Opinión
POR: Alfredo Carquez Saavedra
Javier Milei ganó las elecciones presidenciales en Argentina con una clara ventaja de aproximadamente 10 puntos sobre su rival peronista, Sergio Massa. Sin embargo, este señor, una especie de mixtura de economista ultraneoliberal, comediante soez, patotero nazi y amante de las cámaras de televisión, ha caído en la intrincada telaraña tejida por un verdadero monstruo del poder económico: Mauricio Macri.
Macri ha logrado colocar en el gabinete del nuevo presidente gente de su absoluta confianza. El más llamátivo de tales enganches lo encarna Patricia Bullrich, ex candidata presidencial que le disputó a Milei los votos de la derecha durante la campaña previa a la primera vuelta electoral y a quien este acusó de “montonera tirabombas”.
Bullrich, al igual que su nuevo jefe nominal (Milei) ha mostrado una clara tendencia al uso de la fuerza cuando se trata de aplicar reclamos populares. En eso ya tiene suficiente experiencia, pues fue Ministra de Seguridad durante el macrismo, tendencia en la que ella representra el área más dura de los distintos factores que giran alrededor del empresario-político arriba mencionado.
Si bien Milei llega a la casa Rosada con holgura de votos (especialmente en el segmento jóvenes desconocedores del pasado, frustrados con el presente y sin esperanzas futuras), en su propuesta de gobierno está el inicio del fin de su permanencia en el poder. Su mensaje soportado por una intensa campaña de mercadeo manipulador y negacionista tropezará en algún momento con la realidad. Incluso, desde ya comienzan a verse las consecuencias del retorno del capitalismo salvaje a la nación sureña: los precios de los bienes primera necesidad se dispararon en 40 por ciento, en una especie de anuncio de lo que vendrá pues ya no habrá controles para fijar el valor de las mercancias.
Tampoco lo habrá para las tarifas de servicios públicos, la educación, la salud, los alquileres y el transporte. Todo tendrá precio de mercado en la Ley de la Selva del dinero.
Milei, “asesorado” por Macri, sacará su motosierra para podar el Estado como en Caracas lo hacen los ecocidas con los sufridos árboles de la ciudad. Y ahí, pendiente estará Bullrich para aplacar con porrazos y bala a los que salgan a protestar.
Aun así habrá estallido.