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Foto: Archivo
El 30 de agosto de 1935 el escritor y periodista revolucionario francés Henri Barbusse muere en Moscú, Rusia, por haber contraído neumonía durante sus viajes a la Unión Soviética. Decenas de miles de moscovitas desfilan durante su funeral, sus restos fueron expuestos al público durante tres días.
Barbusse alcanzó su fama de escritor por su novela Le Feu (El Fuego), basada en su experiencia en la Primera Guerra Mundial como soldado de infantería, donde mostraba su odio creciente hacia el militarismo. Su obra, en efecto, causo sensación y llevó a su país natal (Francia) al conocimiento de un nuevo autor y, por determinación, la novela estuvo vinculada siempre con motivos políticos y sociales y gana el Premio Goncourt.
Su llegada a Rusia lo desarrolla con proyectos revolucionarios, humanitarios y antimilitaristas. El caso de Barbusse es paradigmático de la intelectualidad de comienzos del siglo XX, inicialmente enferma de ideas escépticas, disolventes, nihilistas, de las que no pudo escapar por sí mismo.
El novelista francés atravesó también esa fase pero continuó un recorrido, sin duda oscuro y tempestuoso, que a otros aterraba, pero resplandeciente de verdad, de ideas frescas, de sensaciones fructíferas. Su ejemplo permanece vigente como el de un intelectual comprometido con su momento hasta la médula y, por supuesto, un escritor con páginas rebosantes de luz, de entusiasmo y futuro.
Con El Mazo Dando