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El 16 de febrero de 1954 trasladan al Panteón Nacional los restos del pedagogo y filósofo venezolano Simón Rodríguez, cuando se cumplió el centenario de la muerte del conocido Samuel Robinson.
Maestro del Libertador, Simón Rodríguez, fue mentor y tutor de Simón Bolívar, al igual que Andrés Bello, desde que comenzó a trabajar como profesor en en la Escuela de Lectura y Escritura para niños, convirtiéndose en un fiel defensor de la educación pública.
Influenciado por El Emilio, libro escrito por Jean-Jacques Rosseau, Simón Rodríguez desarrolla una revolucionaria concepción de lo que debe ser el modelo educativo de las entonces jóvenes naciones americanas. Con esto intentaba romper con las rígidas y ortodoxas costumbres educativas impuesta por la colonia española.
Su cuerpo fue llevado desde el pueblo peruano de Amotape al Panteón Nacional. Aunque, en una investigación de campo hecha por Ecuador y Perú, encabezada por el filósofo y ensayista Juan Antonio Calzadilla, se recogieron testimonios de los habitantes de Amotape quienes aseguran que la verdadera osamenta de Robinson permanece en ese pueblo.
Producto de esta investigación surgió el documental El último viaje de Samuel Robinson (2007) que muestra a amopateños alegando que, en una reforma a la Iglesia del pueblo en los años 80, abrieron la tierra y encontraron unos huesos con una chaquetica de gala, un listón. “Dijeron que esos eran los verdaderos restos de Simón Rodríguez».
Con el Mazo Dando