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19.Jun.2021 / 07:43 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Alfredo Carquez Saavedra

Los últimos representantes de la oligarquía colombiana que han simulado ser presidentes del país vecino han marcado hitos inmejorables en la especialidad del caradurismo político.

Santos, por ejemplo, quien aceptó el Premio Nobel de la Paz con las manos manchadas de sangre, hoy se lava esas extremidades, pide perdón y afirma que eso de los falsos positivos no era con él. Pastrana, quien anda dictando clases de moral y ética por los medios de comunicación que aún le sirven de megáfono, sufre amnesia intencional y olvida de plano su relación con el curiosamente suicidado Jeffrey Epstein, el multimillonario pederasta que sabía demasiado. Y en esta lista no hay que olvidar al campeón de los derechos humanos y la democracia (según Borges, Guaidó y Leopoldo), Alvarito, quien a pulso de alimentar fosas comunes se ganó el mote de Matarife.

Pero es Duque, con su carita porcina, quien haciendo uso de eso que llaman aprendizaje vicario, ha roto todos los moldes. Habla de paz y permite los asesinatos selectivos de quienes aceptaron dejar las armas; niega la existencia del creciente número de masacres de campesinos y dirigentes sociales y las minimiza, calificándolas de asesinatos colectivos. Habla de democracia y ordena a la policía militarizada y al ejército enfrentar la movilización popular como si se tratara de un conflicto armado. Y ante la creciente presión nacional e internacional acepta reformar su cuerpo de choque pero solo cambiandoles el color y diseño del uniforme. Acusa (sin pruebas) a su incómodo vecino chavista de promover el narcotráfico, cuando su entorno personal y su gabinete está lleno de capos de la droga. Y alguna que otra vez habla de independencia -temida palabra en esa nación- cuando el territorio de la sufrida Colombia está plagado de bases militares de sus patrones de la Casa Blanca.

Y eso no es todo. De Duque siempre se puede esperar más: está su nueva faceta de pedigüeño. Tal y como estaba previsto y requeteanunciado por amigos y empleados de Guaidó, el jueves 17 de junio se llevó a cabo la Conferencia Internacional de Donantes en Solidaridad con los Refugiados y Migrantes Venezolanos.

En este evento, que curiosamente, pasó bastante por debajo de la mesa, la marioneta uribista, casi llora (estilo cocodrilo), al tratar de convencer a los incautos “internacionales” de que le aflojen bastantes dólares para “atender a los migrantes venezolanos”. También aprovechó la ocasión para pedir que el mundo libre, occidental y cristiano, termine de acabar con ese mal ejemplo que representa el chavismo, condición necesaria para frenar la llegada de vecinos provenientes de Venezuela.

Eso sí, Duque jamás habló de los millones y millones de colombianos que por décadas se han visto obligados a abandonar su patria, huyendo de la pobreza, la violencia y la guerra sucia. Y menos de quienes son refugiados en su propia tierra: A finales de 2020, Colombia continuaba registrando el mayor número de desplazados internos, 8,3 millones de personas.

 

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