Opinión / Roberto Hernández Montoya

13.Jul.2015 / 09:59 am / Haga un comentario

Admiro a Donald Trump. La hipocresía es una de las especificaciones cardinales de la burguesía. No de Trump. Ha confesado lo que su gente no, incluso mucha de la que ahora lo vitupera porque osó destapar lo que la plutocracia recela. Es un subversivo, porque confiesa lo que no todo el mundo se atreve.

Proclama racismo, clasismo, machismo, todo lo que la burguesía silencia porque hablar demasiado la pone en peligro, algo que desde que existe la mantiene al borde del pánico. Por eso la burguesía es tan nerviosa y cuando entra en terror se afilia a los peores extremos, financia a Franco, a Mussolini, a Hitler. A las guarimbas. Patrocina las aventuras más desbaratadas y no pocas veces ridículas, como subvencionar a la dirigencia bufa de la oposición venezolana.

No vacila en ser misógina, no tiene pudor con su complejo de Herodes contra la juventud. No esconde su racismo, que disimuló desde la Federación, sobre todo cuando descubrió que Acción Democrática no la ponía en peligro y podía pactar con ella porque su militancia no invadía el entorno de sus señorías. Ramos Allup sabe darse su puesto y eso se premia.

Pero Donaldo dice a las claras que los mexicanos son drogos, apestados, violadores, bellacos y un inquietante «etcétera». Le pareció poco porque añadió que los 1 369 811 000 de la China son peores. Anuncia muros aviesos e inútiles como los de Israel, EUA-México; la Gran Muralla, ya construida; el de agua del Mediterráneo; el cercado de Melilla que no logra impedir la invasión a España de la población africana arruinada por el alto capital noreuropeo, que despluma incluso a Alemania, porque poco se habla de la multitud germana en situación de calle. Personas de la última edad, con el termostato corporal ya incapaz de combatir fríos inmensamente por debajo de cero. Si la pobreza es cruel siempre, en vejez y en invierno es sádica.

Esos pobres seres se envuelven en mantas precarias, en portales que solo guarecen del viento, no de la congelación. Trump les erigiría un muro. Como la exalcaldesa derrotada de Madrid, Esperanza Aguirre, que multó con 750€ por curiosear basureros para intentar nutrirse.

La dirigencia opositora se parece cada día más al buen Donaldo. Por eso lo silencia con respeto, prudente y sutil que es.

 

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