Opinión

11.Ene.2015 / 05:22 pm / 1 Comentario

Jhonathan Sánchez

Periodista

@jhonathansanche

Al paro ni le paro. Esa frase está siendo repetida aunque en la militancia revolucionaria, pues con mayor énfasis -es de suponerse- por los pequeños y medianos empresarios. Los partidos de la derecha han salido recientemente a deslindarse de llamado a paro alguno. Uno por uno, cúpula por cúpula han ido deslindándose, dejando en evidencia lo estúpido e irracional que puede ser asumir una convocatoria tan insensata e incoherente. Algunos le atribuyen es al sector transporte el sostenimiento del llamado a paro, pero ¿acaso existen grandes élites muy ricas del sector transporte que puedan cometer semejante error?, ¿los camioneteros son ricos?, ¿los mototaxistas se suman al paro?, ¿el BusCCS, el Metro de Caracas, de Los Teques, de Valencia, de Maracaibo, el sistema ferroviario, se van parar?, ¿la clase obrera se va a parar?, ¿el panadero, el abasto, el supermercado, el de la ferretería se van a parar?. La respuesta lógica para estas interrogantes es: no. ¿Entonces a quién se le ocurrió atormentarles la cabeza a algunos venezolanos con estos supuestos y locos llamados desde la sombra? En una situación de estrangulamiento económico al que estamos sometidos es alocada aseveración alguna que llame a un paro y peor aún a saqueos.

El Gobierno Bolivariano con sus políticas de protección del pueblo, de su seguridad alimentaria y garante fundamental de la paz nacional está desplegado con mercados a cielo abierto cerca de los sectores populares y ofrecen los productos de la cesta básica a precios justos, diversas formas de pago y la cantidad de alimentos necesarios para atender a la población de los sectores que rodean dichas jornadas.

Esto es ofensiva revolucionaria en la calle para satisfacer las necesidades de nuestro pueblo, pero al mismo tiempo neutraliza cualquier intento de la derecha de estar pagándole a los mismos guarimberos de febrero del 2014 para infiltrarse en los supermercados y llamar a saqueo. Estos últimos deben ser en primer lugar condenados moralmente por los ciudadanos honestos que puedan estar molestos por lo perverso de la cadena de distribución de productos en la red privada, que los somete a hacer eventualmente algunas colas por la disgregación en varios supermercados cercanos para llevar los productos que menos se consiguen. Son los mismos, le hacen el juego al sabotaje.

Es preciso hacer un recorrido en cualquier sector de las metrópolis, de los municipios estratégicos, y darnos cuenta que de los productos que menos se consiguen están siendo colocados por la cadena privada de distribución de forma despiadada. En un supermercado hay detergente y no hay pañales, mientras en otro cercano y de otra cadena de supermercado hay pañales y no detergente y así sucesivamente con los demás productos, lo que genera de forma automática colas innecesarias por 3 o 4 productos de estricta necesidad para los hogares en las afueras de los diversos comercios privados que son grandes y bien conocidos por los ciudadanos. No hay nada inocente en esta forma de distribución, pretende, por el contrario, generar además de las colas de forma obligatoria y natural por dicha práctica, la matriz y el descontento colectivo por no conseguir todo lo que necesita en un solo establecimiento, su supermercado de costumbre, sino que está obligado a ser víctima de semejante flagelo y encima a calarse a dos personas alborotando la dinámica de espera, que de por sí ya es incómoda por lo que he explicado.

Si revisamos más a fondo nos damos cuenta de los siguientes datos curiosos: no escasean las cervezas que requieren componentes químicos importados para su elaboración, pero sí intentan hacer ver que la harina precocida de maíz -para las arepas- está escasa, cuando es de entera fabricación nacional y también hay en los anaqueles algunos derivados de los componentes de la harina, como la mezcla para cachapas; en las polleras hay pollo, pero en los mercados privados no hay; hay refrescos por montón y agua saborizada, pero no hay agua mineral, ¿acaso se acabó el agua en nuestro país?, ¿de verdad no hay agua potable?. El colmo lo alcanzaron, rayan en lo absurdo, en lo ridículo si es así como pretenden encender el país y gobernarlo. Es así como pretenden acabar con la Revolución, estrangulando al pueblo.

La respuesta más contundente para todos y todas las venezolanas y venezolanos de bien son los mercados a cielo abierto, mientras a través del ejercicio de autoridad se mete en cintura a las cadenas de distribución saboteadoras.

Revisando en la historia también hay datos alarmantes que explican por qué quienes pretenden establecer un símil entre las condiciones que generaron la implosión del 27-F de 1989 están equivocados. Los pobres, los barrios, el pueblo excluido bajó de los cerros a arrebatar de los anaqueles los productos que se exhibían en diversas presentaciones; los anaqueles, las cadenas de frío, estaban repletas de carne, pero las cavas, los depósitos, estaban llenos de alimentos y mientras tanto los pobres comían perrarina, en el peor de los casos,  huevos, sardina, vísceras animales, patas de pollo, pero pechuga jamás. La carne de tercera era para un sector de la población y todo lo de primera para “la gente de primera”. Los «pata en el suelo” salieron a arrebatarle al sistema lo que no podían obtener con sus pírricos ingresos económicos familiares. Antes de “El Caracazo” no se hacía jamás ninguna cola en supermercado alguno, posterior al histórico episodio escaseaban algunos productos debido a que aumentó radicalmente el consumo, ya los pobres de manera fortuita pudieron acceder a consumir lo que antes sólo una élite podía. Hoy día y gracias a la Revolución, desde la llegada de Chávez al poder, los desprotegidos por los que peleó heroicamente el 4-F ya comenzaron a acceder a políticas de gobierno que les permitieron comenzar a comprar de forma habitual en los supermercados, debido a las mejoras sustanciales de sus ingresos económicos y a las políticas de seguridad alimentaria a partir de la creación de los planes sociales, misiones y políticas que hoy siguen vigentes y en la calle.

Ya es evidente que ante el incremento sostenido y agigantado del consumo de bienes y servicios de los venezolanos es preciso incrementar durante este 2105 y en unidad la producción nacional y eso se logra con trabajo y en paz, no con llamados irresponsables a paro o saqueos. Vamos todos a producir por nuestra Patria, sin distinción política saquemos al país adelante, es tarea de todos ganar esta guerra económica, porque no es contra los chavistas sino contra Venezuela y los venezolanos todos.

 

Comentarios

14.Ene.2015 07:56 am
Isabel Sanchez (Aragua) dijo:

Un país se construye trabajando, vamos todos a trabajar ese es el llamado a la paz por nuestras familias a trabajar carajo!!!!!

 

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