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30.Nov.2016 / 09:41 am / Haga un comentario

Fidel

Ser como Fidel, esa es la meta imprescindible que todo revolucionario debe tener en la vida. Fidel es ejemplo de lucha, de resistencia, coraje, audacia y sapiencia. Toda una vida dedicada a la teoría y práctica revolucionaria, con ejemplares acciones libertarias, fielmente guiadas por una visión humanista y Martiana.

Todas las acciones de Fidel estuvieron orientadas a luchar por la libertad y soberanía de su pueblo, contra la pobreza y las desigualdades. Fue una lucha que inició contra la dictadura batistiana y el saqueo de la burguesía depredadora y que luego se extendió a resistir las embestidas del imperio norteamericano.

El secreto de Fidel para la resistencia y contraofensiva es más que público y notorio. Luchar junto a un pueblo férreamente unido y con un nivel superior de conciencia, que ha tenido la energía y claridad necesaria para resistir y cambiar el mundo. Fidel nos dijo que “Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos: el pueblo. Y siempre diremos: el pueblo. El pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel. Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas del pueblo. El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo es ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellos; para nosotros será noble, será bello y será útil todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellos… El pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos. Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria”.

Con esta fuerza mágica fue que Fidel ejecutó con maestría una infinidad de hechos heroicos y valerosos, como el asalto al Cuartel Moncada, el desembarco del Granma junto al Che y todas las luchas y combates en la Sierra Maestra. Luego del triunfo de la Revolución Cubana enfrentó con dignidad miles de agresiones como la invasión de Playa Girón, saboteos a la infraestructura o ataques terroristas. Resalta la emblemática y anecdótica contraofensiva productiva de 1968, convocando a todo el pueblo cubano (obreros, estudiantes, militares, artistas) a participar activamente en la zafra azucarera (“Con sequía o sin sequía los 10 millones van”).

Estando Cuba en el epicentro caribeño de la Guerra Fría, Fidel tuvo que enfrentar, con valentía y gallardía, la crisis de los misiles balísticos de 1962; así como el derribo, por parte de la defensa antiaérea, del avión espía estadounidense U-2 en Banes al oriente del país. En paralelo, resistir junto a su pueblo toda la compleja y precaria situación del Período Especial, consecuencia directa de la “desintegración del bloque soviético” y del perverso bloqueo y embargo comercial norteamericano (la Cuban Democracy Act y la Helms-Burton Act), impuesto unilateralmente durante más de 50 años contra Cuba.

Ante esta inmoralidad, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado mayoritariamente durante 30 años condenando el oprobioso bloqueo del Imperio Norteamericano, el más poderoso y sanguinario del planeta, contra la pequeña isla de Cuba. En la votación del año 2016, 191 países apoyaron a Cuba y se produjeron las tragicómicas y solitarias “abstenciones” de Estados Unidos e Israel. Este repudio mundial se ha constituido en toda una vergüenza para el Imperio norteamericano y en una enorme victoria moral para Fidel y el valeroso pueblo cubano.

La Revolución Cubana forjada por Fidel es sinónimo de solidaridad y hermandad. Cuba ha dedicado enormes esfuerzos para lograr la libertad y soberanía de los pueblos oprimidos, ayudando hasta en sus necesidades más básicas. Fidel impregnó a su pueblo con la noción del “deber internacionalista”, diciendo que “Quien no sea capaz de luchar por otros no será nunca suficiente capaz de luchar por sí mismo”.

Por eso Cuba, un pueblo humilde y sencillo, ha hecho de la solidaridad y el internacionalismo un ejemplo para todas las fuerzas revolucionarias del mundo. Fidel se esmeró en compartir y desplegar la base médica y científica cubana en donde fuera requerida. Desde 1962 los primeros médicos cubanos salieron para Argelia y luego de 50 años de labores, más de 130.000 médicos y colaboradores han prestado servicio en más de 100 países. La ayuda solidaria ha llegado a toda América Latina, África, Asia y Oceanía. Los médicos cubanos se han embarcado en las misiones humanitarias más difíciles del mundo, como la atención a los niños víctimas del accidente nuclear de Chernóbil; la atención a las víctimas del terremoto de Haití del año 2010 y luego el huracán Matthew, dejando miles de muertos y millones de personas damnificadas, peleando incansablemente contra el cólera y el paludismo; en Liberia y Sierra Leona, un contingente de médicos cubanos luchó abnegadamente contra el virus del Ébola. Esta gente de Fidel sí que tienen bolas, coraje y amor por el prójimo. Esto es solidaridad.

El espíritu solidario de la Revolución Cubana también incluye el envío a países necesitados de brigadas alfabetizadoras, maestros, especialistas agrícolas e ingenieros. Todo lo que se requiera para combatir la pobreza, las desigualdades y las necesidades de los pueblos. Con esta conciencia solidaria, Fidel impregnó de sueños libertarios a todos los pueblos del mundo, alertándolo siempre de las nefastas consecuencias del capitalismo depredador: “Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra”.

Frente a las adversidades y dificultades, Fidel nos dejó una llamarada de aliento, llena de su enorme fuerza moral y ética. Siempre avanzar y jamás retroceder. Con fuerza nos dijo: “Nosotros hemos sido siempre muy optimistas. Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias. ¡Y hay que ser optimistas! Un pesimista nunca podría ser revolucionario”.

Por este extraordinario ejemplo de lucha, queremos ser como Fidel.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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