Opinión / Noticias / Stella Lugo

5.Sep.2017 / 09:11 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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El inicio de septiembre llegó marcado por el desarrollo de una intensa actividad política en nuestra nación, donde lo predominante ha sido la participación masiva del pueblo bolivariano, en una continua demostración de conciencia patriótica, antiimperialista y revolucionaria.

Tras, apenas, un mes de haberse instalado la Asamblea Nacional Constituyente, y su correlativo inmediato: la derrota de la ofensiva violenta generada por la derecha venezolana; podemos afirmar que, no sólo seguimos en pie con nuestro proyecto político, sino que nos hemos fortalecido como pueblo, como partido y como ejemplo para el mundo.

Esa movilización popular en defensa de los principios esenciales que dieron vida a la Revolución Bolivariana, y que nos mantienen a flote como nación: Independencia, Soberanía, Democracia Participativa, Unidad Continental, Internacionalismo, Antiimperialismo y Socialismo como camino; no sólo derrotó la violencia de la derecha nacional, sino que obligó al Gobierno de Estados Unidos a mostrar su rostro sin antifaz y a comprobar, ante el mundo, que desde La Casa Blanca es desde donde se mueven los hilos del ataque económico, político y mediático contra Venezuela Bolivariana.

La gravedad de la agresión que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido lanzar contra Venezuela, me refiero a las llamadas “sanciones”, cuyo objetivo es condenarnos al aislamiento comercial y financiero para impedir el abastecimiento de alimentos, medicinas, insumos; ya estampó sus primeros efectos: 18 millones de cajas con productos Clap no han podido arribar a nuestro suelo.

Sin embargo, esto no nos intimida. Por el contrario, las motivaciones de lucha ahora se han incrementado entre quienes sentimos palpitar el corazón y cabalgar la sangre en las venas cuando el jefe del país que “ha plagado de hambre y miseria” al mundo se ocupa de amenazarnos y atacarnos, sino le entregamos nuestra nación a su gendarmes para que lo subasten a las transnacionales y el sistema financiero mundial llene sus arcas con nuestros recursos naturales, especialmente, con nuestras riquezas energéticas.

Son millones los corazones que laten por la Venezuela Bolivariana, dentro y fuera de nuestras fronteras; tal como lo demuestra la “Jornada Mundial Todos Somos Venezuela” que empieza a perfilarse con la Cumbre Mundial de Solidaridad con Venezuela, a realizarse entre el 16 y 17 de septiembre próximo; evento de suma importancia en la consolidación de la unidad antiimperialista, donde participarán 17 naciones, 22 movimientos y 23 activistas sociales.

Asimismo, esta última semana, para la amargura del imperio yanqui, se han afianzado lazos comerciales entre Venezuela, Rusia y China; países que no entran en la lógica imperial de la Otan, y con quienes, sabiamente, nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez Frías edificó relaciones de intercambio, en el marco de la cooperación; perspectiva que nos ha permitido desarrollar proyectos sociales de suma importancia para el pueblo; así como, avanzar planes económicos estratégicos en las áreas comerciales, productivas y minero-energéticas.

En ese contexto, la reunión del pasado martes entre nuestro Gobierno, representado en Eulogio del Pino y el Embajador de Rusia en Venezuela, trazó un plan para desarrollar proyectos gasíferos en la Península de Paria; energía alternativa al petróleo que Venezuela posee en cantidades suficientes para contrarrestar los intentos de bloqueo yanqui.

Un día después, se produjo una reunión entre la Comisión Mixta de Alto Nivel China-Venezuela con el propósito de acordar el seguimiento a la cartera de inversión conjunta. Asuntos  de vital importancia económica se trataron allí, como la comercialización desde Venezuela hacia este enorme e importante país asiático, y acuerdos estratégicos de cooperación petrolera; entre ellos, una posible ampliación de la participación china en la empresa mixta chino-venezolana “Petrosinovensa”, ubicada en la Faja Petrolífera del Orinoco; donde este país aliado trabajará para reactivar 800 pozos que van a generar un incremento productivo de 42 mil barriles diarios.

Todo lo anterior  tiene un gran significado histórico, si lo sabemos leer: más allá de los intereses económicos de países potencia como Rusia y China, los tiempos han cambiado, el imperialismo estadounidense no juega solo en el ajedrez, como quisiera. El mundo no es unipolar.

Por ello, es importante que nos acostumbremos a mirar hacia fuera de nuestras fronteras, como nos enseñó en la práctica el Gigante Hugo Chávez. Los hechos que nos afectan están relacionados directamente con las relaciones de poder mundial, lo que se ha dado en denominar “Geopolítica”.

Desde esta mirada supranacional se explican los ataques de Trump contra Rusia, a través de sus “sanciones” económicas; las provocaciones e intentos de sometimiento contra Corea del Norte; y su mirada desesperada hacia América Latina, espacio que considera una “tabla de salvación” para su economía en apuros, tras intensos años de guerra contra pueblos árabes, a los que no ha podido dominar, a pesar del caos en que los han envuelto.

Venezuela como poseedor de inmensos recursos naturales, requeridos para la industria energética, es un blanco imperial. Menos mal que, a tiempo, surgió la Revolución Bolivariana y sentó las bases para la conciencia de nuestro pueblo. Gracias a eso, no somos, ni volveremos a ser “patio trasero” de los yanquis.

En esa dirección están inscritas las últimas resoluciones de la Asamblea Nacional Constituyente, tras la conformación de comisiones de trabajo que incluyen el tema económico como eje central. Desde este cuerpo soberano se trazaron cinco líneas de investigación que tienen como objetivo fortalecer la economía nacional, tales como: sustitución del petróleo como fuente de energía, estudio de las reservas petroleras de Venezuela, análisis de las reservas energéticas de Estados Unidos, fondos de inversiones que impacten el desarrollo de la industria petrolera mundial, y partidos laboratorios Vs. Estado Nación.

Y, como somos dinámicos y complejos, el proceso electoral, necesario como forma para fortalecer nuestra Democracia Participativa, sigue adelante en su calendario; movilizando a las bases de nuestro proceso que tienen, bien claro, el camino de la estabilidad, la Paz y la felicidad. Nada nos va a detener, porque estamos haciendo historia y la historia nunca se ataja, siempre avanza.

Ni amenazas, ni bloqueos, ni manipulaciones mediáticas, impedirán que superemos esta coyuntura difícil y consolidemos nuestros objetivos políticos, económicos y sociales. Estamos acompañados de nuestro espíritu de lucha, de una conciencia patriótica y de la solidaridad del mundo.

“Dios concede la Victoria a la constancia”

Simón Bolívar

 

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