Opinión

15.Ago.2014 / 06:23 pm / Haga un comentario

«Extraño dictador este Hugo Chávez. masoquista y suicida: creó una Constitución que permite que el pueblo lo eche, y se arriesgó a que eso ocurriera en un referéndum revocatorio que Venezuela ha realizado por primera vez en la historia universal»

Eduardo Galeano

“Lo que inicialmente surgió siendo un referéndum revocatorio terminó siendo un referéndum ratificatorio. No sólo ratificó al presidente Hugo Chávez en el poder sino que ratificó la democracia participativa y protagónica en Venezuela”

Aristóbulo Istúriz

 

El 15 de agosto de 2004 en Venezuela el gallo cantó más temprano. Desde las 2:00 a.m. una marea humana comenzaba a movilizarse para colmar colegios y locaciones dispuestas como centros electorales.

En un inédito ejercicio democrático, la población participaría en un proceso electoral para expresar su acuerdo o desacuerdo con una gestión presidencial. Por primera vez un presidente colocaba en las manos del pueblo la decisión de continuar o no en el poder. Se realizaba en esta fecha el primer referéndum ratificatorio en la historia de Venezuela.

Cinco años antes, 56,20 % del electorado había decidido romper con los partidos tradicionales, que desde 1958 monopolizaban el poder: Acción Democrática (AD) y Copei. Un pueblo maltratado por la corrupción y la venta de su soberanía, en forma de privatización, inclinó la balanza por Hugo Chávez Frías y su proyecto nacionalista y revolucionario.

Soberanía intransferible

Al llegar a la presidencia, Chávez cumplió con su promesa de llamar a una Asamblea Nacional Constituyente para redactar una Constitución que sustituyera la de 1961, aprobada bajo el manto del llamado Pacto de Punto Fijo, un acuerdo entre factores políticos para garantizar su permanencia en el poder de espaldas a la voluntad y a las necesidades del pueblo.

“Juró sobre esta moribunda Constitución. Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos”, aseguró Chávez en su toma de posesión el 2 de febrero de 1999. Ese mismo día firmó el decreto de convocatoria a referéndum para la Asamblea Constituyente.

En abril de 1999 se aprueba la propuesta presidencial de convocar a una Constituyente; en julio de ese año se elige a los asambleístas; y en diciembre nace la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Reafirmación de la soberanía; cambios en el sistema socio-económico; establecimiento del Poder Ciudadano y del Poder Electoral; marco de garantía de derechos humanos; y la profundización de la democracia, son algunos de los aspectos celebrados por el pueblo al aprobar su nueva constitución.

Una de las figuras más representativas de la democracia participativa y protagónica estrenada en la constitución, es el referéndum revocatorio.

Antes de 1999 el país se caracterizó por el poco contacto y conocimiento del venezolano sobre su Constitución, todas ellas elaboradas y aprobadas sin participación del pueblo.

Aunque establecían la democracia formal, ninguna de las constituciones anteriores planteaban el derecho de revocar o ratificar a un funcionario electo. Por esta razón, explica, la carta magna del 99 es de las más avanzadas en América Latina y el mundo, pues “la soberanía reside en el pueblo pero esta vez intransferiblemente”.

Ataques y atajos

La oposición venezolana, integrada por partidos políticos tradicionales, grandes empresarios, la jerarquía de la iglesia católica, medios privados y desprestigiadas cúpulas sindicales; intentó recursos jurídicos contra la Constituyente, llamó a votar en contra de la constitución y, a partir de su aprobación, arreció una campaña de descrédito y desestabilización, con el propósito de acabar con el gobierno del presidente Chávez.

Después del golpe de estado de abril de 2002 y del paro insurreccional de diciembre 2002- febrero 2003; la derecha recurrió a una fraudulenta recolección de firmas para intentar convertir un referéndum consultivo en un revocatorio, que legalmente sólo era posible en el segundo semestre de 2004 y que además debía ser organizado y supervisado por el Poder Electoral.

Ante el fracaso del paro, el 02 de febrero de 2003 la oposición organiza con Súmate, un pretendido Consejo Nacional Electoral (CNE) paralelo, una recolecta de firmas que no cumplió con el marco legal y debió ser realizada nuevamente en noviembre de ese año.

Al constatar que había dudas sobre la validez de más de 30% de las firmas, ya que muchas planillas habían sido llenadas por una misma persona (las denominadas “planas”), otras pertenecían a ciudadanos fallecidas o se habían falsificado identificaciones, el CNE determinó que se repararan en mayo de 2004. Más de 100 mil firmas resultaron inválidas. Aún así el número recolectado alcazaba un mínimo dudoso por la ley para activar el referendum revocatorio. El 8 junio, el máximo órgano electoral convocó para el 15 de agosto de 2004, el novedoso mecanismo constitucional.

Explosión democrática

El presidente de la República, Hugo Chávez, con la experiencia de ser víctima de golpes y conspiraciones, se dirigió al país para celebrar que por primera vez la oposición estaba recorriendo un camino democrático, al hacer uso de una herramienta defendida a ultranza por el Jefe de Estado.

Se inició entonces una intensa campaña, el pueblo venezolano decidiría la continuidad del mandato de Chávez con la opción “NO” o su salida de la primera magistratura con el “SI”.

La oposición mantuvo su línea de ataques al Gobierno y realizó una tradicional campaña electoral, mientras que los seguidores del presidente Chávez estrenaron una atractiva forma de organización denominada Unidades de Batalla Electoral (UBE), con miles de patrullas movilizadas a lo largo del país.

Llegó el día del referéndum y en Venezuela estalló una explosión democrática. La baja abstención fue la característica principal de la jornada. Los centros electorales fueron desbordados, incluso desde antes de la hora establecida para iniciar el proceso, y buena parte de ellos cerró mucho después de la medianoche.

En la madrugada del 16 de agosto, el Consejo Nacional Electoral anunció la victoria de la opción del “No” con un 59% de los votos. El pueblo venezolano había decidido continuar con el proceso revolucionario liderado por Hugo Chávez, a quien ratificaba en la presidencia. Como consecuencia se profundizó el carácter socialista del proyecto bolivariano.

La oposición en cambio, con todos sus medios y la autodenominada “Coordinadora democrática”, sufrió una pérdida de credibilidad de la que hasta ahora no se ha podido recuperar, denunció un supuesto fraude y ofreció pruebas inexistentes; al final terminó atacando incluso a observadores internacionales, de la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y el Centro Carter, que reconocieron la transparencia y la solidez del sistema electoral venezolano.

“Lo que inicialmente surgió siendo un referéndum revocatorio terminó siendo un referéndum ratificatorio. No sólo ratificó al presidente Hugo Chávez en el poder sino que ratificó la democracia participativa y protagónica en Venezuela”, le escuchamos expresar al profesor Aristóbulo Istúriz a los cuatro vientos.

Pero en Venezuela, la Constitución no solo establece la posibilidad de revocar el mandato del Presidente o Presidenta, sino que el Referendo -de acuerdo al artículo 72- puede ser aplicado a «todos los cargos y magistraturas de elección popular», transcurrido ya la mitad del período para el cual fue elegido el funcionario o la funcionaria.

De allí la importancia de las palabras del comandante Chávez, en la madrugada del 16 de agosto, frente a la multitud aglomerada en Miraflores ante el Balcón del Pueblo cuando dijo que en el Referendo en primer lugar había ganado la Constitución, como máxima ley garante de todos los derechos del pueblo, que en abril de 2002 había sido derogada por la oposición que ejecutó un golpe de Estado, derrotado 48 horas después por una rebelión cívico militar.

«Es importante reconocer y decir que esta victoria de hoy es una victoria en primer lugar de la Constitución Bolivariana. ¡Qué viva la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela! «, dijo Chávez, quien además -junto al Pueblo- entre diciembre de 2002 y enero de 2003 enfrentó un paro y sabotaje dirigido por quienes manejaban la cúpula de la industria petrolera del país.

Lejos de atacar a la oposición, el líder bolivariano resaltó también la participación de aquellos que votaron en contra de su continuidad en la presidencia «porque ellos tienen derecho a pensar distinto «.

Mecanismo novedoso

«Es un mecanismo novedoso, profundamente democrático que abre las puertas a un nuevo modelo democrático», exaltó Chávez aquella madrugada, explicando al pueblo que más allá del voto la Constitución promueve diversos instrumentos de participación.

Es mandato de la Carta Magna, hecha letra viva en Revolución, que mediante la figura del Referendo también se consulten al pueblo las enmiendas constitucionales y hasta la aprobación de algunas leyes.

Además en el artículo 70 se indica que «son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros».

En definitiva, el «extraño» dictador Hugo Chávez, en trabajo conjunto con el pueblo, inyectó vitaminas a la democracia: las leyes deben servir al pueblo y en caso de que no sea así, se activa el Poder Constituyente, lo que llamaría el poeta: los poderes creadores del Pueblo.

Fidel Vásquez

 

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