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12.Ago.2015 / 01:21 pm / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

El chavismo es la más genuina expresión de identidad política parida en Venezuela, quizás, en toda nuestra historia. Es mucho más que un «fenómeno político de masas», como dirían algunos reduccionistas de la politología. Es un proceso histórico con el apellido de Chávez. Para hablar en Venezuela de estallidos sociales, hay que considerar que un estallido social hoy ocurriría en un escenario donde el chavismo es una realidad política consolidada.

La historia venezolana nos ha demostrado que en los puntos altos de la gran confrontación han servido para generar inflexiones históricas profundas. Los tiempos de la bovera, la Guerra de Independencia, la Guerra Federal, el 23 de enero y el Caracazo han servido para torcer la historia, han servido también para llevarla a cuestas. Todo tiempo de coyuntura nos repolariza, nos moviliza, nos convoca.

Toda vez que el pueblo venezolano ha sido provocado y éste ha decidido salir a imponer el orden, la historia cambia, se rompe un ciclo histórico y se inicia otro. Pese a que los fantasmas de la traición (como el del 23 de enero) van y vienen siempre en el pandemonium y sus circunstancias, el pueblo venezolano construye su síntesis. Nada se pierde. Siempre vale la pena reaccionar. Pese a los reacomodos del poder luego de cada estallido, queda luego la fractura. Pero lo cierto es que en nuestra historia reciente luego del Caracazo, la única reacción parecida a un estallido social se vivió el 12 y 13 de abril de 2002, y ha sido para restituir la identidad popular en el poder constituido, y es quizás la única vez en la historia venezolana en que un pueblo reacciona para restablecerla.

Son estas paradojas de nuestro devenir político. Quienes hoy se aventuran a edulcorar la crónica de un estallido inducido, juegan a interpretar un guión en el odioso juego de la desestabilización. Quieren invocar lo que les gustaría ver venir, porque creen que eso les va a beneficiar. No saben lo que dicen.

Por otro lado, la odiosidad academicista de articulito tiene la dura inconsistencia de no entender, y más bien desconocer, las cualidades del chavismo profundo, el cual es en esencia el único históricamente facultado para producir un verdadero estallido social. Quienes afirman que en Venezuela habrá un estallido, creen que el pueblo chavista más arrecho va a salir a tumbar a Maduro. Monumental incoherencia.

La confrontación abierta

Ya vivimos un «estallido popular» de clase media, intentando tumbar al gobierno chavista durante las guarimbas. La guerra económica se encuentra en una etapa pre-electoral muy severa. El ataque articulado de los grandes sectores económicos extorsionando a la población con fines electorales se efectúa, mientras pulsean contra el Gobierno que está del lado nuestro. El asedio mediático internacional contra Venezuela es brutal. Venezuela es objeto de una «agresión de espectro completo» que funciona en simultáneo en todos los ámbitos de la institucionalidad, la vida económica y la sociedad. Pero el Gobierno se sostiene, la Revolución no se detiene y contra toda predicción, de esas que vienen desde el 2013 anunciando un «inminente» estallido popular y la caída inmediata de Maduro, siguen en el limbo de la equivocación. Los predictólogos del estallido siguen quedándose avasallados por la realidad. ¿Por qué?

Todo preámbulo a un estallido social en Venezuela ha estado signado por inhibidores históricos que intentaron contener a la masa, sometiéndola y desviándola. El viejo poder se especializó en someter y contener. Se especializó en evitar la implosión de las clases populares, desmontando todo catalizador que nos empujara al cambio político. La naturaleza del poder instituido ha sido precisamente la de preservarse, preservar todo como está.

Esto cambió en Venezuela. Desde el mismo poder político institucional se le dio parto a una Venezuela que implosiona todos los días. Todos los días hay un pequeño estallido social en el país. Todos los días hay escaramuzas entre el poder instituido y el emergente. En Venezuela desde hace años la relación entre «empresarios y consumidores» dejó de ser armónica (como nos decían que era), cuando Chávez hizo visible al enemigo concreto: el poder económico.

La sociedad venezolana en tiempos de chavismo comenzó a ser una sociedad de catalizadores, de acelerantes de un proceso político e histórico. La implosión chavista se produce todos los días, en cada año electoral, en cada samplegorio nacional, en cada medida económica, en cada reacción burguesa. La discusión política va más allá del chavismo y se traslada hasta sectores de la derecha que también interpretan la realidad nacional. Toda Venezuela es un hervidero todos los días, no somos una olla de presión. No hay inhibidores que nos contengan. La Revolución se convirtió en un candelorio habitual, donde entre avances y retrocesos, entre consistencias e inconsistencias, el devenir político nacional se resuelve en una pugna perenne.

La confrontación es para algunos dolorosa. Muchos creen que la paz social de los sometedores claramente impuestos sobre los sometidos es estabilidad. Hay quienes por otro lado que creemos que la confrontación es necesaria, si la lucha es por más justicia. Una Venezuela sin confrontación abierta (no violenta), prolongada y generalizada, es la Venezuela del estallido social permanente y esa es la Venezuela en la que vivimos.

Otra de las cuestiones de esta explosión social a cuentagotas yace en las particularidades de nuestro proceso político. El pueblo profundo siente en el Gobierno nacional a un aliado contra el enemigo de clase. Pese a los avatares de la institucionalidad y los muros naturales que ella sostiene, el pueblo hace los boquetes y en ocasiones el mismo Gobierno ayuda a abrirlos.

Mitos sobre un estallido social

Quienes idearon la guerra económica apuestan por que el pueblo venezolano es una masa amorfa pendeja, sin interpretación sobre su realidad política. Los ejemplos son interminables. Desde la creencia del «estallido» por cupos viajeros, hasta por el «estallido» de la falta de cerveza Polar con su «ahorita sí se va a armar el lío porque la gente no va a tener qué beber», que coloca al pueblo venezolano como una manada de borrachos violentos en plena abstinencia etílica.

Los cronistas del «estallido» son los mismos cronistas del discurso de guerra de la burguesía en esta coyuntura. Quienes hoy (desde la derecha) nos dicen que hay que votar por ellos para salir de esta crisis (que ellos mismos han generado) nos están diciendo que les digamos que su estrategia funciona, lo que implica que si nosotros cedemos a su intención (si la derecha gana las parlamentarias) la guerra económica continuará luego de diciembre con más fiereza hasta la consolidación de otros objetivos electorales por la derecha. Habrá escuálidos de la clase media así de ingenuos que les compren esa labia, pero el chavismo profundo es otra identidad social y no cede al enemigo, no se asume extorsionable.

La reacción social a lo que sucede tiene un preámbulo electoral, se resolverá electoralmente, y he ahí que la variable de nuestra polarización marcará una pauta catalizadora. Gran parte del debate nacional se concentra en eso.

Pero hay un pequeño mundo de «analistas» y predictólogos del desastre, que como dijimos al inicio, juegan un papel en la desestabilización prediciendo estallidos. Otros, desde la pequeña izquierda editorial de berrinches, escriben fatalismos esperando que ocurran, nada más para masajearse el ego intelectual y decir: «se los dije». Descartemos los estallidos reales de la literatura predictóloga y coloquémosla donde debe estar: en la sección de ficción y astrología.

Algunos de los predictólogos teledirigidos de la derecha se basan en la incongruencia de que un estallido iría contra el Gobierno. Lo cierto es que, de haberlo, cosa que no sucederá, no sería contra el Gobierno, sería contra la propiedad privada, contra el enemigo empresarial en el terreno, contra el especulador al frente. Y ese es otro mito sobre el «estallido que ya viene».

Dicen que si viene el estallido el Gobierno será el primer perjudicado. Eso quedaría en entredicho en un país politizado desde el chavismo formulado sobre la polarización, pues si el Gobierno se asume acompañante de la reacción social, no habrá masacre estilo Caracazo. Quienes creen que Maduro va a mandar a masacrar al pueblo para proteger la propiedad privada, no conocen a Maduro.

El mito del estallido social también se basa en hacer lucir como estallido algo que no es. Esto se ha apreciado ante los eventos de San Félix y el desmontaje articulado que ha habido a nivel nacional de conatos inducidos de violencia guarimbera en colas, también por la reacción organizada de mafias bachaqueras.

Sobre esto último es necesario plantear escenarios probables: en Táchira y en Zulia muy probablemente se producirán eventos que serán reseñados por la mediática como «estallidos» populares. En Táchira hay una contención monetaria muy ordenada por parte del Estado y las entidades bancarias a los fines de contener el bachaqueo de billetes o «cambiazos». Hace un mes pagaban hasta 20% de ganancia por cada billete de 100 bolívares colocado del lado colombiano. Como sabemos, esos billetes reingresan al país de la mano de colombianos para bachaqueo de productos. Esta semana los billetes comenzaron a pagarse a 60%, dado que ha comenzado a disminuir el flujo de billetes de 100 al otro lado. Toda acción contundente del Estado contra las mafias de Cúcuta ha tenido la reacción de las fuerzas violentas del guarimbeo, no ha de extrañarnos que esas cosas sucedan.

En Zulia fue anunciado que se efectuará un bloqueo masivo de personas en los sistemas de abastecimiento ya identificadas como bachaqueras, por lo cual quedarán excluidas de comprar en cualquier abasto que emplee captahuellas en las redes públicas y privadas. Esto indica que unos cientos o miles reaccionarán, probablemente, contra abastos donde no se les es permitido comprar.

Pese a los detalles en estos casos probables que acabamos de explicar, si eventos violentos suceden en estos estados fronterizos, el planteamiento mediático será el de colocarlos como estallido. La guerra es comunicacional también.

Los mitos sobre lo que es un estallido y lo que no es, pasa también por la sensación de indefensión estructural y la identificación del enemigo concreto. Sobre eso, el país tiene 16 años de historia reciente. Por un lado con el chavismo en el Gobierno, haciendo lo que ha venido haciendo: defendiendo a la gente. La oposición y el empresariado haciendo lo que han venido haciendo, desde el paro económico de 2002 y hasta de lo que hace el tipo del abasto a la vuelta de la esquina. Los venezolanos no somos gente pendeja, aquí todo el mundo sabe quién es quién.

Franco Vielma / Misión Verdad

 

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