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22.Ene.2017 / 10:00 am / Haga un comentario

Fabricio-Ojeda

La carta de renuncia al entonces Congreso de la República marcó un antes y un después en la vida del periodista, maestro, líder guerrillero y político venezolano Fabricio Ojeda, el diputado que, al percatarse de las mentiras y el entreguismo que llevaban a cabo los partidos del puntofijismo, abandonó la curul y se fue a las montañas a luchar por la soberanía de la nación, así como por los derechos de los más humildes.

“Ahora a mí solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano, ‘cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda”. Es por ello, colegas diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento –este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado–, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes”, dijo en su misiva al Legislativo, la cual recogimos del libro La guerra del pueblo y otros documentos, perteneciente a la colección Los Imprescindibles, publicado por el Fondo Editorial de la Asamblea Nacional Willian Lara.

En el texto con fecha 30 de junio de 1962, dirigido a sus compañeros de la Cámara de Diputados del Congreso (el Parlamento venezolano era bicameral para la época), el líder revolucionario aseguró estar consciente de los peligros, riesgos y sacrificios que traería su decisión. “Pero no otro puede ser el camino de un revolucionario verdadero”, apuntó.

Ojeda consideraba que en el país debía impulsarse un proceso social de cambios dirigidos a recuperar la soberanía nacional y el aprovechamiento de los recursos de la República, los cuales permanecían en manos de poderes oligárquicos que respondían a intereses foráneos. Insistió además en que era necesario el acceso del pueblo al poder político en el país.

“Venezuela, lo sabemos y los sentimos todos, necesita un cambio a fondo para recobrar su perfil de nación soberana, recuperar los medios de riqueza hoy en manos del capital extranjero y convertirlos en instrumento de progreso colectivo. Necesitamos un cambio a fondo para liberar al trabajador de la miseria, la ignorancia y la explotación; para poner la enseñanza, la técnica y la ciencia al alcance del pueblo: para que el obrero tenga trabajo permanente y sus hijos amparo y protección. Venezuela, en fin, necesita un cambio profundo para que los derechos democráticos del pueblo no sean letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la salud y al bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías populares y no privilegios de escasas minorías. Pero nada de esto podrá lograrse en un país subdesarrollado y dependiente, como el nuestro, sino a través de la acción revolucionaria que concluya con la conquista del Poder Político por parte del pueblo. De otra manera, tanto los instrumentos de poder, como los medios de riqueza, continuarán en manos de los monopolios internacionales y de las castas oligárquicas del país, con la consiguiente explotación de los trabajadores, la proliferación del hambre y la miseria y el abandono permanente del pueblo. Esta situación precisa una transformación estructural que cambie el sistema formalista de la democracia por la efectiva realización de la misma: es decir, que arrase con todo lo podrido, con todo lo injusto, con todo lo indigno de nuestra sociedad y en su lugar erija una nueva vida de justicia y libertades”, destacó.

A juicio del pensador, la democracia representativa en manos de los partidos que firmaron el Pacto de Punto Fijo, no era otra cosa más que entreguismo y demagogia, un modelo que no luchaba por dar bienestar al pueblo, sino por continuar abultando los bolsillos de los ricos. Rechazó que en Venezuela, un país que generaba cuantiosos ingresos derivados de la renta petrolera, hubiese tanto desempleo y hambre.

“El 23 de enero, lo confieso a manera de autocrítica creadora, nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo para erradicar los privilegios ni las injusticias. Quienes ocuparon el Poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria”, argumentó.

Fabricio Ojeda aseguró que tomaba el camino de las armas puesto que desde su curul en el Poder Legislativo era poco lo que podía hacer por una mejor Venezuela, puesto que, a su juicio, los demás poderes del Estado se encargaban de atropellar y criminalizar cualquier intento de proteger los intereses del pueblo soberano.

“La defensa del Parlamento independiente corresponde a todos y la defensa de la Constitución es un deber irrenunciable. Por ello cuando hacemos armas contra este gobierno, las hacemos por la restitución de la constitucionalidad democrática, por la Cámara de Diputados escarnecida y atropellada, por la independencia de los poderes públicos, por la democracia y la justicia. Convoque, pues, señor Presidente, al suplente respectivo porque yo he salido a cumplir el juramento que hice ante ustedes de defender la Constitución y leyes del país. Si muero, no importa, otros vendrán detrás que recogerán nuestro fusil y nuestra bandera para continuar con dignidad, lo que es ideal y deber de todo nuestro pueblo”, puntualizó.

Al activista se le conocía en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) como el Comandante Roberto y falleció, bajo circunstancias sospechosas, en la sede del Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA). Por orden del presidente Nicolás Maduro, sus restos serán llevados al Panteón Nacional el próximo 23 de enero de 2017, donde reposarán junto al Padre de la Patria Simón Bolívar.

CO

 

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