Opinión

22.May.2014 / 10:54 am / Haga un comentario

Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para Asuntos Americanos, ha logrado en poco tiempo lo que ningún vocero de Estados Unidos había conseguido: despertar en un sector del antichavismo venezolano cierto atisbo de antiimperialismo.

Vaya, es una exageración pedagógica: tampoco es que, de súbito, algunos sobrinos criollos del Tío Sam ahora coreen “Yankee, go home”, ni que se hayan pasado, con armas y bagaje, a la causa de un mundo multipolar, libre de la hegemonía estadounidense.

Nada de eso. De la gente que trata de liderar Ramón Guillermo Aveledo no puede esperarse algo parecido al “¡Aquí huele a azufre!”, que inmortalizó el comandante Hugo Chávez en el podio de las Naciones Unidas donde antes había hablado el criminal de guerra George W. Bush, ni alguna declaración vehemente exigiendo a la señora Roberta que no meta sus narices en asuntos internos de la República Bolivariana de Venezuela. No se le puede pedir “peras al horno”, como diría el filósofo Manuel Rosales.

Pero, sin duda, Mrs. Jacobson ha provocado reacciones que marcan un antes y un después en las relaciones entre Washington y la MUD, al menos en el plano meramente declarativo. Algo es algo.

La afirmación en la que ella vinculó a dirigentes de la MUD con una solicitud de postergar sanciones contra Venezuela provocó primero un comunicado del grupo pidiéndole a la señora Roberta una aclaratoria, y luego un artículo de Henry Ramos Allup, menos flemático, que dice cosas así:

“Siempre he creído que Estados Unidos tiene que ser un gran país para mantenerse como primera potencia mundial en todos los ámbitos, no obstante haber padecido presidentes oligofrénicos del calibre de George Bush, haber sobrevivido a las paranoias del Departamento de Estado, a las chapuzas de sus diplomáticos que solo aciertan cuando se equivocan y a las truculencias de sus inefables organismos de inteligencia”.

Habrá que esperar a ver qué hacen ahora que Mrs. Roberta ha vuelto a meter sus narices diciendo que el diálogo en Venezuela no puede ser una tertulia y que no es aceptable “dialogar por dialogar”. Ella, es claro, prefiere que sus chicos se dediquen sencillamente a “guarimbear por guarimbear”. “Guarimbeichon, please”. ¿Yes?

Por: Ernesto Villegas

@VillegasPoljakE

 

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