Opinión / Eduardo Piñate

9.Nov.2015 / 09:20 am / Haga un comentario

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Faltan menos de 30 días para las elecciones de diputados y diputadas a la Asamblea Nacional, comicios fundamentales en la presente coyuntura para la continuidad, en profundidad y extensión, de nuestro proyecto histórico democrático, revolucionario, bolivariano, socialista y chavista.

En las elecciones del 6 de diciembre no nos estamos disputando unos cuantos diputados y diputadas más o menos como en las elecciones de cualquier república parlamentaria burguesa. Nos estamos jugando el futuro, frente al pasado de oprobio, miseria y represión del capitalismo dependiente y la democracia burguesa puntofijista que dejamos en el pasado.

Venezuela es uno de los escenarios principales, si no el principal, de la lucha histórica entre el capitalismo y el socialismo, entre la subordinación al imperialismo asesino y expoliador y la independencia de la Patria. Nosotros como pueblo combatiente por la libertad optamos con el liderazgo del Comandante Supremo Hugo Chávez por el Socialismo, Bolivariano y Chavista y en las elecciones del 6 de diciembre vamos a ratificar ese camino con el Presidente Obrero Nicolás Maduro a la vanguardia, liderando las tropas de este gran ejército popular y revolucionario de millones que es el pueblo venezolano.

La Revolución Bolivariana ha estado en el poder político 16 años, en ese tiempo recuperamos la soberanía y la independencia que perdimos hace 200 años después de la derrota del proyecto de Simón Bolívar en 1830, cuando nuestro continente fue balcanizado en contra de la idea de la unión que impulsó el Libertador y se construyó la república oligárquica primero y burguesa después, subordinada primero al imperio colonial inglés y desde la segunda década del siglo XX al imperialismo estadounidense. La victoria del 6 de diciembre de las fuerzas revolucionarias es garantía de la defensa, ampliación y profundización de la independencia que reconquistamos después de 200 años, como lo establece claramente el primer objetivo histórico del Programa (Plan) de la Patria.

Los 16 años de revolución han significado la inclusión en todas las esferas de la vida (económica, política, social y cultural) de millones de hombres y mujeres que fueron históricamente preteridos, desde la invasión europea iniciada por Cristóbal Colón, hasta los 168 años (1830-1998) de la IV República, burguesa y oligárquica, como ya señalamos.

Basta sólo comparar unos datos en esta materia: para 1998 la pobreza general estaba por encima del 70% y la miseria o pobreza extrema en 25% de la población. La Revolución Bolivariana redujo en apenas 16 años la pobreza general a 19% y la pobreza extrema al 5% y tenemos política y acciones en desarrollo con las Bases de Misiones para llegar a cero (0) de pobreza en el año 2019, como una de las metas del Plan de la Patria. Para 1998 el desempleo abierto estaba por el orden del 25% de la población económicamente activa y el 52% de los empleados estaban en el sector informal de la economía; con la revolución el desempleo cayó a 7% y sigue bajando y el empleo informal se redujo sustantivamente, de modo que no sólo hemos garantizado el empleo y la estabilidad del trabajo, sino que cada día mejoramos la calidad del empleo. Ni que hablar de la eliminación del analfabetismo que en 1998 afectaba a un porcentaje importante de la población. Eliminamos de manera sustantiva la exclusión del sistema escolar que en los años 80 y 90 del siglo pasado era endémica. Hoy la revolución tiene una política integral de atención a estudiantes, maestros y otros sujetos que aportan al hecho educativo, con lo cual incrementamos la matrícula en todos los niveles del sistema y hoy por hoy somos el segundo país en matrícula universitaria del continente y el quinto del mundo. Hemos fortalecido el sistema público de salud de manera que garantizamos la atención integral en esta materia a nuestro pueblo –y a otros pueblos hermanos- gratuita y de calidad. Esta es una de las razones por las que los medicamentos son uno de los objetivos del acaparamiento, el contrabando y la especulación en el marco de la guerra económica contra el pueblo venezolano. En la actualidad el 98% de nuestra población hace tres comidas diarias o más, incluso, ya el problema en nuestro país no es la desnutrición o la subnutrición, es la obesidad que comienza a amenazar con convertirse en un problema de salud pública.

Durante la IV República capitalista millones de venezolanos y venezolanas fueron despojados del su derecho a una vivienda digna y segregados a las zonas más inseguras e inestables, a los cerros, laderas y orillas de las quebradas, sin servicios y sin derechos, para que la burguesía inmobiliaria se apropiara de los mejores terrenos de nuestras ciudades, los más estables y se enriqueciera especulando con las viviendas construidas, por la vía de los precios y las condiciones onerosas establecidas por la banca privada para los créditos inmobiliarios. La Revolución Bolivariana ha sacado a millones de las zonas inestables y los ha dotado de viviendas dignas, sólo con la gran Misión Vivienda Venezuela este año llegaremos al primer millón de viviendas de una meta de tres millones establecida para el 2019.

Ninguna de estas políticas se ha paralizado ni por la guerra económica brutal que nos están haciendo, ni con el bloqueo financiero internacional a que nos someten, ni con la caída abrupta de los precios del petróleo este año. Al contrario, en medio de las dificultades que nos crean sostenemos la vocación social popular de nuestra revolución y demostramos –contrariamente a lo que sostienen economistas apologistas del capitalismo y algunos que se dicen de izquierda pero les repiten los conceptos- que más importante que los datos macroeconómicos es la orientación de la política y del programa de la clase, del bloque histórico (para decirlo con Gramsci) y del partido en el poder. En nuestro caso, la política, el programa y el partido en el poder somos profundamente revolucionarios

Desde luego que estos avances redundan en el abatimiento de la pobreza material, pero también se expresan en la derrota de la pobreza cultural, espiritual y ética. Millones de hombres y mujeres que estaban condenados a la miseria en el capitalismo con su democracia burguesa, hoy están incorporados de diversas maneras a la vida económica y cultural de la Patria. Hoy nuestro pueblo se va dotando de una nueva ética y una nueva conciencia, la ética de servir al pueblo y la conciencia del deber social.

Es obvio que todo este proceso de transformaciones estructurales en el país tiene su expresión en la política. La refundación de la República planteada como objetivo supremo de nuestra revolución en el preámbulo de nuestro texto constitucional, significa la democratización permanente de la sociedad venezolana, que contrasta con el carácter antidemocrático del modelo político del Puntofijismo, significa protagonismo popular que es antagónico a la representatividad de la democracia liberal burguesa, significa Poder Popular que es absolutamente contradictorio al poder de las élites burguesas y de sus partidos, significa entender la democracia y el ejercicio de la soberanía popular como un proceso cotidiano que se realiza en todos los espacios de la vida y no como un acto que se ejecuta cada cuatro, cinco o seis años cuando se ejerce el sufragio. Esta concepción revolucionaria, Bolivariana, Socialista y Chavista de la democracia, demanda una nueva cultura política, la de la participación y el protagonismo en la que todo el pueblo es sujeto de las transformaciones revolucionarias y no un simple objeto para el marketing electoral de las fuerzas contrarrevolucionarias.

En estos 16 años de revolución, la distribución de la riqueza se hizo progresiva, es decir, la distribución del ingreso nacional por el petróleo y otros ingresos como los impuestos, se orientó fundamentalmente a favorecer a los sectores populares. Entre 1999 y 2014 unos 570 mil millones de dólares se destinaron a la inversión social, con lo cual hemos logrado abatir la pobreza e incrementamos la inversión en salud, educación, vivienda, recreación, deporte y otras áreas. Aparte de la importantísima inversión destinada a proyectos de infraestructura, productivos y desarrollo regional. Si en Venezuela no estuviéramos haciendo una revolución verdadera (en las que se triunfa o se muere como dice el Che Guevara) esas gigantescas masas de dinero se hubiesen ido a los bolsillos de la burguesía y las transnacionales imperialistas. Por supuesto esta es una de las más importantes razones de toda la contraofensiva, de la guerra total del imperialismo para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y destruir la revolución Bolivariana.

Hasta aquí hemos tratado de presentar una síntesis, una especie de resumen conciso de las importantes realizaciones de la revolución en 16 años de Revolución Bolivariana. Como dijo el Comandante Chávez y lo ha repetido el Presidente Obrero Maduro, no es poca cosa lo logrado, y eso lo hemos logrado sólo porque transitamos nuestro propio camino, porque determinamos nuestro propio rumbo, sin sujeción a ninguna potencia imperialista del mundo, porque, como dijo Chávez “tenemos Patria”, porque somos independientes, porque tomamos nuestras propias decisiones soberanamente. Todo eso lo hemos logrado porque estamos haciendo una revolución que tiene en su esencia el pensamiento de Bolívar y Chávez.

Por eso, para defender los logros de la revolución, para defender, profundizar y engrandecer la obra, el legado del Comandante Supremo de nuestra revolución, Hugo Chávez, tenemos que vencer el 6 de diciembre. La victoria electoral revolucionaria del 6 de diciembre garantiza una mayoría en la Asamblea Nacional para, desde el ámbito legislativo-parlamentario-político, favorecer las tareas dirigidas a profundizar la revolución, nuestro camino al Socialismo Bolivariano y Chavista.

Caracas, 8 de noviembre de 2015

 

 

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