Opinión / Noticias / Héctor Rodríguez Castro

1.Jul.2019 / 08:33 am / Haga un comentario

Foto: PSUV Miranda

Héctor Rodríguez

Convierte tu muro en un peldaño acostumbraba a decir el poeta checo Rainer María Rilke, para significar la urgencia de bajar las atalayas de intolerancia y convertirlas en escalones construidos con respeto y comprensión, por y para el otro.

Y es que el tema de este tiempo, en el mundo entero, es el respeto con tolerancia.

Pero empecemos por el primer término, tolerancia. El actor británico Peter Ustinov la define como la ira dominada por la razón. Normalmente, cuando nos enfrentamos con quienes opinan diferente a nosotros podemos sentirnos molestos primero, e iracundos después, incluso otras veces llegamos a perder los estribos en la discusión.

Para el escritor francés Victor Hugo, la tolerancia es la mejor religión. Y decía religión porque se refería a creer en la posibilidad de aceptar al otro, aunque piense diferente a uno. El término aceptación significa no convertir nuestra posición, opinión o punto de vista, en una razón de enfrentamiento, sino más bien acercarse a la complementación, a entender que ninguna realidad tiene un solo ángulo sino muchos.

El maestro hindú Mahatma Ghandi decía que el amor empuja a tener hacia la fe de los demás el mismo respeto que se tiene por la propia. Y eso es perfectamente extensible a las opiniones e ideas de los otros.

Cuando nos preguntamos cómo se puede lograr eso resuena la voz de la activista política estadounidense Helen Keller, quien afirmaba que el mayor resultado de la educación es la tolerancia. Y ello nos lleva a un temazo: necesitamos revisar nuestros procesos educativos, nuestra construcción de ciudadanía, y quizás alejar a nuestras generaciones en crecimiento de la violencia “gratuita e intencional” de los medios, para llevarlos al encuentro de valores, de venezolanidad, de la tolerancia.

Para lograr esto, debemos empezar por enseñar con el ejemplo el factor básico para lograr la verdadera tolerancia: el respeto.

Esta semana nos reunimos con los movimientos para lconsolidación de las leyes en favor de los derechos de las mujeres. Con intención de opresión y tal vez por aquello de la inercia, la costumbre, de la tradición, aún hay muchos prejuicios que desfavorecen a la mujer en Venezuela. Por eso las leyes deben ser específicas, adecuadas. Si bien es cierto que cuando hablamos de revolución las encontramos trabajando como hormiguitas para hacer un país próspero y de igualdad, hacia ellas más que hacia ninguno, hace falta mucho para alcanzar el reconocimiento justo que finalmente representa a este indispensable valor para la sociedad tolerante: el respeto.

Esto es sólo un ejemplo. El respeto debe formar parte de nuestros modos, de nuestros marcos, para que sea determinante e influya en nuestro desarrollo.

Con respeto dejaremos atrás la violencia de género, la violencia contra niñas y niños, podremos darnos la libertad de escuchar al que piensa diferente sin juzgarlo a priori, entendiendo que de pronto juntos, con visiones distintas, encontraremos soluciones comunes que nos favorezcan a todos.

El respeto y la tolerancia nos hacen más humanos, menos beligerantes, nos otorgan mayor capacidad para vivir como sociedad organizada. Nos abren todas las puertas para un futuro inmediato más brillante, colectivo, justo y equilibrado para todos, sin distingo de fe o visión política.

 

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