Opinión / Richard Canan

6.Jun.2018 / 01:48 pm / Haga un comentario

Foto: Cortesía

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Por:  Richard Canan

 

Arrodillado debajo del retrato del Rey, besando todas las estampitas e imágenes de los beatos del templo, poniendo cara de santo humilde y bondadoso. Así palidecía el expresidente Mariano Rajoy en los días previos a ser defenestrado del Palacio de la Moncloa, sede del Gobierno Español. Solo le faltó aparecer dejando flores, velones y rezos, sobre la tumba del mismísimo Francisco Franco en el Valle de los Caídos. Perdón, al “prócer” del fascismo español no se le puede nombrar, so pena de violar la Ley de Amnistía (1.977), que ha pretendido antidemocráticamente y violando las normas más elementales de respeto a los Derechos Humanos, imponer el silencio y el olvido sobre las más de “100.000 víctimas de la represión franquista enterradas en fosas comunes”. Algo así pretende la derecha criolla, disfrutar de total impunidad para sus docenas de asesinatos y demás crímenes cometidos durante sus guarimbas y acciones terroristas de los últimos años.

Volviendo a Rajoy, el discípulo aventajado de Franco, casi que parece el protagonista de una novela rosa sobre las monjitas de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Pero bajo la falsa imagen de apóstol impoluto estaba enquistada una perversa realidad. Rajoy es la cabeza maliciosa y dolosa de toda una compleja trama de corrupción para beneficiarse, durante décadas, de contratos y negocios turbios. Esto le permitió al putrefacto Partido Popular expoliar recursos públicos para su propio beneficio. La Caja B, así llaman a uno de los métodos de financiamiento ilegal de este partido, en la cara misma de todos los indignados españoles.

La caída es emblemática, histórica, humillante. Unió a toda la oposición en un mismo repudio por tanto descaro y rapiña. La trama más visible es el juicio por el caso Gürtel (hay otra enorme cantidad de juicios y procesos judiciales aún pendientes), donde toda la cúpula del Partido Popular fue enjuiciada por la sistemática recepción de “dádivas y sobornos a funcionarios y autoridades públicas”. Fueron condenadas 29 personas por penas que suman juntas más de 351 años de cárcel, incluyendo al tesorero del partido que fue condenado a 33 años de cárcel. En donde gobernaba el Partido Popular, allí había manos sucias saqueando el tesoro público, beneficiándose de los sobornos y la corrupción, destacando las Comunidades de Madrid, Valencia y Galicia.

Toda la ratería acumulada bajo el mando de Rajoy, el cual tiene 13 años como máximo jefe del Partido Popular, pero cuando se presentó amnésico y titubeante ante el juez y la fiscalía anticorrupción (declarando a duras penas como “testigo”), dijo descaradamente que no tenía ni idea de la existencia de dinero sucio o corrupción dentro de su partido. Que todo eso era un mito urbano. Pero las pruebas fueron tan contundentes que las autoridades judiciales declararon que en su testimonio había una evidente falta de credibilidad y honestidad, resaltando que su testimonio “no aparece como suficiente verosímil para rebatir la contundente prueba existente sobre la ‘caja B’ del partido”. La inescrupulosa cúpula del Partido Popular impuso la rapiñería y la corrupción de manera descarada para llenar sus bolsillos, mientras millones de españoles sobreviven bajo la línea de pobreza, con altos niveles de desempleo, sin vivienda o temerosos a los constantes desahucios.

Mientras Rajoy dirigía eficientemente su corporación de hampones y malhechores, se atrevía a mentir sobre Venezuela, atacándonos en nombre de la “defensa de la libertad, el progreso, los derechos humanos y elecciones democráticas”. Claro para el ojo del mayor capo de la corrupción y la ratería en toda la historia de España nosotros somos el problema, mientras ellos son (como prepotente monarquía en decadencia), impolutos ángeles, víctimas inocentes de sus enemigos políticos. Pensaban que sus insaciables niveles de corrupción eran tolerables y necesarios. Se creían intocables, pero son solo unos miserables inmorales que merecen el repudio mundial.

Sus socios en la extrema derecha golpista venezolana andan otra vez de duelo. Perdieron a otro miembro prominente sin haber terminado los novenarios del ratero Kuczynski o haber superado los súbitos despidos de Rex Tillerson y el general McMaster de sus prominentes cargos en la Casa Blanca.

Voluntad Popular se ha despepitado en alabanzas para el defenestrado corrupto Rajoy. Al malhechor le agradecen por su “esfuerzo incondicional” al “impulsar medidas de presión” para derrocar al Gobierno Bolivariano. Eso sí, saludan animosamente los mecanismos por medio del cual la sociedad española logró solucionar su “crisis interna”. Vaya forma de matizar la caída de un jefe de Estado por un juicio de corrupción; y más inmorales aún, hablar de que los ciudadanos de un país puedan solucionar sus propios problemas, cuando puertas afueras la derecha fascista venezolana se la pasa suplicando por la injerencia extranjera y la intervención militar. Tremenda crisis de ansiedad y depresión que padece la dirigencia de Voluntad Popular. Su mal es incurable, se llama “trastorno de identidad disociativa”.

Lo que queda claro es que entre rateros y corruptos se cuidan y se defienden a muerte. Se pondrán un pañuelo en la nariz, pero no pueden comerse la luz atacando a sus generosos benefactores. De seguro que el pavoso Borges, Ledezma y compañía son habituales beneficiarios en la nómina (“gastos varios”) de la Caja B del Partido Popular. Claro, de allí es que sacan sus dispendiosos e infinitos recursos financieros para viajes, viáticos y demás ágapes alrededor del planeta.

 

 

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