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21.Oct.2019 / 05:16 pm / Haga un comentario

Foto: Cortesía

Por: Geovanni Peña 

Recientemente, se cumplieron siete años de aquel primer Consejo de Ministro del presidente Hugo Chávez, a escasos 13 días del triunfo del 07 de octubre. Una reunión sui generis que fue muy difundida como Golpe de Timón…, una frase muy particular de la naval para maniobrar con fuerza el barco para no desviar ni perder su destino. Así, con esa clarividencia asombrosa nuestro Comandante Supremo nos invita a reflexionar de la internalización de la Revolución en cada uno de nosotros y nos reclama y demanda multiplicar la eficiencia en todos los estadios para poder consolidar la soberanía como país y el socialismo como sistema democrático sostenible con una alta carga de autogestión general y conciencia plena de del fortalecimiento del poder popular.

En ese I Consejo de Ministros luego de la victoria con 56 por ciento de la Revolución Bolivariana y Chavista, podemos ubicarnos en un tránsito de algo que se había venido organizando en 14 años y abrirnos hacia un nuevo ciclo donde debemos ser más eficientes para la construcción de lo que Chávez llamó: “el nuevo modelo político, económico, social, cultural…, la revolución”. Nos invita a emprender el camino hacia la conquista total del estable modelo social revolucionario y bolivariano.

Para ello nos indica fortalecer en la praxis el poder popular, democrático y transformar la base económica del país donde la autogestión sea una bandera de la cotidianidad que nos permita cada día ser más soberano como pueblo, más independiente como país y más libres como colectivo social. Sabias palabras nos recomienda de Isvan Meszaros: “…hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”. A partir de allí se abre también la invitación a lo más importante y significativo que es la autocrítica y cuáles han sido nuestros aportes como revolucionarios, como sujetos partícipes de un colectivo organizado, como ciudadanos, como funcionarios y como gobierno. Hasta qué punto hemos ayudado a alimentar el socialismo y su esencia absolutamente democrática, hasta dónde hemos convencido haciendo y venciendo en socialismo. Hasta qué punto hemos desmontado el sistema capitalista como sistema antidemocrático, excluyente y de élites y grupos poderosos económicos. Cómo entendemos que en una urbanización, cualquier complejo urbanístico construido en la revolución pueda habitar personas que se opongan al socialismo. Es una incongruencia que estas personas se opongan a nuestro proyecto sino a sí mismos porque en otro gobierno ellos fueran excluidos. Por qué son fenómenos que ocurren por falta de las políticas comunicacionales del estado, deben convencer con solidaridad y amor si lo que hacen las acciones revolucionarias es cada día consolidar, resolviendo de manera placentera la continuidad de avanzar a la construcción de un país potencia, no para la guerra como en el capitalismo, sino para el amor y para la paz, para la independencia, la soberanía plena y la autodeterminación como pueblo.

El simple hecho que alguien se oponga directamente a nuestro proyecto y haya recibido los beneficios de estas políticas revolucionarias es una incongruencia que nos debe llamar a la reflexión, a la autocrítica y a diseñar modelo de conductas de mayor eficiencia política en todos los escenarios de la cotidianidad. Necesitamos con urgencia un nivel óptimo de interacciones, de comunicación, de coordinación de cruces de planes para controlar, diagnosticar y evaluar, toda una acción conjunta hacia la eficiencia, hacia la perfección y el reconocimiento.

“Cuidado si no nos damos cuenta de esto, estamos liquidados y no sólo estamos liquidados, seríamos nosotros los liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad histórica a los que aquí estamos. Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo cada vez que vayan al baño… Yo de primero”, así, con estas mismas palabras, con la sinceridad, honestidad y responsabilidad que caracterizó a Hugo Chávez, nosotros tenemos que abordar nuestra cotidianidad y tomar el timón en nuestro entorno y ayudar a que el barco de nuestro proyecto socialista zarpe las aguas calmadas del socialismo del amor, las aguas de la eficiencia y solidaridad, para seguir garantizado patria soberana e independiente…

“Triste es que nos quedemos callados, para que no me llamen piedrero. Aquí no estamos de niños de segundo grado ni de escuelita primaria. Este es el gobierno revolucionario de Venezuela, ratificado por un pueblo hace dos semanas, pero también criticado por un pueblo y con razones, y estas son alguna de las razones: falta de eficiencia”. Así, con sus propias palabras honestas, Hugo Chávez demandaba de sus ministros y de todos quienes asumimos este proyecto de transformación social como estandarte frente a la vida, que tenemos que maximizar todo un trabajo de inteligencia y coordinación para conseguir los resultados esperados en cada uno de los propósitos que tengamos como tareas.
Este llamado no sólo va a las autoridades de gobiernos y funcionarios de altos rangos sino a todos los que luchamos desde nuestras propias comunidades por construir y mejorar la patria: “Lo que estoy dando es una orden con las reflexiones, para que ustedes ajusten las cosas con los que trabajan y trabajen de verdad en equipo y se comuniquen y trabajemos en equipo y le demos el máximo valor agregado a todo, por más pequeño que sea un proyectico por allá, en un pueblito de Mérida”. En esta oportunidad nos reclama la interacción que debe existir en el trabajo revolucionario que se ejecuta en todas partes, el cual debe ser organizado y proyectado a fin de conseguir ese objetivo de vencer con la convicción de que nos asiste un proyecto consolidado y eficaz capaz de avanzar a estadios de una estabilidad suprema de felicidad mediante la concreción de este sistema socialista que derribe la hegemonía capitalista depravadora mundial.

Todos estos postulados teóricos, tenemos que llevarlo a la práctica en todas las instituciones y en toda nuestra cotidianidad, es entender que en cada espacio donde tenemos el deber de ir construyendo la revolución: en las viviendas, en las nuevas industrias, en los grandes, medianos o pequeños proyectos, en los polos de desarrollo científicos y agrícolas, en las canchas de paz, en las disciplinas deportivas y culturales; en fin, en todas partes debe prevalecer el espíritu de la comuna, la cultura comunal, donde debemos convencer, no imponer, con nuestro propio proyecto socialista.

No debemos perder nuestro rumbo. El objetivo es el pueblo y su felicidad y para ello debemos injertar la propiedad social con el espíritu socialista. La propiedad social debe convivir con la pequeña propiedad. El espíritu socialista debe estar a lo largo de toda la cadena, en todos los espacios y área de la vida republicana y de la Patria. La misión es vencer con la convicción del socialismo y lo mejor es empezar con la autocrítica a fin de rectificar, deslastrarnos de las excusas y alcanzar los fines supremos de la Revolución Bolivariana y Chavista.

 

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