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15.Nov.2021 / 05:31 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Jimmy López Morillo

A estas alturas, luego de casi 22 años desde que con la Revolución Bolivariana comenzáramos a transitar estos caminos en procura de la consolidación definitiva de la independencia de nuestra Patria, nadie debería tener dudas de que cada paso nuestro en esa dirección es una afrenta para quienes se asumen como dueños del mundo.

Todo cuanto hemos venido haciendo durante poco más de dos décadas tratando de sacar a Venezuela de las oscuridades en las cuales nos hundió la dictadura puntofijista –bajo una muy bien elaborada farsa democrática-, es una labor colectiva en la cual estamos involucrados todas y todos.

Por supuesto, esto constituye un intolerable agravio para los genocidas de Washington, acostumbrados a meter mano descaradamente a la inmensa botija que representan las incalculables riquezas de nuestro territorio, bajo el entreguismo servil de quienes detentaron el poder durante cuarenta años.

Precisamente porque durante casi todo el siglo pasado, desde los tiempos de Juan Vicente Gómez, los ocupantes de la Casa Blanca y el Pentágono –y quienes los manejan desde las sombras– han considerado los suelos venezolanos como parte de sus dominios y en consecuencia se creen con derechos irreversibles para apoderarse de cuanto existe bajo nuestros cielos –incluyendo nuestras almas–, es inadmisible que nosotras y nosotros, con el comandante Hugo Chávez Frías al frente de los batallones, hayamos decidido retomar los caminos trazados por Simón Bolívar, liderando a nuestras libertadoras y nuestros libertadores.

Desde aquel luminoso 4 de febrero de 1992, pasando por el 6 de diciembre de 1998 y el 2 de febrero de 1999, cada día que avanzamos en función de lograr ese objetivo fundamental en nuestra historia, el de afianzar nuestra libertad, es un desafío inaceptable para quienes por un supuesto Destino Manifiesto se asumen como propietarios de la humanidad.

El nuevo reto

He ahí lo que representa la jornada electoral que estaremos protagonizando este domingo 21, la cual necesariamente debemos afrontar con el mayor nivel de conciencia, pues una vez más estaremos retando al imperio estadounidense, con todas las miradas del mundo depositadas en nuestro territorio.

Para llegar hasta este día, el pueblo venezolano y el Gobierno bolivariano hemos venido librando innumerables batallas en contra de quienes todavía no asimilan nuestra decisión –refrendada hace exactamente 200 años en el glorioso Campo de Carabobo–, de ser una nación libre, independiente y soberana.

Ha sido un interminable combate contra un imperio y sus mandaderos internos y externos, que ha desatado toda su saña genocida en contra del pueblo venezolano, acentuada en los últimos seis años por un bestial, criminal bloqueo económico, comercial, financiero y territorial, con el cual han pretendido colocarnos de rodillas, algo que no han podido por la firme voluntad de este pueblo heroico, intraficable en sus convicciones y herencias libertarias.

La resistencia ha sido frente a un imperio sin escrúpulos que ha encontrado en la muy rastrera dirigencia opositora a unos más que apropiados títeres, obedientes a sus órdenes sin la más mínima opción de un asomo de dignidad, prestándose para convalidar, entre otras ignominias, el saqueo de nuestros activos en el exterior, comenzando por la ilegal apropiación de Citgo y Monómeros, empresas de las cuales han sacado sus buenas tajadas, pues su traición a la Patria jamás ha sido gratuita.

Esa dirigencia extremista, conjuntamente con la parasitaria burguesía nacional que medró de los gobiernos puntofijistas, jamás ha renunciado a sus intenciones de retomar el poder y los privilegios perdidos con la llegada del comandante Chávez a Miraflores y posteriormente de su sucesor, nuestro actual presidente legítimo y constitucional, Nicolás Maduro Moros, pero en lugar de transitar por los caminos democráticos, se han empeñado en utilizar la violencia para derrocar a quienes están al frente del país por decisión incuestionable de la gran mayoría del pueblo venezolano.

En eso han estado, especialmente desde diciembre del 2015, cuando lograron una mayoría circunstancial en la Asamblea Nacional, la cual colocaron al servicio de sus amos imperiales, acatando de manera vergonzosa sus perversas instrucciones, tratando de facilitar la invasión de nuestro territorio, por una parte y por la otra intentando crear un gobierno paralelo mediante el cual han perpetrado el más gigantesco saqueo de toda nuestra historia, contando con la complicidad de otros gobernantes serviles a los genocidas de Washington.

En todo este tiempo, mientras ellos insisten en tratar de asaltar el poder por todas las vías posibles, el Gobierno encabezado por el presidente Nicolás Maduro Moros ha hecho infinitos llamados al diálogo e innumerables esfuerzos para encaminar a esos sectores extremistas por las rutas democráticas.

En todo ese contexto se inscribe la jornada de este domingo 21, en una nueva batalla que se escenifica en dos escenarios: el nacional y el internacional, con los enemigos al acecho tanto dentro como fuera de nuestro territorio. El solo hecho de que la extrema derecha haya inscrito candidaturas para prácticamente todas las gobernaciones y alcaldías, ya puede considerarse un triunfo de nuestro Jefe de Estado y su equipo.

Sin embargo, no es suficiente. Quienes están del otro lado de la acera, con la falta de escrúpulos que los caracteriza a ellos y sus amos imperiales, aunque se disfracen con ropajes democráticos, no abandonan su naturaleza fascista, actúan en dos direcciones, como lo demuestra el plan para incendiar las instalaciones del CNE en Mariches destinado a sabotear este proceso comicial, neutralizado hace unos días por los organismos de seguridad del Estado. Los cabecillas intelectuales de ese acto terrorista: los psicópatas Iván Simonóvis y Leopoldo López. ¿Cuándo no?, diría nuestra entrañable madre.

Por eso, por el enorme reto que tenemos frente al imperio y sus mandaderos internos y externos, es indispensable que salgamos a votar masivamente desde muy temprano este 21-N, para desarmar todo el andamiaje de infamias que ya tienen montado los genocidas de Washington con la complicidad de sus sirvientes, como el bufón Josep Borrel y sus emisarios de la Unión Europea, quienes vienen con la exclusiva misión de cantar fraude y desde su visión colonialista pegar lecos afirmando que no reconocen los resultados salidos de tales comicios.

Contra todos esos obstáculos nos enfrentaremos este domingo y por ello es absolutamente necesario entender la importancia y la trascendencia de un proceso en el cual tendremos la oportunidad de reiterar, una vez más, lo que hace 200 años sellaron en Carabobo nuestras libertadoras y libertadores, liderados por nuestro padre Simón Bolívar: que somos un país libre, independiente y soberano.

 

 

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