Opinión / Noticias / Jesús Faría

31.May.2020 / 02:38 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

1.    El precio de la gasolina en nuestro país es irrisorio, absolutamente irracional desde el punto de vista económico. Un bien tiene que cubrir al menos los costos de producción para garantizar la sustentabilidad de su generación en el futuro. En ocasiones, los gobiernos deciden subsidiar productos (en diversos grados) por razones económicas, sociales o políticas. Sin embargo, en el caso de la gasolina no ocurre nada de esto. Un producto tan importante y costoso se regala, generando distorsiones en lo económico y absurdos entuertos sociales. La actualización del precio de la gasolina es una decisión impostergable.

2.    En las condiciones que atraviesa nuestra industria petrolera y la economía en general como resultado de las dramáticas consecuencias del bloqueo criminal, es imprescindible sincerar gradualmente los precios para garantizar las condiciones de producción de la gasolina. En los actuales momentos, no se recuperan ni siquiera los costos de producción y, además, el Estado, durísimamente afectado por las sanciones de Washington, tiene que realizar gigantescos desembolsos para el funcionamiento de las refinerías.

3.    Esto genera una situación insólita. El “subsidio” (o regalo) de la gasolina favorece fundamentalmente a sectores de la población que tienen mayores ingresos y poseen buena parte del parque automotor del país; en tanto que, perjudica a las mayorías al restarle fuerza financiera a los diferentes programas sociales del gobierno.

4.    Los bajísimos precios de la gasolina son un estímulo extraordinario al contrabando de extracción. De esta situación se benefician sectores asociados al narcotráfico y el paramilitarismo en Colombia (el negocio de contrabando se calcula en 6-7 millardos de dólares anuales), así como a mafias binacionales. Ningún mecanismo de seguridad podrá desmontar el contrabando con las actuales diferencias de precios, que generan gigantescas ganancias al negocio de contrabando.

5.    Con la sinceración progresiva de los precios de la gasolina se ira racionalizando su uso, eliminando los derroches y el contrabando. Los excedentes que vayan surgiendo se podrían incluso exportar (cuando se normalice el mercado petrolero mundial), aún con las dificultades que se desprenden de las sanciones, lo que mejoraría los ingresos de divisas de la industria petrolera y del país.

6.    El mayor ingreso, producto del mayor precio de la gasolina, podrá liberar recursos que antes se invertían en su producción y ahora podrán fortalecer diversos programas sociales o las inversiones en los servicios públicos.

7.    Desde el punto de vista social no solo se generará un ahorro para las políticas sociales, sino que los subsidios estarán mucho mejor diseñados, estarán dirigidos a los sectores que más los necesitan.

8.    Cuando se aumentan los precios del combustible, hay dos preocupaciones esenciales relacionadas a los impactos sociales y sus las consecuencias políticas. Por una parte, la población tiene que realizar mayores gastos y eso siempre constituye un problema. En este caso, el gobierno ha contemplado subsidios para amortiguar ese impacto.

9.    Por otra parte, está el efecto inflacionario que provoca una medida de esa naturaleza. Lo cual se potencia en una economía sometida a guerra y, además, enferma por la especulación. En ese aspecto, los subsidios al transporte de pasajeros y de carga limitará de manera sustancial ese impacto.

10. Desde el punto de vista político, ya vendrán los ataques de la oposición con los argumentos desgastados de siempre: “el Estado explota a la población”;  “le mete las manos en los bolsillos a los ciudadanos para resolver su crisis fiscal”; “la incompetencia del gobierno ahora la pagan los ciudadanos” … No obstante, nunca reconocerán que, desde todo punto de vista, el regalo del combustible es algo absolutamente irracional. Mucho menos reconocerán   que la situación actual de la industria petrolera obedece al bloqueo de Washington, que ellos mismos se han dedicado a fomentar y justificar. De tal manera que se trata de otro acto de cinismo, que debemos denunciar.

11. Este incremento, que llevará progresivamente el precio de la gasolina a niveles de racionalidad, que permita cubrir los costos de producción en el mediano plazo o que al menos se acerque a ese nivel, tendrá un impacto importante en la preservación del medio ambiente, porque la contaminación que genera la circulación del vehículo se reducirá como resultado de la disminución del derroche de combustible con un precio más alto.

12. La medida de aumento de la gasolina se atacará desde la ultraizquierda y desde la derecha, acusándonos de neoliberales, etc. Al respecto, hay que dejar claro que el neoliberalismo no es el aumento del precio de la gasolina ni es una medida aislada. No se puede banalizar un concepto tan fundamental. El neoliberalismo es una estrategia que le entrega el poder a los mercados, a las oligarquías, desmonta el Estado… El hecho de que las políticas neoliberales incluyan el aumento del precio de la gasolina no significa que una medida de esta naturaleza nos ubique indefectiblemente en el campo del neoliberalismo. Aumentar el precio de la gasolina le dará viabilidad a su producción, racionalidad a su uso y contribuirá a toda una estrategia de desarrollo del país… Gobiernos neoliberales pueden aumentar la gasolina, pero también lo hacen en ocasiones gobiernos con Estado fuertes, así como otros dirigido por partidos comunistas…

13. Finalmente, desde la perspectiva geopolítica esta estrategia de aumento del precio de la gasolina fortalecerá el país en su combate frente al bloqueo. Al garantizar las condiciones para producir el combustible seremos menos vulnerables frente a los ataques del imperialismo.

 

 

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