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25.Mar.2019 / 12:24 pm / Haga un comentario

Foto: Mippci

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Por Geraldina Colotti

Una batalla campal, que trasciende las fronteras y mantiene las esperanzas concretas de todos los pueblos del planeta. Así es como aparece el sitio de Venezuela, interpretado según el marxismo y no con las lentes distorsionadas de los medios hegemónicos. Una guerra no convencional en la que el imperialismo está arrojando todo su peso y sus trampas, y que para el socialismo bolivariano está configurada como una guerra de posición, en el sentido de Gramsci. Frente a los múltiples ataques del enemigo, guiados desde afuera y manejados desde adentro, el gobierno de Nicolás Maduro intenta conducir y controlar el conflicto hasta el desgaste del enemigo. Y hasta ahora ha tenido éxito.

El autoproclamado Juan Guaidó está perdiendo respaldo progresivamente, sus clientes le piden resultados que no se ven y esto los pone nerviosos: a pesar de la retórica de la “ayuda humanitaria”, no le gusta gastar dinero. Las proclamadas “huelgas generales” fracasan, la deserción masiva de los militares no se produce, las calles de oposición se llenan cada vez menos. Frente a la fuerza popular del chavismo, que una vez más desacreditó a las bravuconadas de Guaidó y sus asociados, más de un aliado de Estados Unidos comienza a mostrar signos de disminución. El frente de los atacantes se está agrietando.

Mientras tanto, en Venezuela, la justicia ha comenzado a tomar su curso. Se han abierto procedimientos contra los colaboradores más cercanos del autoproclamado: por delitos graves, en los que participa el propio Guaidó. Y mientras el coro de los medios se ha levantado nuevamente para denunciar “la represión de la dictadura”, el gobierno responde presentando los resultados de una investigación que llevó al descubrimiento de armas y dinero y mostró en claro una cadena de tráfico de millones de dólares, sobornos y distracción de fondos públicos, destinados a financiar un nuevo plan desestabilizador.

Un plan que, esta vez, involucra la contratación de paramilitares de Centroamérica. Una parte de estos, que aún no se ha identificado, ya habrían entrado en el país y por esta razón el gobierno bolivariano ha invitado a todos a la máxima vigilancia.

En la mira de la derecha, esta vez habría hospitales e instalaciones públicas, y líderes populares blancos por asesinatos selectivos. Los celulares requisitos, muestran los nombres y apellidos de los intermediarios y clientes y las ONG ficticias que debían manejar el pago de los paramilitares.

Una estrategia que apunta a construir un estado en el estado, a producir traiciones en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana hasta el punto de socavar la cohesión, y construir un ejército mercenario internamente, a raíz de lo que se intentó contra Siria. El objetivo es balkanizar el país, desmembrarlo y destruir su identidad, separando las regiones más ricas del resto de la nación. En este contexto, el principal objetivo es el asesinato del presidente, predicho abiertamente por los halcones del Pentágono. La rueda de prensa del ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, ilustró el plan de manera precisa y detallada.

En la guerra de posición – dijo Gramsci – se requieren cualidades excepcionales de paciencia y un espíritu inventivo. En este sentido deben interpretarse las palabras del presidente Maduro dirigidas a los venezolanos después del sabotaje eléctrico que debería haber llevado al colapso de todo el país y provocado una ola de violencia capaz de derrocar al gobierno: “Ante la agresión imperial, dijo Maduro – nervios de acero, calma y cordura, plena conciencia y movilización permanente. Seguiremos venciendo “.

En sus primeros veinte años, el chavismo se preparó para un trabajo a largo plazo, construyendo un gran partido, tanto de masas como de cuadros, que es hoy el órgano, centro y motor de la hegemonía socialista. El papel de liderazgo del PSUV, llamado a expresar plenamente la autonomía política, cultural, moral y organizativa del pueblo conscientes, es bien evidente en esto momento.

La última rueda de prensa del PSUV, que tuvo lugar en Caracas en el Poliedro como todos los lunes, fue una demostración más. Incansable, Diosdado Cabello, vicepresidente del partido y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, explicó la situación y respondió a las preguntas de los periodistas. Rindió homenaje a la “gran victoria popular” frente al ataque inescrupuloso provocado por el sabotaje eléctrico de una derecha “al que no le importa las muertes provocadas”. Enfatizó el heroísmo de los trabajadores en el sector eléctrico y el gran esfuerzo del presidente legítimo, “quien dirigió personalmente las operaciones en todos los frentes”.

Pero ganar una batalla no significa ganar la guerra, y por lo tanto la vigilancia debe ser permanente. Para la derecha, la siguiente fase podría ser “asesinatos selectivos, falsos positivos y otros sabotajes”, dijo Cabello, recordando a los que ya habían caído en emboscadas, como Otaiza o Robert Serra, junto con campesinos y muchas lideresas populares. El imperialismo, por otro lado, no oculta sus intenciones cuando declara, por boca del habitual Marco Rubio o Mike Pompeo, que para Venezuela se anuncian “días difíciles”. Y el recuerdo de la violencia desatada durante los meses de las “guarimbas” todavía está muy presente, como lo demuestran las audiencias de las víctimas, en curso en la Asamblea Nacional Constituyente. “Están moralmente incapacitados para gobernar, solo quieren saquear nuestros recursos”, dijo Cabello con respecto a la oposición. Luego, respondiendo a las preguntas de los periodistas sobre las protestas de mercenarios y desertores que quieren regresar a Venezuela porque la oposición no les pagó, concluyó con una broma: “Por esta razón, siempre podemos hacer una recopilación de fondos …”

 

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