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1.Jul.2015 / 03:19 pm / Haga un comentario

Foto: Archivo

Sólo basta con medio toquetear la prensa escrita y digital del escualidismo para darse cuenta de su desesperado intento por convencernos de que Venezuela se está cayendo a pedazos, tanto por la supuesta hambruna («crisis humanitaria») como también por el encarecimiento del goce, sea éste cosmético o turístico.

Sin lugar a dudas la caída de los precios internacionales del petróleo, producto de la manipulación energética de Estados Unidos, y la guerra económica por parte de sectores parasitarios de la economía nacional, han trastocado las expectativas y/o aspiraciones del hecho económico, al mismo tiempo que la estrategia intenta implosionar las bases y fundamentos de la política económica chavista.

Pero después de tres años de guerra económica hay algo que es necesario recordar: no han podido.

Eso llamado «el venezolano» no es una categoría unitaria donde todos nos damos las manos y cantamos al unísono una canción de Yordano y después otra de Frank Quintero con la camiseta vinotinto.

Si fuera así, entonces María Corina Machado y demás voceros de la ultraderecha venezolana no hablarían de una «Venezuela decente y democrática», reconociendo vía omisión que dicho país del decoro y la virtud (superior) ha perdido 17 elecciones frente al chavismo. Chavismo que no es ni la «otra mitad» ni legítimo representante del pudor ciudadano, sino una fuerza política mayoritaria que ha desmantelado todos y cada uno de los planes del enemigo, sorteando inteligentemente las dificultades impuestas.

Pero después de tres años de guerra política hay algo que es necesario recordar: la «Venezuela decente y democrática» apoyó abiertamente el incendio de calles, avenidas, la instalación de guayas y el asesinato de efectivos policiales y militares. La condición decorosa la otorga la oblea del Padre Palmar en su homilía de cada domingo.

La clase media (y los aspirantes a, desclasados por, descontentos y confundidos a partir de) son el target de las alucinaciones más extremas de la mediática venezolana. Aunque las reiterativas campañas de desinformación y neurotización están diseñadas para acoplarse fácilmente en cada sector poblacional, sin duda alguna la «Venezuela decente y democrática» es quien consume con mayor afinidad las enloquecidas maniobras de propaganda, soltadas a velocidades que suelen rompen la barrera de la cordura.

Y con esto no estamos diciendo que las maniobras no tengan al chavismo como objetivo, más bien, el carácter incisivo de la estrategia demuestra que la poca receptividad requieren una mayor potencia en el mensaje, léase Maduradas o DolarToday. Pero el escualidismo cuando acepta que la situación política del país es producto del «modelo chavista» y no de una guerra dirigida a torcer la voluntad política de la población, no lo hace porque está despolitizado o confudido, sino todo lo contrario: asume una postura desinformada, sí, pero política al fin, pues apoya la permanencia de la guerra como último recurso para cambiar eso que tanto le hace botar la piedra.

Este sector social, como decíamos, es sujeto activo de alucinaciones extremas.

Vive en un estado de intranquilidad permanente, atormentado por la supuesta hambruna que vive Venezuela, insomne porque ya se habla de «hiperinflación», aturdidos por el aumento de los pasajes aéreos, entristecidos ante la reducción del cupo viajero, en fin, ofuscado y torturado cerebralmente debido a la infinita cantidad de frustraciones y odios transferidos como parte del portafolio mediático opositor. La clase media encabeza, en tal sentido, su excelentísima cartera de clientes.

Pero este estado de perturbación mental es sólo el lado A.

El individuo que suele consumir (y asumir como cierta) la nociva propaganda engañosa de la mediática opositora, es el mismo que consume tips para depilación casera, la cual necesita de exclusivos (y costosos) productos tales como Lederm de L’bel, Rosa Eau Légère de Tous e Icon, de Dunhill, para realizarse con todo el tupé que amerita; es el mismo individuo que consume el horóscopo de Adriana Azzi, donde la entrega de créditos bancarios, la compra de un nuevo vehículo, la remodelación de los baños y los viajes de placer y/o negocios le auguran felicidad y muchísimo éxito; que también consume tips alimenticios que le recomiendan comprar y comer mucho salmón con aceite de oliva para mejorar la salud; al igual que importantísimos consejos de maquillaje con la última línea de productos L’bel, para degustar de un festival de música francés y revivir los viajes anuales al extranjero con encuentros internacionales de bartenders.

Al mismo tiempo que vive atormentado por la «situación» del país, también disfruta de todo aquello que la cultura del petróleo le garantiza.

Con esto no intentamos enunciar que el chavismo no vaya a peluquerías o se mantenga totalmente alejado de los cosméticos o de equis consumo suntuario, porque al momento de realizarse como consumidor no coloca una sonrisa macabra a lo Guasón por lo mal que está el país mientras le secan el pelo o se come una parrilla en un restaurante.

El mismo sector social que vive atormento por que el Gobierno Bolivariano supuestamente es el culpable de su crisis de identidad, es también aquel que se atraganta de informaciones engañosas mientras disfruta de todo eso que dice faltarle. Conclusión de un cuadro clínico profundamente peligroso, alimentado vertiginosamente por la mediática opositora en torno a «la crisis», en pro de exacerbar odios y frustraciones a tal punto de disfrutar con alegría los réditos electorales que promueve la violencia irregular, los asesinatos selectivos y la permanente conflagración de planes macabros en lo económico.

El activo político real de la oposición venezolana consiste en esa franja poblacional enferma y tan llena de odio hacia nosotros, que está dispuesta a legitimar y aceptar lo que sea.

Pero después de tres años de guerra sin cuartel hay algo que es necesario recordar: la clase media es la única interesada en que se perpetúe la guerra contra Venezuela. Y seguirá siendo así aunque se les atiborre de carros, apartamentos, dólares y demás lujos, porque la decisión de tumbar a Nicolás Maduro ya está tomada desde hace rato y ellos se sienten parte de ese plan, no ponen en riesgo su salud mental de gratis, ¿o sí?

Misión Verdad

 

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