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11.Oct.2021 / 09:31 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por  José Garcés

 

En el país de Urk los atardeceres tiñen el cielo con esa tonalidad verde agua que los hace tan mágicos y les confieren esa pizca de irrealidad que caracteriza el país entero. En una escuela, los niños salen al recreo en la noche e inventan un juego. Uno de los fantasmagóricos niños lidera al grupo y ordena: “Vamos a jugar a la Democracia”. Y al grito ensordecedor de ¡¡¡Biennnnnnnnnnn!!!, salen disparados corriendo en todas direcciones y gritando cosas ininteligibles. Un grupo de niños se dirige al panel de control de la electricidad y lo destruye con una saña sin igual. En ese momento se apagan todos los bombillos y la escuela queda a oscuras. Las maestras ya suponen lo que está sucediendo y con una cara entre fastidio y resignación se preparan para la larga jornada. Otro grupo de niños encierra a algunos compañeritos en un salón y se disponen a incendiar el salón con esos niños dentro. Los gritos de los aterrorizados apresados son espeluznantes pero ya las maestras están acostumbradas a eso.

Un tercer grupo de infantes ha bloqueado todas las entradas a la escuela. Ha roto cientos de botellas y sus filosos vidrios decoran ahora el piso por donde se puede entrar. Al mismo tiempo han desplegado decenas de “miguelitos” para romper los cauchos de los vehículos que quisieran irrumpir en la escuela, todavía recuerdan que con los vidrios no fue suficiente para retener el avance de los vehículos blindados que tuvieron que intervenir la última vez que jugaron a la Democracia. Ese día los niños se fueron a sus casas, muy tristes y frustrados, y sin poder ni siquiera terminar su juego.

Otro grupete de jugadores ha improvisado una especie de pasarela por la que obligan a caminar desnudos a los otros infantes que no participan del juego, al tiempo que les insultan, los bañan de excrementos y de pintura roja. A ellos les tienen atadas las manos con alambre de púas para evitar que corran y les estropeen la diversión.

Uno de los del corro de jugadores se ha alzado en la tarima que hay en el patio de la escuela, que es donde tradicionalmente hacen los actos culturales y ponen el nacimiento viviente, y en esta oportunidad se ha autoproclamado como Director interino de la escuela, desconociendo a las legítimas autoridades nombradas por el Ministerio de Educación de la República de Urk.

La comunidad de Padres y Representantes sabe de estos tiernos e inocentes juegos infantiles y les ha prestado todo su apoyo, al punto que han llegado a reconocer al autoproclamado alumno como el legítimo Director de la escuela, y con él se entienden para darle las cuotas que pagan mensualmente. Esta misma comunidad tiene encendidas sus cámaras digitales para registrar cualquier declaración de los enternecidos niños que juegan a la Democracia. Estas declaraciones incluyen repetidas denuncias a la comunidad de Padres y Representantes: que sus Derechos están siendo violados, que la Directora los encarcela y tortura, que no se les respetan sus derechos estudiantiles… Los padres y Representantes están siempre prestos a recoger estas declaraciones y hacerlas virales en las Redes Sociales.

A media hora de iniciado el juego, la escuela humea por todos lados, otros niños que no quisieron jugar fueron quemados vivos y sus cadáveres fueron apilados a la entrada de la escuela. Los jovencitos degollados por guayas que ataban entre postes todavía dejan correr su sangre en el patio escolar y los nenés que no estaban en el juego se tratan de recuperar del horror para poder reiniciar clases porque ya ha terminado el recreo.

Si esta historia es leída por un extraterrestre, inmediatamente pensaría que se trata de literatura fantástica y nunca se le hubiera ocurrido pensar que está basada en hechos absolutamente reales y comprobables.

Pues sí, esta historia, aunque es fabulada, y obviamente no existe el país de Urk, está basada en la conducta perversa de la oposición fascista. Los hechos que dan pie a esta historia son los perpetrados por ellos cuando les da por jugar a la “democracia”.

Los elementos definitorios de la democracia, en tanto gobierno del pueblo, como el ejercicio del sufragio, y sus correlatos conductuales, como la tolerancia, el respeto a los resultados electorales y el respeto a la disidencia, sencillamente no existieron en la historia reciente de práctica política de la oposición fascista.

Sin embargo, para la comunidad internacional sigue siendo el gobierno revolucionario el violador de los Derechos civiles de los opositores, cuando fueron éstos quienes se encargaron de, literalmente, incendiar el país durante tanto tiempo. La Oposición fascista y el imperialismo se encargaron de realizar las prácticas políticas más perversas inimaginables con el objetivo de aturdir psicológicamente a la población y así tratar de soliviantarla contra el Gobierno, cosa que no sucedió. La oposición fascista forjó maestría en una de las prácticas más abyectas que se han registrado en la política en todo el mundo, dejando un muy lamentable saldo en Venezuela.

El ejercicio de la democracia tiene varias dimensiones, una de ellas es el sufragio. A través del voto popular se pueden escoger los representantes a las diversas instancias de poder en el Estado venezolano. Para un adecuado ejercicio del sufragio se deben desarrollar habilidades de madurez que impliquen el respeto a los resultados electorales.

Este 21 de noviembre, los revolucionarios podemos dar un ejemplo digno de cómo se juega a la democracia. Podemos demostrar una conducta de altura, con moral e hidalguía; alta la frente y limpia la conciencia, que es lo único que puede legitimar a los ojos del mundo, que los venezolanos queremos PAZ y que esta paz es la base para el desarrollo económico y social de Venezuela.

Al parecer de muchos de los que nos observan a lo largo del planeta, somos nosotros los violadores de Derechos Humanos. Así el imperialismo ha conformado un mundo al revés en el que se dice demócrata al que quema personas vivas, despliega la perversión como práctica política, y se tilda de autoritario al que promueve más de 28 elecciones que pueden ser corroboradas, auditadas y observadas por toda la comunidad internacional.

 

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