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6.Nov.2019 / 01:49 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Richard Canan

Los GuaidóLovers son excesivamente sensibles. Pero no porque sean solidarios con su prójimo o quieran con fervor a su patria. Nada que ver. Estos fanáticos se caracterizan por ser altamente críticos e intolerantes con los demás, principalmente con sus vecinos y colegas Chavistas y hasta miran con cara de pestilencia a todos los opositores moderados. Su hipersensibilidad se manifiesta agresivamente cuando repudian con gran escozor cualquier crítica, reproche o acusación que se vierta contra su fantabuloso líder. Nada de tolerancia con eso de lavar los trapitos sucios en público o poner en duda la cándida pureza que Dios todopoderoso otorgó a Guaidó y a su equipo de 40 ladrones (con el perdón de Alí Babá).

Esta gente anda en modo negación de la realidad. Para los GuaidóLovers su líder es la encarnación mejorada de Apolo, Hefesto, Hermes o cuanta deidad celestial pueda caber en el monte Olimpo. Para ellos el advenedizo diputado de Voluntad Popular es el portador de la máxima autoridad política y moral de este planeta, por lo que puede permitirse el lujo de cogerse unos dolaritos aquí y otros más allá o nombrar a todos sus panas en los cargos imaginarios que solo reconocen los países afines ideológicamente a la extrema derecha, pero que permiten ponerle el diente al caudal de millones de dólares que el Tío Sam dispuso para pagar la nómina planetaria de los seudodiplomáticos de Guaidó. Nada de andar dando lástima pelando por el mundo. La fiesta es a todo trapo, despachando desde los mejores bistrós del planeta. Eso sí, cuando se publiquen los nombres y apellidos de los asalariados de la Casa Blanca, les saldrá juicio penal por traición a la patria y por ser unos miserables mercenarios al servicio de una potencia extranjera.

El caso Guaidó es patético y será estudiado en todas las escuelas de derecho, ciencias políticas, sociología y demás yerbas. Cómo lograr desconectarse con la realidad del país y hacer que todas tus acciones terminen siendo repudiadas hasta por tus propios aliados. Veamos. En enero Guaidó arrancó su boom mediático contando con todo el apoyo de Trump y sus halcones, con los presidentes del Cartel de Lima (la mayoría ya caídos en acción o golpeados por sus propios pueblos), la rancia derecha europea y el deschavetado Almagro. En 11 meses no ha logrado nada, solo ha derrochado eficientemente los millones de dólares de los “empréstitos” del Tío Sam.

El fracaso es lo único que ha cosechado. No ha podido cuajar ninguno de sus burdos intentos golpistas. El tiempo se le ha ido en la defensa a ultranza de los intereses de clase de la burguesía criolla, totalmente alejada de las necesidades del pueblo.

Lo anterior explica la ausencia de respaldo popular para absolutamente todos los fallidos disparates planeados por Guaidó y su equipo de desquiciados asesores. El capitán del Titanic tiene claro su destino, el fracaso. La nada de pueblo es lo más visto en sus últimas “masivas” convocatorias. No hay arenga que provenga de Guaidó que despierte el ánimo de la base opositora. Tampoco ayuda su falta de carisma, de empatía, de trayectoria y liderazgo político. Guaidó es solo un fantoche de ocasión elegido en mala hora por la desacertada cúpula de Voluntad Popular. Este sifrino no levanta ni con grúa.

En este escenario, en la derecha tienen clarito que el camino democrático está cuesta arriba. Por eso su irracional tozudez en poner obstáculos a la solución política y electoral. Insisten en mantener el camino de la confrontación institucional y el hostigamiento vía el bloqueo comercial o la amenaza constante de intervención militar extranjera. Han apostado todos sus cartuchos a las temerarias acciones del desequilibrado Donald Trump. Craso error. De allí nunca saldrá nada bueno.

En medio de este tormentoso desierto a Guaidó se le acaba el tiempo. Colmado de soberbia ya anunció que se autoproclamará tirano a perpetuidad en la Asamblea Nacional. Plataforma que le permitirá seguir jugando a presidente virtual, solo reconocido por Tump y sus perritos falderos. Su juego está trancado y no tiene a la mano opción alguna que le permita asegurar el asalto al poder político (la toma por la fuerza de la silla de Miraflores) como lo prometió falazmente en el mes de enero. La petulancia inicial ha dado paso a la frustración y la total resignación. Pero alerta, la derecha siempre es peligrosa y ante la claridad del absoluto fracaso pueden buscar salidas desesperadas y suicidas.

Me dicen que Guaidó está pasado de moda y que no escriba más sobre él. Es verdad, se nota que cada día crecen más las multitudes de GuaidóHaters, gente que lo odia y que no tolera más sus mentiras (“Vamos Bien”) o sus insultos (“no hay razón para quedarse en casa a menos que usted sea enchufado”). Los GuaidóLovers sobrevivientes van llenos de despecho y decepción, cantando como alma en pena, al ritmo de Andrés Calamaro: “Mozo, sírveme en la copa rota, sírveme que me destroza tanta fiebre de obsesión”.

 

 

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