Carola Chávez

  • Observadores fraudulentos

    Desde los Estados Unidos, donde un voto no equivale a un votante, donde una aberración llamada “votos electorales” que significa que el voto de un californiano vale mucho más que el voto de, digamos, un residente de Alabama.

  • La guerra de Lorenzo

    Cincuenta mil millones del FMI, “así es, -afirma Lorenzo con una risita golosa- esa es la cifra”. Cincuenta mil millones es el precio que pusieron a nuestro país algunos que dicen tener su corazoncito en Venezuela. Corazoncito arrugado como una pasa por sus miserables ambiciones personales.

  • Boquita mentirosa

    Uno se equivoca millones de veces a lo largo de la vida. Tantas veces metemos la pata, tantas veces se nos enredan la lengua, las teclas, los pies. Es lo humano, lo normal y así deberíamos asumirlo, pero no, porque si el Presidente Maduro dijo “los panes y los penes” ¡Ajá! Qué bruto, no sabe que fueron peces lo que Jesús multiplicó, sino que cree que Jesús lo que tenía montado ese día era una milagrosa orgía. ¡Maburro!

  • El videíto que viene

    Si no ha salido, debe estar por salir el clásico video “apolítico” de la temporada electoral: un grupo de actores y cantantes que pasaron el año destilado su odio hacia todo lo que huela a chavismo, ahora, cuando hay que contar votos, sabiendo que nos los tienen, nos lanzan minuto y medio de un empalagoso y cursi audiovisual.

  • Fiesta adeca

    74 años después y ni la sombra de tu gloria, mi amada Acción Democrática, ni la sombra de tus Romerías Blancas donde el pueblo se bañaba en cerveza mientras nosotros revolvíamos el whisky con agua de coco elegantemente con el dedo. Así cavilaba añorante un adeco, de esos que es adeco hasta que se muera, en la fiesta “a puertas abiertas” del partido blanco.

  • Esa Colombia

    Esa Colombia que se vende al mundo como “hip and trendy” mostrando pequeños, lujosísimos y exclusivos -que viene de exclusión- enclaves para que vayas y “corras el peligro de quererte quedar”. Esa Colombia que no ve, ni quiere que veamos, los enormes cinturones de miseria que se desbordan desde sus centros urbanos, más allá de los confines del campo, traspasando la frontera, expulsando a sus hijos a fuerza de hambre y miedo.

  • Ceguera impuesta

    Los sabíamos, lo advertimos, nos dijeron mentirosos mientras la verdad les llenaba de violencia sus propias calles. No fue suficiente el fuego, la destrucción, la muerte aleatoria que dejaron las guayas, las alcantarillas levantadas, las balas, no querían ver, y no quieren.

  • La frontera y el mismo disco rayado

    Leo en la prensa de Cúcuta que el ministro de Interior de Colombia se tuvo que trasladar a esa ciudad junto a los ministros de Hacienda y Comercio Exterior y un representante del Departamento de Prosperidad Social para sostener una reunión con el gobernador de Santander y el Alcalde y representantes de los distintos gremios empresariales de la localidad con el fin de “hallar soluciones a los problemas generados por la clausura indefinida del paso limítrofe entre Táchira y Norte de Santander y ayudar a los afectados”. Los afectados del lado de allá, claro está.

  • Nada nuevo bajo el sol

    Ahí, con la espalda tiesa, mentón en alto… medio en alto, la verdad; con su franelita blanca, copetico azul, simplicidad chic pensada para igualarla un poquito hacia abajo, para darle un pulido look de señora que hace mercado, un look “yo soy como tú”, dirigido a señoras que no quieren ser como ellas mismas sino como Maria Corina.

  • 17 dólares al mes

    Por ahí he escuchado varias veces, demasiadas veces, a personas dolartodayzadas afirmando que el salario mínimo en Venezuela es de 17 dólares.