Prensa Correo del Orinoco.- El 13 de enero de 1813, 45 expedicionarios comandados por Santiago Mariño y armados con apenas 6 fusiles, tomaron Güiria, en una acción que sorprendió a las fuerzas españolas. El mismo día marcharon sobre Irapa, donde los ahora 70 combatientes, batieron a 400 soldados. A partir de ese momento iniciaron una vertiginosa marcha que los llevaría hasta Maturín.

“La respuesta de los realistas fue un bloqueo marítimo con 13 buques y 1.500 hombres”, comenta el maestro Miguel Acosta Saignes en su libro Bolívar, acción y utopía del hombre de las dificultades. Pero fue en vano, los patriotas avanzaban sin freno, ocupando posiciones claves, la brecha en el frente oriental era cada vez más grande. El impacto de estos hechos reanimó la moral de las tropas que marchaban con Bolívar desde Mérida hacia Barinas, además, el Libertador tenía ahora un nuevo argumento para convencer al Congreso de la Nueva Granada de que le entregaran el dinero para la campaña militar en Venezuela. La Guerra de Independencia en una nueva fase, y en el centro de los acontecimientos resplandecía una figura decisiva: Antonio José de Sucre.

“Sucre fue el que trazó la estrategia de la toma de Güiria, que fue una acción decisiva”, afirmó Ramón Badaracco, cronista de Cumaná que ha investigado y escrito sobre la vida del Gran Mariscal de Ayacucho.

El joven oficial cumanés, nacido un día como hoy, era uno de los 45 hombres que planificaron en Cahachacare (isla en la jurisdicción de Trinidad) la incursión que reactivaría la guerra en el oriente del país que querían liberar. “Se discutieron varias estrategias para lanzar esa acción, pero la logística que Sucre propuso fue la que se impuso. Y probó ser la más acertada. Además, una vez en tierra, Sucre -que era oficial de ingenieros- se adelantó con un puñado de zapadores que preparaban el terreno para el avance de los expedicionarios y abrían trochas y trincheras”, relató Badaracco.

Luchador de prestigio

“Sucre ya era un héroe cuando se unió a Bolívar. Era un coronel que ya tenía prestigio y reconocimiento y había probado sus dotes de estratega y su valentía. Venía de librar y ganar importantes combates”, así ubica Badaracco al futuro paladín de Ayacucho en un momento crucial para la gesta independentista.

Corría el año de 1817 y entre los comandantes orientales, replegados en Las Antillas, comenzaban a aflorar serias discrepancias, quienes, además, eran renuentes a la idea de un mando unificado en manos de Bolívar.

Era la hora de tomar una decisión, y él optó por ponerse a la orden del Libertador. En una carta fechada el 17 de octubre en Maturín, le aseguró que velaría por evitar que en las filas patriotas a su cargo se generen “juntas y bochinches”, y le reitera: “Yo estoy resuelto, no obstante todo, a obedecer ciegamente y con placer a Vd.”

Ese gesto tiene una gran significación histórica, porque la decisión de Antonio José de Sucre de acompañar a Bolívar le garantizó a la causa republicana un líder, para conducir, pocos años después, la campaña que liberó a Ecuador y Perú y que le dio nacimiento a Bolivia. Y lo hizo por convicción propia, enfatizó Ramón Badaracco:

“Siempre he pensado Sucre tomó partido por la causa bolivariana porque en él habitaba el mismo espíritu libertador que animaba a Bolívar. Él era un hombre con una inmensa formación intelectual, muy leído, que dominaba perfectamente el inglés y el francés. Eso lo puso en contacto con las ideas más avanzadas de su época”.

En la Patria La Vida

El historiador Marco Fuenmayor reforzó la visión de Badaracco desde otra perspectiva, al destacar que su carácter se forjó al calor del servicios a la patria: “No es aventurado afirmar que el futuro Mariscal de Ayacucho ‘nació republicano’. Fue un niño que ingresó en la vida adulta a la edad de trece años, cuando fue enviado desde su natal Cumaná a Caracas para iniciarse como Cadete. Y dos años después, luego de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, le fue concedido por la Junta Suprema de Cumaná el grado subteniente del Cuerpo de Milicias Regladas del Ejército de Oriente”.

Del compromiso patriótico que se fraguó en su propia experiencia de vida, dio testimonio en una carta, según señaló Fuenmayor: “Sucre tuvo sobradas razones para afirmar muchos años mas tarde que fue ‘…alistado desde mi infancia en las filas que han combatido por la independencia…’. Las circunstancias vitales de Antonio José de Sucre lo llevaron a servir a la Patria desde los 15 hasta los 35 años, cuando fue asesinado en Berruecos. ‘Yo voy muy de prisa y bajaré de prisa…’ escribirá en 1819 al general Soublette, en una frase premonitoria que fue como un metáfora de su vida.

“Su increíble hoja de servicios es la de un hombre que en solo siete lustros recorrió el “escalafón” completo de un Ejército y guió unas repúblicas en formación. Fue subteniente del Cuerpo de Ingenieros Militares de Caracas en 1811, presidente de la República de Bolivia en 1825 y mártir en 1830”, aseveró Fuenmayor, consultado por este diario.

Prócer universal

El general (r) Héctor Bencomo, historiador militar y albacea de los archivos del Libertador, señaló que a pesar de tener las condiciones intelectuales, la formación militar y el estatus social para asegurarse una posición de poder en Cumaná, una de las plazas clave de la guerra, que acababa de proclamarse parte de un Estado autónomo, prefirió servir a Pero prefirió servir como un soldado bajo el mando de Bolívar. En su opinión, la relación que nació a partir de se gesto, cambió la historia de América. En efecto, al hacer pública su afinidad con el Libertador y defender sus ideas políticas, “refirmó de su autoridad y apuntaló el gran plan integracionista de Bolívar”.

Al respecto, el historiador Alexander Torres Iriarte, señaló que Sucre “concebía la causa republicana como un proyecto continental, como le manifestara a panameño José D. Espinar en 1821: “Siendo una misma la causa de los americanos es una misma causa nuestra patria”. Y en otro momento lo ratificó al afirmar: “Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas habría sido inútil su emancipación”.

Chávez nos llama hacía el Socialismo

Queremos recordar, una vez más, las palabras del Gran Mariscal de Ayacucho: Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera inseparable. Sin el goce absoluto de ambas, habría sido inútil su emancipación. La voz de Sucre nos está llamando a la batalla: sin el goce absoluto de la libertad y la justicia, es decir de la igualdad, la Independencia quedaría inconclusa para siempre. Y ello sólo será posible por la vía heroica del socialismo.

Y ese es precisamente uno de los inmensos retos que enfrentaremos este año que comienza: afianzar y darle rumbo cierto a la vía venezolana hacia el socialismo. No hay mejor manera de honrar, así lo creo, la memoria viva de 200 años de batalla y en batalla.

T/ Carlos Ortiz