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16.Ago.2016 / 10:52 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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Mercosur pasó a ser la quinta economía del mundo cuando ingresó Venezuela en 2012. Ahora, con 25 años de creada, ha encontrado en este país asociado la piedra de toque que pone a prueba la calidad de la organización una vez que los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay conformaron una Triple Alianza para desconocer los protocolos establecidos en ese organismo de integración regional. Específicamente el de Ouro Preto, en donde se determina que los países miembros se alternan la presidencia pro témpore por orden alfabético. Una vez concluida la de Uruguay, ineludiblemente Venezuela pasa a ejercerla.

Pero el plan de aislar a Venezuela se había fraguando y el actual gobierno paraguayo, presidido por el empresario Horacio Cartes, pasó a ser la punta de lanza de la región para complacer los deseos imperiales. Primero hizo alarde sobre el concepto de «democracia» en la Organización de Estados Americanos (OEA), gracias a la alfombra que tendió el secretario general, Luis Almagro, para activar la Carta Democrática a la nación bolivariana, y no retrocedió a pesar de que la canciller venezolana Delcy Rodríguez le recordara su pasado dictatorial. Al no lograr sus objetivos en el organismo regional, continuó en Mercosur, invocando el Protocolo de Ushuaia (1998) que establece la posibilidad de suspender a un Estado miembro ante la ruptura del orden democrático.

Ahora la Triple Alianza se reúne a espaldas de Uruguay para «evaluar» lo que ya estaba decidido. No es casual que cuando gobierna la derecha, no admite diferencias políticas e ideológicas dentro del seno de los organismos. Sus mecanismos son el de imponer la hegemonía que dicta el Consenso de Washington y apartar a los países no gratos. Muy distinto actúan los gobiernos de izquierda cuando son mayoría, en donde incluyen a todos los países sin importar los sesgos políticos de los gobernantes porque, cuando se piensa en integración, se hace en función de los pueblos.

La argucia que han esgrimido es el tema de «derechos humanos». El doble rasero campea impunemente en esta Triple Alianza. En Paraguay se atropella y criminaliza a los campesinos sin tierras, como en el caso de la masacre de Curuguaty, que sirvió para generar el golpe parlamentario exprés contra el presidente Lugo. El Partido Colorado no sólo participó en ese golpe, sino que estuvo en el poder por 60 años consecutivos, entre ellos, los 35 años de dictadura de Alfredo Stroessner -el actual canciller Eladio Loizaga exhibe con orgullo en sucurrículum vítae cuando fue funcionario del dictador en la página oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores- y del Plan Cóndor -alianza de cooperación entre las dictaduras militares de Latinoamérica en la década de 1970 y 1980-.

En Argentina, con el gobierno del presidente empresario Mauricio Macri se encarceló a la diputada del Parlamento de Mercosur (Parlasur) Milagro Sala a principios de 2016 por el simple hecho de liderar un trabajo de organización popular, y van por 11 los presos políticos; se persigue a la líder de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; y se dicta una licencia para que al menos 50 militares de la pasada dictadura, condenados por crímenes de lesa humanidad, continúen la prisión en su domicilio. Y Brasil, que es un gobierno que surge de un golpe político de una mayoría circunstancial en el parlamento.

Paraguay, paradójicamente, es la cabecera de playa de Washington -sin perder protagonismo en esta infamia Mauricio Macri y Michel Temer- en Mercosur, organismo que nació en pleno apogeo del neoliberalismo, en donde los acuerdos comerciales beneficiaban en gran medida a Argentina y Brasil, mientras que por asimetría económica a Uruguay y Paraguay no les tocaba más que seguir el juego establecido por sus vecinos.

A principios del siglo XXI se encontraba en punto muerto, pero los presidentes Néstor Kirchner de Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil la resucitaron y Venezuela, con Hugo Chávez, la revivió al solicitar su incorporación que se manifestó un mes después de que se frustró la creación del Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA) en la IV Cumbre de las Américas, que se realizó en Mar del Plata el 4 y 5 de noviembre de 2005.

Una vez que los países fundadores aceptaron la adhesión de Venezuela el 4 de julio de 2006, al año siguiente los parlamentos argentino y uruguayo aprobaron para que fuera miembro pleno. Quedaron pendientes Brasil, que demoró tres años en aprobarlo, y Paraguay, que puso todo tipo de trabas desde que llegó Fernando Lugo a la presidencia, específicamente los legisladores más recalcitrantes de la derecha, liderada por el mencionado Partido Colorado, quepretendían cobrar 12 millones de dólares, como lo denunció el presidente Chávez y confirmado por voceros de Itamaraty.

De piedra de toque es el papel que le ha tocado jugar a Venezuela. Ahora sabremos de qué material está hecho Mercosur.

Por: Raúl Cazal

Misión Verdad

 

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