Opinión

2.Dic.2014 / 11:13 am / Haga un comentario

Es bien pertinente la polémica diplomática y política, generada por el “grito de dignidad e indignación”, del aún presidente del Uruguay, el compañero Pepe Mujica, frente a la dantesca situación de los DDHH, la corrupción (incluyendo la policial-judicial) y del Derecho a la Vida en México. Independientemente de la opinión que se tenga sobre el Estado mexicano, sin duda cobra vigencia el debate conceptual sobre los “Estados Fallidos” para: 1.- Justificar invasiones e injerencias extranjeras en países soberanos; 2.- Reafirmar el respeto inalienable al derecho a la autodeterminación de los pueblos, y el legítimo derecho a la rebelión ante la opresión despótica de las minorías y/o; 3.- Ejercer la imprescindible solidaridad internacional, con el fin de reforzar la lucha frontal contra la corrupción a todos las niveles y el respeto al Derecho a la Vida y los DDHH en todos los pueblos del mundo.

Ha sido inevitable que el Estado burgués mexicano, cada vez más sumiso y obediente a los intereses del Estado norteamericano, se haya convertido en lo que los gringos llamaron desde los 80 del siglo pasado, un “Estado Fallido”, entendido este por ser un fracaso social, político, y económico, caracterizándose por tener un gobierno tan débil o ineficaz, que tiene poco control sobre vastas regiones de su territorio, no provee ni puede proveer servicios básicos, presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, refugiados y desplazados, así como una marcada degradación económica, solo que al ser México un aliado imperial y formando parte de la “Alianza del Pacífico”, EEUU no le aplica la condición de “Estado Fallido” que tanto promovió y promueve, para justificar intervenciones militares, económica y diplomática como esencia de la política exterior de R. Reagan; G. H. W. Bush; B. Clinton; G. W. Bush (II), hasta el actual “Premio Nobel de la Paz”; B. Obama.

Parecen obvias las responsabilidades que tiene EEUU, por la influencia que ejerce el narcotráfico, la legitimación de capitales provenientes del delito (“lavado de dólares”), el tráfico de armas, los ejércitos paramilitares, etc., como lo señalo en su oportunidad el expresidente Calderón, en la “crisis humanitaria” que aquejan a México. Difícil controvertir la hipótesis que señala estos factores como génesis y determinantes de la situación mexicana y colombiana, lo que paradójicamente los hace a la vez susceptibles de ser considerados de facto un “Estado Fallido” a los fines de la dominación imperialistas, aunque retóricamente no lo declaren.

Por nuestra parte, una de las primeras resoluciones provenientes del primer encuentro del FIVSAP, fue manifestar la solidaridad con los estudiantes de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero. Pero este no es el debate que los medios promueven.

Una vez roto el cerco de silencio impuesto a los defensores de los DDHH y familiares de los estudiantes desaparecidos, las corporaciones mediáticas transnacionalizadas solo se han limitado a dar información escandalosa y amarillista, fomentada y promovida por la cúpula política mexicana.Sin respeto alguno por los deudos. “Denunciando” más fosas comunes, viejas o recientes, distintas a las de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, sin identificar víctimas ni victimarios responsables. Una información que no pueden censurar, ante las dramáticas y reales denuncias, con inmensas movilizaciones del pueblo mexicano indignado, ante lo cual la jauría mediática tratan de desorientar y saturar hasta agotar, haciendo del crimen y el horror un espectáculo, algo “inevitable” y fatalmente cotidiano, como lo han hecho en todas sus guerras y crisis humanitarias que generan.

En lo nacional, llama la atención, el silencio cómplice de la dividida MU$, el mutismo de la despreciable farándula “criolla” al servicio de las mafias mayameras del espectáculo, que junto a unas capas medias pitiyanquis ahora no dicen “SOS México”, así como la mudez absoluta de los supuestos estudiantes que se movilizan, junto a todos los anteriores, solo para conspirar contra el gobierno venezolano. Todos ellos, salvo una reciente y desapercibida condena de la barajusta oposicionista, nada han dicho sobre los últimos desaparecidos en México. Mucho menos se han pronunciado por los más de 70.000 muertos y las 26.000 personas que habían sido denunciadas como desaparecidas o extraviadas desde 2007, y las decenas de fosas comunes a lo largo y ancho de ese país, problema que calificó al asumir la presidencia en 2012, el propio cómplice o ahora artífice presidente Enrique Peña Nieto, como una “grave crisis humanitaria”, por “graves abusos por parte de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado”.

Solo le falta a la derecha venezolana, para seguir recibiendo su mesada imperial, pese a su ineficiencia conspirativa, ser coherentes emprendiendo una campaña conjunta con Barack Obama, defensor del criminal “Monstruo de Ramo Verde”, quien condenó a los manifestantes de Ferguson, en Misuri (Missouri), por “Incendiar edificios, prender fuego a automóviles, destruir bienes, poner gente en peligro… no hay excusa para eso”, para al final rematar que, “son actos criminales”.

Para nosotros los bolivarianos, estos abominables hechos, inoculados o como engendros propios del capitalismo corrupto y corruptor, nos deben obligar a redoblar la solidaridad internacional con el pueblo mexicano y colombiano, y también aprender de México, para ahorrarnos esas cruentas experiencias, “poniendo las bardas en remojo”. Valoremos hasta dónde puede llegar la conjura intervencionista yanqui y la corrupción policial y judicial, entre otras, que sumadas a un Estado burgués permisivo y “tolerante”, solo favorecen al delito con la recurrente impunidad criminal de carteles y mafias, oficiales o no, sosteniendo modelos societarios inviables.

 

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