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7.Nov.2017 / 10:59 am / Haga un comentario

Foto: Ciudad CCS

Foto: Ciudad CCS

Una profunda transformación de los espacios urbanos de la ciudad puestos al servicio de la ciudadanía para la sana convivencia, el impulso de la cultura y el hacer político y social de todos los que la habitan, marcaron nueve años de gestión, desde el 2008, del alcalde revolucionario de Caracas Jorge Rodríguez.

Así lo resaltó durante la entrega de la Memoria y Cuenta, en el Patio de Los Leones del Concejo del Municipio Bolivariano Libertador, frente a la Plaza Bolívar. A continuación el discurso pronunciado.

“Ciudadano Nahúm Fernández, presidente del Concejo del Municipio Bolivariano Libertador; concejalas y concejales de la Cámara Municipal de Caracas, queridos hermanos directores y directoras de la Alcaldía, quienes nos han acompañado todo este tiempo, trabajadoras y trabajadores de la Alcaldía que han puesto su esfuerzo, su intelecto, su sudor, su entrega, su entereza al servicio del pueblo de Caracas.

Me imagino que cuando van pasando los años uno empieza a adquirir una cierta tendencia a la nostalgia, a la anécdota, a la palabra basada en el recuerdo, yo quisiera resumir muy brevemente y aprovechar la entrega de esta Memoria y Cuenta para decir unas palabras muy sencillas que sé que está ya en ustedes porque la merecen: gracias, gracias a todas, gracias a todos, gracias a las trabajadoras y trabajadores con los que siempre nos encontrábamos en los pasillos, nos encontrábamos en los lechos de las quebradas, con los que nos encontrábamos en las emergencias por las lluvias de los años 2009 y 2010, a quienes nos encontrábamos permanentemente trabajando para el mantenimiento y el rescate de la ciudad, a nuestros cultores y a nuestras cultoras, a nuestras atletas y a nuestros atletas, al pueblo de Caracas, muchas gracias por la vida, muchas gracias porque cuando hicimos una propuesta que, incluso, así hay que decirlo, conformó una propuesta, que adquiría cierta novedad en la manera de abordar los revolucionarios, las y los socialistas, la concepción de una ciudad.

Una ciudad para la vida

Mucho se había hecho, mucho había hecho la Revolución Bolivariana hasta el año 2008 por la ciudad de Caracas, por los habitantes de la ciudad de Caracas. Mucho había hecho por el pueblo nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, mucho había hecho el anterior alcalde, Freddy Bernal, empezando por el rescate de la capital, el aval más importante que tiene la Revolución Bolivariana, el rescate y la recuperación de la condición de vida verdaderamente humana, como dijo el padre cantor: “que sea humana la humanidad”.

Fue el rescate del abandono, de la desidia, del desastre que significó la Cuarta República para nuestra ciudad, que fue completamente excluida, que fue completamente borrada de la faz de la ciudad. Un verdadero terremoto acabó con la ciudad de Caracas, el terremoto del capitalismo salvaje, el terremoto de los grandes oligarcas que después que exprimieron a la ciudad de Caracas por siglos, la abandonaron para mudarse al este de la capital, en el estado Miranda.

Pero luego de esa recuperación, apareció una propuesta, la propuesta de la ciudad como espacio socialista para el encuentro, como espacio para la vida en la ciudad, el espacio público recuperado.

Contra el latifundio urbano

Cuando uno se va poniendo viejo, empieza a revisar y a repetirse, porque así somos nosotros los mayorcitos. Yo quisiera, sin ánimos de ínfulas narcisistas, sino con la intención de rendir cuentas a ustedes queridos y queridas concejalas y concejales, al pueblo de Caracas, leerles muy brevemente lo que aquel noble alcalde Jorge Rodríguez dijo frente a nuestro Eterno Comandante Hugo Chávez su primer día como alcalde de esta ciudad de Caracas, el día 30 de noviembre del 2008:

‘Los caraqueños y las caraqueñas tenemos derecho a la ciudad, como tenemos el mismo derecho de respirar el aire que respiramos, el derecho al suelo que pisamos, que sea el suelo común la ciudad de todos, la ciudad de la ternura, la ciudad de nuestros niños y nuestros niñas correteando felices por las calles, la ciudad de nuestros abuelos, cuidados por nosotros, la ciudad de todas y de todos’.

Cuando hablamos entonces del rescate del espacio, es un eje que atraviesa de forma trasversal todos los aspectos de la vida de esta ciudad, para construir una ciudad verdaderamente socialista, una ciudad justa, una ciudad equitativa, que acabe con el latifundio urbano.

Le decía a mi padre, a mi Comandante Eterno Hugo Chávez en esa oportunidad: ‘Comandante, esta Revolución ha atacado con la fuerza de su pueblo y de usted como líder al latifundio rural, queda el tiempo entonces de atacar al latifundio urbano para que cantidad de terrenos baldíos, para que cantidad de terrenos en desuso o subutilizados, sirvan para construir la ciudad que merece la ciudad, las viviendas dignas para los habitantes de esta ciudad digna, de esta ciudad aguerrida, de esta ciudad insurgente.
El rescate del espacio público para que deambulemos tranquilos por nuestros espacios; pensamos, Comandante Chávez, en el corto plazo, en un corredor que vaya desde El Calvario, pase por la plaza O’Leary, la plaza Caracas, la plaza Diego Ibarra, el Paseo Vargas, la plaza de Los Museos, el Parque Carabobo, una calle para el arte y para la música, luego la Plaza Venezuela, luego el bulevar de Sabana Grande. Que un caraqueño, si así lo quiere, o un caraqueño, si así lo quiera, se vaya caminando con sus hijos desde El Calvario hasta Chacaíto, y así, lo mismo con Los Próceres, con la plaza Sucre, con el bulevar de Catia, con La Pastora, con el bulevar Panteón, hacer de toda Caracas un espacio para que todos sonriamos, para la felicidad y la ternura’.

Tendrán que juzgar ustedes, tendrá que juzgar el pueblo de Caracas, si estas palabras no conformaron el norte, la intención, la fuerza de esta gestión, en la que sin duda alguna cometimos errores. Faltó aire, faltaron horas; aire para respirarlos y horas para dedicárselas al trabajo en la ciudad.

De la destrucción a la reconstrucción

Desde la destrucción fue apareciendo el germen de la reconstrucción. Cuando dijimos esto, nadie podía caminar desde El Calvario, ni siquiera hasta el propio El Calvario, porque ponía en riesgo su vida. Hoy cada domingo, y así cientos de domingos, y así millones de personas, se montan en su bicicleta y la ciudad es de ellos.

Hoy, ustedes pueden ver si les dan los pulmones y las piernas para caminar desde El Calvario hasta Chacaíto, desde El Calvario hasta Los Próceres, desde la plaza Venezuela hasta la plaza O’Leary.

Hoy el centro de la ciudad de Caracas –que había sido expresamente destruido por el Capitalismo para tratar de borrar los pasos por donde deambuló nuestro Libertador Simón Bolívar, para tratar de borrar el espacio donde Miranda gritó Libertad, y donde Miranda imprimió el acta de la independencia, en la Casa del Vínculo, así llamada, la primera casa en la que vivió nuestro Padre Libertador, en su vida adulta, con su esposa María Teresa Rodríguez del Toro– trataron de borrarlo, y el Comandante Hugo Chávez y nuestro presidente Nicolás Maduro con sus manos amorosas acogieron la tarea, la misión, de recuperar metro a metro el centro de la ciudad.

Se burlaron, nos insultaron, trataron de hacernos, a través de una guerra psicológica, una guerra mediática, hicieron de la palabra ‘exprópiese’ una mala palabra, y resulta que la palabra exprópiese significó el renacimiento del centro de la ciudad de Caracas, la recuperación del espacio de nuestros próceres, la recuperación del espacio de y para nuestra libertad.

Tareas del futuro para una heredera

Quedó mucho por hacer. Pocas veces se tiene la fortuna de saber que el camino que se presenta en el futuro, es un camino que sigue y seguirá siendo en Revolución. Pocas veces se tiene la fortuna de tener la certeza al decir que nuestra hermana Erika Farías construirá la gestión para el pueblo, para las mujeres aguerridas y los hombres aguerridos de la ciudad de Caracas.

Erika la indómita, Erika la hija de Chávez, Erika la humilde, la revolucionaria, que desde muy joven arrancó, con todo riesgo, su vida de revolucionaria en el barrio Los Eucaliptos de la parroquia San Juan.

Así que muy auspicioso, muy abierto el futuro que tiene esta ciudad. Si en el pasado a la gente le parecía preocupante y engorroso venir a la ciudad de Caracas, llegó a ocurrir en estos años, del cual tengo la dicha de señalar que compartí el trabajo con ustedes, que la gente empezó a venir a Caracas para conocer la plaza Diego Ibarra, que la gente empezó a venir a Caracas para visitar el centro recuperado, que la gente se puso su bufanda y se fue a tomar chocolate caliente allá en el Parque Ezequiel Zamora, en El Calvario, que la gente se puede preguntar qué hace, dónde estaba, dónde se fue la estatua de Cristóbal Colón y con profundo orgullo podemos responderle: “En la Caracas rebelde no cabe un conquistador ni un genocida”, por orden de nuestro Comandante Hugo Chávez no existe ninguna estatua de Cristóbal Colón en la ciudad de Caracas, una se resbaló del Paseo de La Resistencia y vino a parar al Teresa Carreño, no sé cómo, y no sabemos dónde está; y la otra bastó con darle una patadita allá en el Parque El Calvario y pusimos la estatua de nuestro general del pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, y rebautizamos el Parque con su nombre.

Cuando se abre el espacio público para la gente, se abre también el espacio de libertad en las mentes de las mujeres y hombres.

No se puede ser revolucionario, no se puede ser socialista, si no se es primero libre. Si no nos liberamos del yugo, de la alienación, del capitalismo bárbaro que llegó a imponernos que la recreación solo era posible en los centros comerciales, que la única luz que merecían los caraqueños era la luz de las bombillas de neón de los centros comerciales. Que si querías ir al cine o al teatro no te quedaba más remedio que sucumbir al dios dinero, que es el único que rige los destinos de los centros comerciales.

Nosotros dijimos no, porque no se puede ser socialista y revolucionario si no se es primero libre, independiente y soberano en la mente, y todos y todas contribuimos a esa libertad, a la libertad de encontrarnos en las plazas, a la libertad de ir a cualquiera de las funciones de teatro que ya son una normalidad, una cotidianidad en la vida de Caracas, a la recuperación, que todavía falta mucho por hacer, de los cines que por un tiempo fueron orgullo de esta ciudad. A meternos aún más en los barrios, a que en el futuro, que no lo veo lejano, sino cercano, la gente diga ‘en Caracas se recuperó la ciudad horizontal, como a veces la llamamos, se recuperó la ciudad vertical y ahora Caracas es una ciudad hermosa, bella para todos y todas, y para siempre’.

Todavía falta mucho por hacer. Con Erika vamos a avanzar, junto a nuestro presidente Nicolás Maduro, hacia la recuperación definitiva e integral de la ciudad.

Viviendas para la gente en la ciudad

Nos llevamos muchos agradecimientos. ¿Nos llevamos algunos orgullos personales? Sí. Un orgullo personal: en esta gestión personal jamás otorgamos un permiso para construir un centro comercial, y cuando aparecían por allí, los cerrábamos. Por eso se logró, por eso nuestro Eterno Comandante Hugo Chávez logró que en cada terreno baldío, que en cada espacio, que todavía quedan muchos, pero en los que encontramos, florecieran, como bellos retoños de amor, los edificios de nuestra Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV).

Llegamos aquí con un verso de Nazim Hikmet, que lo repetimos y lo hemos repetido muchas veces: ‘Qué poco necesita un hombre para ser feliz: un pedazo de suelo y un pedazo de cielo’. El suelo y el cielo les estaba negado a los caraqueños y caraqueñas, así como la historia y el orgullo. Estamos recuperando el suelo, recuperamos el cielo, recuperamos la historia, recuperamos el orgullo, recuperamos el deseo indeclinable de ser libres para siempre.

Mantengan y profundicen esa libertad, esa libertad es la garantía de Revolución para siempre en la ciudad de Caracas, y si en el pasar de los años y en la décadas por venir, Dios y la vida me siguen dando tantos premios, espero, algún día, en 10 años o 15 años, traer a mi hijo pequeño Lucas a la plaza Diego Ibara y que estén los chorritos y que se pueda bañar como tantos niños y tantas niñas. Y que algún día nuestros nietos y nietas puedan sentir que esta es una ciudad para cuidarla, para vivirla, para mantenerla libre siempre, es decir, para amarla. Muchas gracias a todos siempre.

Y quiero también, porque muchas veces se nos pasa, en el fervor del combate y de la lucha, como una vez me dijo Chávez, en ese año terrible de septiembre, diciembre de 2009, donde los cerros se venían como galletas, que 114 mil familias se quedaron sin vivienda, donde murieron siete hermanas y hermanos, allá en la carretera vieja, pero a los tres días había que recoger los cadáveres de esos siete caraqueños. Yo recuerdo haber hablado con Chávez, llorando esa noche, y me dijo: ‘nunca más, que nunca más ocurra. Acompáñame, mañana voy a Antímano’. Y ahí, en esa montaña que se venía desgajando, junto a su pueblo que sufría tanto en esos días, allí Chávez le prometió la GMVV, y ese fue el nunca más de viviendas tapeadas, nunca más de no solo la naturaleza, sino la fuerza feroz, implacable, infame del capitalismo cegando vidas de hermanos y hermanas.

Chávez decía que esto era como una especie de malabarismo, con todas las pelotas en el aire, que y ninguna podía caerse, y me lo decía porque habíamos terminado esa noche de mudar a 862 familias, ese número no se me olvidará nunca. Desde Antímano, canteras 1, 2, 3 y 4, hasta el refugio de Pasta Ronco y a todos los hoteles de Caracas.

Allí nos íbamos ordenanzas municipales, dirección de catastro, examen de sangre: ‘ábrenos allí que vamos a meter a 14 personas’. Como a las 4:00 am llamo al Comandante Chávez y le digo: ‘Presidente, ya mudamos a todo el sector de Antímano, al sector 3 de La Pedrera’. Y Chávez me decía: ‘sí, pero hay mucha basura’, y yo le dije que ya íbamos a recogerla. Allí fue cuando me dijo que esto es como un malabarismo, ninguna pelota se nos puede caer al piso, ninguna. Este consejo me ha acompañado siempre.

Ninguna pelota se nos puede caer. Estemos en campaña electoral, estemos en campaña por la naturaleza, estemos en campaña contra la violencia, contra el enemigo, por el rescate de la vida, de lo bueno, pues todas esas pelotas deben estar siempre en movimiento. Y esas son las que me han acompañado en toda mi gestión, y a todas y todos quiero darles las gracias y pedirle disculpas por los gritos, por las llamadas en la madrugada, por la exigencia más allá de todas nuestras fuerzas.

Quiero agradecer a todos los trabajadores de la Alcaldía de Caracas. Desde el fondo de mi corazón, solo me queda decirles gracias, gracias, gracias. A donde me lleve la vida, nuestro presidente Maduro y esta Revolución, tienen aquí a un hermano para siempre”.

Ciudad CCS

 

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