El martes 30 de septiembre el camarada Robert Serra hizo la que fue su última intervención en la plenaria de la Asamblea Nacional. Como siempre fogosa, combativa, impugnadora y punzante contra la derecha que quiere acabar con la Revolución Bolivariana. En todas estas semanas había estado muy activo no sólo en su labor parlamentaria, sino también como responsable del PSUV en el circuito 2 de Caracas; sobre todo organizando las fuerzas de nuestro pueblo contra la guerra económica de la burguesía parasitaria y contra el dengue y la chikungunya.

Con Robert compartimos las luchas parlamentarias, el debate en la Asamblea Nacional, tanto en la plenaria como en la Comisión Permanente de Desarrollo Social Integral, de la cual ambos formamos parte. Además de eso, compartimos responsabilidades en el Equipo Político Estadal del PSUV en el Distrito Capital, él como responsable del circuito 2 y yo como responsable del circuito 1.

Por estas razones, pienso que conocí relativamente bien a Robert Serra. Robert era el más jóven parlamentario de toda nuestra historia republicana, con apenas 22 años fue electo diputado a la Asamblea Nacional, pero venía de antes, de las organizaciones infantiles y de adolescentes que impulsó tempranamente la revolución bajo la dirección del Comandante Supremo Hugo Chávez, jugó un papel importante en las discusiones que dieron como resultado la creación del Instituto Municipal de la Juventud de Caracas (IMJC), formó parte del grupo de jóvenes que en el 2007 enfrentaron y derrotaron en el debate de la Asamblea Nacional a los dirigentes de los grupos juveniles fascistas, del cual también formaron parte la compañera Andreína Tarazón, hoy Ministra del Poder Popular para la Mujer e Igualdad de Género y Héctor Rodríguez, hoy Ministro del Poder Popular para la Educación y Vicepresidente Social de la República, entre otros y otras.

Una de las virtudes que más admiré de Robert, fue esa capacidad que tenía para ubicarse rápidamente en el contexto concreto donde se encontraba y a partir de allí elaborar y expresar el discurso que correspondía o realizar la acción correcta. Dueño de una gran inteligencia, fue capaz de decirle la verdad en la cara de los y las dirigentes de la derecha, dentro y fuera del parlamento, por dura que esta fuera. Los denunció y fustigó permanentemente con su verbo combativo. Por eso la derecha lo odió tanto.

Desarrolló durante los últimos años una intensa labor política y social en Caracas, particularmente en las parroquias 23 de Enero, San Juan, Santa Teresa, Catedral y Altagracia; que conforman el Circuito 2 del Distrito Capital. Entre otras cosas, con los operativos de MERCAL, «Mi Casa Bien Equipada», los operativos de salud y de cedulación, entre otros. Organizando el partido en esas parroquias con la orientación directa de la dirección regional del PSUV, de la dirección nacional y del camarada presidente Nicolás Maduro.

Durante este último año estuvo al frente en su circuito de lucha para garantizar que Caracas fuera, como lo orientó el camarada presidente de la República y del partido, una zona de paz y libre de guarimbas. Al mismo tiempo, tuvo una destacada actuación tanto en el III Congreso del PSUV, como en el II Congreso de la JPSUV.

Robert Serra amó al Comandante Supremo Hugo Chávez y fue consecuente con la defensa de su legado.

Creo que el vil asesinato, como correctamente lo caracterizara nuestro camarada Diosdado Cabello, cometido contra él y su compañera de vida y de luchas María Herrera, la saña con la que fue perpetrado, son expresión del odio fascista contra dos jóvenes que en el terreno de la política y de la acción social, eran muy superiores a toda la dirección ultraderechista de este país junta.

Ante este vil, cobarde y artero asesinato, nuestro pueblo nuevamente se puso de pie, como el pueblo gigante que somos y salió, con la tristeza, la rabia y la indignación por un lado, pero con la firmeza y la virilidad por el otro, a llorar a sus hijos y a exigir justicia. Los y las fascistas y terroristas, encabezados por la ultraderecha que gobierna los Estados Unidos de Norteamérica, por el narcoparamilitar y asesino Álvaro Uribe Vélez y sus aliados en nuestro territorio, deben tomar nota que el pueblo venezolano no es un pueblo de cobardes, que somos de la estirpe valiente de Guaicaipuro, José Leonardo Chirino, Bolívar, Juana la Avanzadora, Sucre, Josefa Camejo, Zamora, Pío Tamayo, Maisanta, Livia Gouverneur, Fabricio Ojeda, Jorge Rodríguez y Hugo Chávez. Somos un pueblo valeroso y digno, de trabajo, que ha dado muestras fehacientes en toda nuestra historia, de sabiduría, bondad y también de combatividad.

Ese pueblo que ayer lloró a su hijo por las calles de Caracas, tiene la conciencia suficiente para no caer en la provocación enemiga y espera con paciencia los resultados de la investigación de los cuerpos policiales.

En uno de sus últimos discursos, el camarada Robert Serra aseveró que la lucha nuestra no es por uno o varios cargos, sino por hacer irreversible la revolución. Esta reflexión profundamente chavista de Robert, la hacemos nuestra y juramos a Robert que seguiremos ese sendero que trazó nuestro comandante Supremo Hugo Chávez y él continuó, bajo la dirección de nuestro camarada Nicolás Maduro.

Caracas, 4 de octubre de 2014