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30.Sep.2014 / 01:46 pm / Haga un comentario

Foto: Archivo

El 30 de septiembre de 1813, en el momento en que iba a clavar la bandera republicana en la cima del cerro de Bárbula, luego de una clara victoria patriota frente al realista Domingo Monteverde, entrega su vida Atanasio Girardot, prócer de la independencia de Nueva Granada y Venezuela, oriundo de Antioquia.

Las virtudes morales y el fervor patrio de Girardot inspiraron a Simón Bolívar para calificarlo como “el nuevo Leonidas”, en referencia al legendario héroe espartano que con 300 soldados contuvo en las Termópilas a varios miles del emperador persa Jerjes I.

Batalla de Palacé

El 28 de marzo de 1811 en la región de Popayán, Girardot dio muestra de su temple. Luego de sostenida resistencia a la cabeza de 75 hombres en el puente sobre el río Palacé, frente a los setecientos enviados por el realista Tacón para desalojarlos del lugar, Girardot vio caer casi todos los suyos hasta aguardar la llegada de refuerzos del general Antonio Baraya.

La tenaz actuación de Girardot ese día impidió el control de Popayán por parte de las fuerzas realistas, que de haber asegurado el puente habrían accedido con sus fuerzas al resto de la provincia. De allí las palabras del Libertador respecto a Girardot “Nueva Granada y Venezuela le deben en gran parte la gloria que cubre sus armas y la libertad de nuestro suelo”. Y en cuanto a Venezuela, se sabe, la participación del héroe de Palacé constituyó una de las claves de la Campaña Admirable de 1813. El general Rafael Urdaneta en sus Apuntamientos se refiere al héroe neogranadino en los siguientes términos”…se hizo un lugar sobresaliente en todo el ejército; su valor admirable le cubrió de gloria en los campos de Palacé, y renovó esta misma gloria en la […] campaña de Venezuela”.

«Ejército de las Ánimas»

En el curso de la campaña Admirable, Bolívar, quien llegó a Barinas el 6 de julio de 1813, hizo adelantar su vanguardia de unos doscientos hombres al mando de Girardot. Éste, con la diligencia que le caracterizaba ingresa a la ciudad en horas de madrugada. Y merece acá que se recuerde el relato de José Antonio Páez respecto a dicha ocasión. Por esos días el futuro León de las Llanuras, estaba en capilla en la cárcel de Barinas; justamente iba a ser fusilado esa madrugada en que la vanguardia independiente arriba a la ciudad. Cuando ya se resignaba a la inmolación, fuertes ruidos lo despiertan a media noche.

El jefe realista Puy, con fuerzas superiores a ochocientos hombres envía un piquete a la entrada de la ciudad para ver qué ocurría. A la pregunta “¿Quién vive?” se les responde, con una expresión propia del arrojo de Girardot: “La América libre, soldados de la muerte”. Tan firme declaración hizo suponer a Puy que vendría un ataque de fuerzas superiores, y huyó a toda carrera hacia el Apure. Páez, con los grilletes en sus muñecas, logra que se abran los calabozos; y salvan así su vida los sentenciados. Años después muchos barineses rememorarán aquel hecho que dio paso a la leyenda del “Ejército de las Ánimas”.

¿Decreto incumplido?

En dos pronunciamientos distingue el Libertador la memoria de Girardot. Uno, el decreto del 30 de septiembre de 1813 para honrar a perpetuidad la memoria de su valeroso jefe de vanguardia, del mismo día de la muerte de Girardot. El artículo 1° del decreto establece que “el día 30 de septiembre será un día aciago para la República…y se hará siempre un aniversario fúnebre que será un día de luto para los venezolanos”. ¿Debe darse aplicación a este decreto del Libertador, como se hizo con el relativo a la octava estrella de nuestra bandera? Sería de interés que instituciones como la Academia de la Historia, Sociedad Bolivariana, o Consejo de la Orden del Libertador emitiesen dictamen respecto a si este sería un acto de justicia o no.

El segundo fue la proclama del 9 de octubre de 1813, en la cual el Jefe Supremo informa a sus tropas que debe ausentarse por poco tiempo para presidir las honras fúnebres del prócer caído en Bárbula: “Yo no me aparto de vosotros, amados compañeros míos, les dice, sino para ir a conducir en triunfo a Caracas el gran corazón de Girardot”. El héroe de Palacé y Bárbula, genuino ídolo, por su probado valor y pundonor, de aquel ejército patriota en formación se constituyó en adalid de la integración de granadinos y venezolanos.

Muerte en Bárbula

Terminada la Campaña Admirable el 6 de agosto de 1813, Bolívar dispone sus planes sobre Puerto Cabello, bastión realista entonces inexpugnable. De dicho puerto salen las fuerzas de Monteverde, que traban combate el 30 de septiembre con los republicanos. Al término de la acción, con derrota de los monarquistas, el coronel Atanasio Girardot decide colocar de su mano el tricolor patriio en la cima del cerro de Bárbula como emblema de triunfo. A punto de hacerlo es impactado por una bala enemiga que le quita la vida.

“El nuevo Leonidas”

“El coronel Atanasio Girardot ha muerto este día en el campo del honor (…) Nueva Granada y Venezuela le deben en gran parte la gloria que cubre sus armas y la libertad de nuestro suelo. Vencedor en Palacé… llevó por la primera vez el estandarte de la independencia bajo las órdenes del general Baraya. Las circunstancias extraordinarias de esta batalla memorable la harán interesante no sólo al mundo americano, sino a todos los guerreros de la Tierra.

El coronel Girardot osó acometer el ejército enemigo en número de dos mil, con setenta y cinco soldados en el puente del río Palacé. Tacón, el tirano de Popayán no dudaba en subyugar con aquellas fuerzas al extenso país de la Nueva Granada; destinó setecientos hombres para desalojar los defensores del puente; pero el nuevo Leonidas vio perecer antes sus dignos soldados, que ceder un punto al poder de su enemigo. La fortuna preservó su suerte de la desgracia de sus soldados, que fueron todos muertos o heridos y la victoria más completa premió su esforzado valor y virtud (…) Hasta entonces Nueva Granada no había visto un peligro mayor para su libertad recientemente adquirida (…)

En la actual campaña de Venezuela la audacia y el talento militar de Girardot han unido constantemente la victoria a las banderas que mandaba. (…) Trujillo, Mérida, Barinas y Caracas que perecían bajo el cuchillo o gemían bajo las cadenas respiran libres y aseguradas por los esfuerzos con que él ha cooperado (…) Le han visto buscar…a los ejércitos opresores, vencerlos intrépidamente, desafiando la muerte por libertar a Venezuela. Hoy volaba a sacrificarse por ella sobre la cumbre de Bárbula, y al momento que consumó el triunfo más decidido, terminó gloriosamente su carrera”.

Simón Bolívar

(Exposición de Motivos / Decreto de Honores al Coronel Atanasio Girardot, Valencia, 30 de septiembre de 1813)

Correo del Orinoco

 

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