Opinión / Héctor Agüero

24.May.2014 / 04:19 pm / Haga un comentario

Vicman

Resulta difícil hablar de la oposición en singular. Es como un deseo irrefrenable referirse a esa porción de ciudadanos en plural. No hay otra manera. Imaginamos una explicación: son grupos de micro partidos y de ex grandes partidos del pasado, venidos a menos, que no han podido superar el nivel tribal de asociación y en donde la dirigencia y los cuadros escasamente llenan una plaza de pueblo pero los egos y los súper yo del cogollo y sin exagerar podrían rebosar la capacidad de un estadio tipo Maracaná. Recuerdo el yoísmo de un personaje de la llamada generación del 28, el mentado Jóvito Villalba, fundador de URD cuando le preguntaban por su organización política supeditaba su partido a su persona, yo y mi partido, decía. El mismo comportamiento lo asumía Rafael Caldera, otrora militante de grupos fascista y creador de la agrupación socialcristiana Copei quien frustró una generación de cuadros políticos, los llamados delfines, cuyos sobrevivientes aún deambulan por los cementerios de la picaresca política.

La convocatoria nacional del Presidente Maduro por la paz ha puesto en evidencia el caos que reina entre los opositores al proyecto socialista,. La imposibilidad del cogollo de la mesa de la unidad de hacerse obedecer por los grupos radicales de la extrema derecha, por los infiltrados tipo Bandera Roja, por los Paracos importados del vecino país, o por los mercenarios de siemprepagados con dólares y euros para guarimbear en esta primera etapa, es evidente. Como en un barco a punto de naufragar solo le medio obedecen los cascarones de los viejos partidos del género adeco-copeyano que deslucen cual cromañones indeseables en ese universo retorcido donde las trapacerías y las maniobras están al orden de día. Este balance luce inquietante para el saneamiento de las instituciones democráticas. Sólo pensar que la ultraderecha nativa y foránea asalte el poder con la carga de odio que los envuelve, simplemente da escalofrío.

De ahí que la iniciativa presidencial de luchar por el derecho a la vida y a la paz debe ser apoyada ampliamente por todos los sectores que conforman el Gran Polo Patriótico. Es necesario salir en defensa del proceso revolucionario, de los logros en tiempo de revolución, abrir debates en todos los niveles de las organizaciones, asumir cruces de ideas y de planes que respalden las acciones gubernamentales. Estamos en guerra. No por decisión nuestra sino por empeño de los intereses capitalistas que pretenden recuperar el poder político y tomar el control de los medios de producción, en especial del petróleo. Son muchas las batallas que tenemos por delante.

Aunque luzcan dispersos y enfrentados entre sí, los grupos opositores son fuertes y agresivos ya que cuentan con medios financieros a su disposición, fuerza de combate, apoyo mediático, complicidad en organismos internacionales, respaldo de potencias extranjeras y en caso extremo pueden disponer de medios militares capaces de ocupar el país.

Ante un panorama como el arriba descrito no queda otra opción que restearse con el Pueblo, con los movimientos populares organizados, con el GPP, el PSUV y con el pensamiento de Hugo Chávez.

 

 

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