mundo pluricéntrico, multipolar y humano, respóndale burlonamente: Chin, chun, chan, chen y adjudíquela la categoría de “cuento chino”.

 

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