Durante los días 6 y 7 de noviembre próximo, Cuba presentará en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la resolución que rechaza el bloqueo impuesto por Estados Unidos (EE.UU.) desde hace casi seis décadas y que en los últimos años ha sido condenado por 193 de los 195 países (salvo Estados Unidos e Israel) en una votación y un clamor casi unánime.

Dagoberto Rodríguez Barrera, recién nombrado embajador cubano en Venezuela, se reunió con los medios de comunicación para dejar sentada la posición de su país en contra de este bloqueo arrogante y criminal, que ha causado tanto daño al pueblo cubano, aunque no ha podido arrodillarlo, ni quebrar su voluntad, su moral ni derecho de ser libre e independiente.

Esta será la 28a vez que la asamblea votará la resolución titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos de América contra Cuba”.

En las un poco más de tres cuartilla leídas por el diplomático a los periodistas, se hizo un recuento de la ilegal medida que el imperio viene aplicando desde la década del sesenta del siglo pasado.

“El bloqueo”, leyó el diplomático, “impuesto a por los estados Unidos contra Cuba por casi seis décadas es el sistema de sanciones unilaterales más injusto, severo y prolongado que se ha aplicado contra país alguno. Constituye el principal obstáculo para el desarrollo de la isla y para la implementación de la agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible. Es, asimismo, el principal escollo para el desarrollo de las relaciones económicas, comerciales y financieras de Cuba con los Estados Unidos y, por su carácter extraterritorial, con el resto del mundo”.

Inmediatamente, Rodríguez Barrera se refirió a los daños que son incomensurables: “Los daños acumulados por el bloqueo durante casi seis décadas de aplicación alcanzan la cifra de 922.630 millones de dólares, tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional. A precios corrientes, el bloque ha provocado perjuicios cuantificables por casi 138.843 millones de dólares. Solo en el período abril 2018 a marzo de 2019 ha causado pérdidas a Cuba en el orden de los 4.343.600.000 dólares”.

Agregó: “El bloqueo constituye una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todo el pueblo cubano y califica como acto de genocidio, a tenor de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Es violatorio de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional, y constituye, en su esencia y objetivos, un acto de agresión unilateral y una amenaza permanente contra la estabilidad de nuestro país”.

En cuanto al propósito de la medida, Rodríguez Barrera apuntó: “Su objetivo quedó evidenciado desde el 6 de abril de 1960, cuando el secretario asistente de Estado, Lester Mallory, al elaborar el memorando que definía la política hacia Cuba escribió: ‘La mayoría de los cubanos apoyan a Castro… No existe una oposición efectiva… El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno (al Gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria… Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica, negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.

Política absurda y obsoleta

El embajador, quien luego se sometería a una ronda de preguntas, asevero que resultan incalculables los daños humanos que ha producido la aplicación de estas sanciones. No hay familia cubana que no haya sido víctima de sus efectos. Más del 77 por ciento de la población cubana ha nacido y crecido bajo esta cruel política.

Luego señaló que en el último período el bloqueo se recrudeció. La persecución a las transacciones financieras cubanas en todo el mundo continuó fortaleciéndose. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Gobierno norteamericano impuso docenas de multas multimillonarias a compañías nacionales y de terceros países alegando vínculos con entidades cubanas. Nuevas empresas cubanas fueron incluidas en la “lista negra” de la OFAC.

“Nuevas restricciones a los viajes a Cuba fueron impuestas, así como al envío de remesas familiares y a los intercambios de todo tipo entre los dos países. Activaron la aplicación del Título III de la Ley Helms Burton que arbitrariamente permite demandar en cortes norteamericanas a empresas cubanas y de terceros países”, dijo.

“El bloqueo”, añadió, “continúa siendo una política absurda, obsoleta, ilegal y moralmente insostenible, que no ha cumplido ni cumplirá el propósito de doblegar la decisión patriótica del pueblo cubano de preservar su soberanía e independencia. Cuba continuará trabajando soberanamente y sin descanso en la profundización de los objetivos de justicia, equidad y solidaridad que sustentan el modelo cubano”.

Rodríguez Barrera concluyó afirmando que Estados Unidos ha ignorado, con arrogancia y desprecio, las 27 resoluciones adoptadas, año tras año desde 1992, por la Asamblea General de la ONU, que condenan el bloqueo y las numerosas voces que, dentro y fuera de dicho país, piden el cese de esta injusta política. De los 195 países que forman las Naciones Unidas, en los últimos años solo Estados Unidos e Israel han votado contra la resolución.

“En este contexto de especial complejidad, Cuba y su pueblo agradecen al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela su permanente apoyo y solidaridad. Confiamos en continuar contando con ese apoyo y el de la comunidad internacional en el legítimo reclamo de poner fin al criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos”, finalizó.

Victoria venezolana en la ONU

Rodríguez Barrera, al preguntársele por las consecuencias del bloqueo en las relaciones entre Cuba y Venezuela, indicó que en términos generales las medidas afectan a todos los sectores de la vida nacional en Cuba y son un obstáculos para el desarrollo de las relaciones con otros países. En el caso de Venezuela obviamente se crean mayores dificultades.

“Recientemente ellos (la administración Trump) tomaron medidas drásticas para tratar de cortar el transporte de combustible, que es una parte fundamental de la relación entre Cuba y Venezuela. Sin embargo yo diría que nuestro país, nuestro pueblo está entrenado para resistir y encontrar soluciones a los retos que plantea la política norteamericana. No tenemos dudas de que continuaremos desarrollando y cumpliendo con el convenio bilateral y sobre todo continuaremos profundizando nuestra relación, y nuestra amistad profunda y duradera entre los dos países y, repito, creo que encontraremos, como ya estamos encontrando, soluciones a estos retos que nos presentan las nuevas medidas que adopta la administración”.

Acerca de las resoluciones a las que Estados Unidos hace caso omiso, Barrera expuso que no esperaban un comportamiento diferente, ya que ellos han demostrado, a lo largo de la historia, su desprecio por la opinión del mundo.

Señaló que era importante que el mundo recuerde cada año cuan injusto, criminal y cruel es esta política de bloqueo, pero que, sobre todo, se demuestra que esa medida no surte efecto ni en el caso de Cuba ni en ningún otro país.

“Creo que lo que hacen con Venezuela tienen exactamente el mismo paralelismo que en el caso de Cuba y otras sanciones: va dirigido a crear dificultades, a crear sufrimiento, a crear insatisfacciones con la esperanza de que eso va a lograr entonces que las personas se inclinen por producir el cambio que ellos esperan y que le conviene a los intereses de la política imperial de los Estados Unidos”, consideró.

Rodríguez Barrera tildó de absurda la versión de dirigentes opositores criollos de que colectivos, supuestamente entrenados en Cuba, intervienen en las protestas que ocurren en Chile en repudio a las políticas del presidente Piñera.

Adujo que se trata de esconder que en América Latina se está llegando a un punto en que los pueblos no soportan más y se rebelan contra las políticas neoliberales. Se trata de una práctica y estrategia que han usado reiteradamente para ocultar sus problemas. Además, las nuevas tecnologías muestran que se trata de reacciones espontáneas de los pueblos ante las situaciones angustiantes que enfrentan.

“Entonces, es totalmente ridículo, no creo que haya que emplear mucho tiempo tratando de mostrar lo contrario”, afirmó.

Sobre la necesidad de que los organismos internacionales tengan más firmeza para que se cumplan sus decisiones, Rodríguez Barrera defendió el papel de la Asamblea general de la ONU.

“En realidad”, respondió, “la Asamblea General de la ONU lo que emplea es la voluntad del mundo sobre los diferentes temas que discute. No es un mecanismo en el cual es posible lograr una aplicación de las decisiones, pero tiene un significado altísimo, porque en realidad muestra el aislamiento que el imperio tiene en este momento, lo ha tenido a través de la historia en las últimas décadas, y creo que esta tendencia va a ser creciente y finalmente la voz de los pueblos tiene que ser escuchada. De hecho, lo que estamos viendo que sucede en América Latina es precisamente la voz de los pueblos que se expresa, por lo tanto, aunque no tiene una aplicación práctica para la eliminación del bloqueo, sí creemos que el mensaje es muy importante. Por eso le concedemos a esta votación una gran relevancia y esperamos contar, como lo hemos contado a través de los años desde 1992, con el apoyo mayoritario, abrumador, de los países miembros de la ONU”.

-¿Cómo sopesa la elección de Venezuela para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU? -le preguntaron.

-Es una gran victoria porque se produce a pesar de los esfuerzos descarnados de Estados Unidos y otros países asociados para evitar que eso sucediera. A pesar de estos esfuerzos por torcer los brazos, por cambiar la voluntad de estos países, una votación que además era secreta, estos países mantuvieron el apoyo a Venezuela para que finalmente fuese elegida. No dudamos de que Venezuela hará una contribución importante en el marco del Consejo de Derechos Humanos a la preservación de todos los derechos para todos los ciudadanos.

Dispuestos al diálogo

Durante la administración Obama se lograron avances inéditos en la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos; no fue todo lo que se podía haber alcanzado. Indudablemente Obama tenía la capacidad y el poder para poder avanzar mucho más, pero indudablemene las decisiones marcaban una ruta en la dirección correcta de la relación entre los dos países, que tiene que ser la solución de las diferencias a través de procesos de diálogo, de negociación respetuosa y de reconocimiento de la soberanía, la autodetrminación de las partes.

Sin embargo, con Donald Trump, de las primeras cosas que hizo dentro de los primeros seis meses de estar en el Gobierno fue precisamente derogar el decreto presidencial de Obama, donde abría esta posibilidad de mejorar las relaciones con Cuba, respondiendo a esa visión de una ultraderecha fundamentalista que gobierna en los Estados Unidos. Nosotros como cubanos siempre hemos reafirmado la voluntad de avanzar en un proceso de normalización de las relaciones con Estados Unidos y hemos demostrado permanente disposición para ello, siempre aclarando que esto tiene que hacerse bajo la base del más estricto respeto a la soberanía de Cuba, al más estricto respeto a lo que somos, a nuestra decisión de construir una sociedad socialista de igualdad, de justicia para todos, y esta posición la seguimos manteniendo, no la hemos variado, aun en las condiciones actuales de una administración que ha aplicado todos los resortes que le han sido posibles, no solamente para retrotraer lo que habíamos avanzado en la administración Obama, sino para ir mucho más allá, incluso en negar esa posibilidad de vínculo entre los dos países.

Con respecto a la posibilidad de denunciarlos ante la Corte Penal Internacional, hemos tenido siempre una disposición de la solución bilateral, sin la participación de terceros. Nos sentimos en condiciones de iguales con Estados Unidos para discutir todos los temas. En mi opinión no hay razones históricas para pensar que otro instrumento internacional pueda resolver un problema que tiene que ver mucho con una historia que se remonta mucho más allá del triunfo de la Revolución, porque en realidad esta historia de antagonismo entre los dos países data de más de 200 años y se fundamenta en la ambición de Estados Unidos por apoderarse de Cuba, como en su momento John Quincy Adams lo declaró.

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