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14.Ene.2019 / 08:04 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

Foto: Misión Verdad

Una detención irregular del diputado Juan Guiadó por funcionarios del SEBIN que actuaron de manera aislada, según informó el ministro de Comunicación e Información Jorge Rodríguez, terminó por dibujar las operaciones en simultáneo que le dan forma a la agenda  del antichavismo (local y global) y sus objetivos políticos de fondo. Desde este punto en adelante, las cartas sobre la mesa del tablero político se observan con mayor nitidez y alcance.

MARKETING ESTÉTICO COMO OPERACIÓN DE MOVILIZACIÓN

La asunción de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional en desacato, en las primeras de cambio, mostró una selección interesada. Por pura estructura partidaria, y con base a la distribución de presidencias que hiciera la oposición en 2016, el convocado a asumir la vanguardia en esta etapa del conflicto no era Guaidó, sino Juan Andrés Mejía, también diputado, pero con un escalafón más arriba dentro de Voluntad Popular. Así lo demostró una vez que Freddy Guevara se asiló en la Embajada de Chile en Caracas, escapando de la justicia venezolana, dejando a Mejía la coordinación de los restos de la organización.

En habilidad y recursos políticos, Mejía y Guaidó forman parte de una misma línea de ensamblaje que mezcla el discurso de autoayuda y el incendiario, pero lo que diferenció que fuera uno y no el otro el llamado a asumir el papel de figura principal, es que el diputado por el estado Vargas recoge atributos simbólicos e identitarios de la propia sociedad venezolana: joven, moreno y de extracción de clase media baja.

Como operación estética pensada para un mercado de consumo (político), donde los rasgos del venezolano también son susceptibles de manipulación, Guaidó tiene características que favorecen la simulación de «arrastre popular» y de identificación con grandes segmentos de la población. Algo que con Mejía era difícil, pues su mercado es mucho más reducido y Washington sabe que el equilibrio de la sociedad venezolana no radica precisamente en sus zonas pudientes capitalinas.

En el marco de las Guerras de Cuarta Generación, apoyadas sobre la base de sociedades postindustriales susceptibles de ser configuradas mediante las tecnologías de la información, el lenguaje simbólico y el «márketing cultural» se vuelven armas de seducción no reguladas (por ir directo a la intimidad) para modelar nuevas percepciones sociales e identidades portátiles, fáciles de montar y desmontar. Armado con el Big Data, Barack Obama es un ejemplo meridiano de esto.

En tal sentido, a diferencia de Mejía, Guaidó como producto estético relaja los contrastes, finge cierto igualitarismo e intenta reducir las apariencias de estatus socioeconómico que operan a tal punto en la vida política venezolana, que los actores políticos de abolengo y dinero, como María Corina Machado, Diego Arria o Henrique Capriles, siempre han encontrado ahí una limitación para sus carreras políticas. Es también una maniobra de seducción ante el chavismo.

Pero es precisamente esa ventaja para el márketing lo que hace también a Guaidó desechable, porque quienes operan detrás de él saben de dónde viene y que nunca podrá darle órdenes a los que manejan el dinero. Su estancia en el Pent House del edificio de poder antichavista es transitorio.

UNA FOTO CON MARÍA CORINA Y LA BENDICIÓN DE WASHINGTON

Luego de la salida del diputado Luis Florido de Voluntad Popular, quien por mucho tiempo fungió como vicecónsul imperial para luego ganarse odios de todo tipo por su presencia en la Mesa de Diálogo de República Dominicana, la organización formada con asesoramiento y financiamiento del Departamento de Estado retornó sin resistencias a su función como maquinista del golpe de Estado.

Eso es justamente lo que confirma la simulación de unidad en fotografía a pierna cruzada con María Corina Machado, quien ahora logra transmitir con mayor eficacia en la planificación de lo que viene la línea de Marco Rubio y de la mafia antivenezolana del Sur de la Florida. El centro de operación de los componentes mercenarios y terroristas que fueron clave en la logística para el fallido magnicidio del pasado 4 de agosto.

Otra cuestión que también nos indica la foto, y Voluntad Popular como tal, radica en su propia composición germinal. Como organización formada bajo el catecismo del libre mercado, del neoliberalismo y de defensa del orden occidental que tiene su copyright y guía espiritual en Estados Unidos, los tecnócratas pubertos de Voluntad Popular reciben el respaldo de las vocerías extremistas de la Administración Trump, que ven en «la promesa de Vargas» y en los egresados de la Monte Ávila y la Metropolitana que lo acompañan, la embocadura hacia los recursos energéticos de la nación.

Justamente sobre esa mentalidad colonizada, vacía, inferiorizada e inútil, es donde Washington puede operar con tranquilidad.

REANIMACIÓN DE LA CALLE Y SENSACIÓN DE «UN NUEVO COMIENZO»

Con los «Cabildos Abiertos» y con una intensa campaña de redes sociales, la dirigencia local ha intentado arropar la opinión pública en un gran acto de simulacro de movilizaciones de calle y de «nuevo comienzo». Tratando de zanjar las enormes divisiones que existen en el seno opositor, Juan Guaidó figura como un actor de reparto, lo suficientemente útil como para equilibrar las tensiones que están debajo mientras la euforia por el empuje externo de la Administración Trump no decaiga y Luis Almagro lo siga llamando «Presidente interino».

Aunque un consenso soportado en una figura tan frágil tiene fecha de caducidad en el horizonte cercano, está siendo empleado para dar la impresión de que hubo un recambio en la oposición, que las fisuras internas ya fueron subsanadas y que, por supuesto, ahora sí, «la unidad» es infranqueable.

Ya sabemos lo que viene después de afirmaciones tan grandilocuentes, por esa razón la Administración Trump se mueve rápido tensando lo más posible el escenario para que el entusiasmo que se recrea desde las redes sociales mantenga el efecto mientras las operaciones duras se arman.

En un artículo reciente, la BBC afirmaba que en 48 horas, de forma casi mágica, Juan Guaidó había pasado de ser un político de segundo orden a la principal figura opositora, haciendo ver que su publicación nada tiene que ver con ese efecto tan repentino. Su liderazgo es de laboratorio, y la BBC lo confirma fingiendo distancia.

DETENCIÓN IRREGULAR, MANEJO SIMBÓLICO, EL OFFSIDE DE JOHN BOLTON Y EL AUDIO DE LEOPOLDO

La detención irregular de Guaidó se dio en plena autopista Caracas – La Guaira. La paralización del tráfico se dio para que la situación fuese grabada con tranquilidad y después viralizada. Por su parte, el ministro Jorge Rodríguez la calificó como una acción aislada que acarreó la destitución de los funcionarios del SEBIN.

El tono de dramatismo se hizo notar reconstruyendo el hecho a posteriori, proyectando la narrativa de que «el pueblo de Vargas» estaba a la espera de su «Presidente interino». Luego sobrevino la acostumbrada cartelización internacional de medios, dirigentes autoexiliados y algunos gobiernos del Grupo de Lima en defensa de Guaidó, intentando alargar el tema en cartelera como una demostración expedita, ineludible, de que la legitimidad presidencial supuestamente reposa en él.

Pero lo que le dio rasgos de falso positivo no fue únicamente el intento de construir a Guaidó como víctima y a partir de ahí ganar terreno en la esfera internacional hacia su reconocimiento, sino que además el asesor de seguridad nacional estadounidense, John Bolton, una hora antes, había alertado que el «régimen de Maduro» era «responsable de la seguridad de la Asamblea Nacional». Un globo de ensayo calculado desde Washington.

A este offside del neoconservador, que declaró lo premeditado del hecho, se sumó otro atributo que lo reconstruyó como operación de propaganda: un audio de Leopoldo López donde asegura que Juan Guaidó le dijo a los funcionarios del SEBIN que no le podían poner las esposas. Luego de explicarle los conceptos constitucionales y convencerlos de que es el presidente de la Asamblea Nacional, los funcionarios se quitaron las capuchas, bajaron la actitud hostil y posteriormente lo liberaron.

De esa forma, el relato que lo victimizó al principio cambió drásticamente, ahora mostrando a un Guaidó investido con la autoridad suficiente para evitar que lo arrestasen.

Vale acotar que esta versión no coincide con las manos maltratadas que mostró Guaidó.

 

Sin embargo, la orientación del mensaje de Leopoldo López tenía el fin específico de darle peso a uno de los llamamientos más importantes que hiciera Juan Guaidó cuando asumió la presidencia de la Asamblea Nacional: subordinar a la FANB para que coopere con la «transición», mediante un golpe de Estado.

El efecto de lo ocurrido, anunciado por Bolton y luego acomodado por Leopoldo, buscaba también simular a trompicones un quiebre en las fuerzas de seguridad del Estado venezolano, que dentro del relato del golpe de Estado en proceso, se traduce en la legitimidad de Guaidó ante el aparato armado del país.

Un disparo por elevación a la FANB para intentar mover su línea de flotación y estabilidad, pero bastante mediocre en su ejecución.

REMAKE DEL FORMATO LIBIO Y LA URGENCIA DE UNIFICAR EL FRENTE INTERNO

Este globo de ensayo nos deja par de conclusiones.

Primero, la urgencia que tiene la oposición local de mantener unificadas sus filas, movilizada su maquinaria y oxigenado el relato alrededor de la legitimidad presidencial de Guaidó. Como actores de segundo plano, el empuje y la cohesión deben mantenerse mientras Mike Pompeo y John Bolton ejecutan las líneas gruesas. Y el tiempo juega en contra.

El globo de ensayo de ayer es, a su vez, la confirmación de las maniobras a las que tienen que recurrir para mantenerse unidos sobre un piso frágil.

Una de las líneas gruesas se apoya en Ley del Estatuto que rige la transición a la democracia de la Asamblea Nacional, donde se configuran los aspectos generales del «gobierno paralelo» y de su papel como instrumento para promover el caos político e institucional que desemboque en una opción de fuerza.

A partir de ahí, Washington simula facultades extraterritoriales y supranacionales para aplicar la misma metódica aplicada sobre Libia en 2011: confiscación de activos y cuentas nacionales en el exterior, bajo la fachada de la «recuperación de activos de la corrupción»; la suspensión del pago de las facturas petroleras y su transferencia al «gobierno paralelo»; la suplantación de misiones diplomáticas, entre otras maniobras que en lo internacional vacíen al gobierno de Nicolás Maduro, pero que a lo interno promueva una lógica de enfrentamiento total, lo cual abre la puerta para la mercenarización del conflicto y la configuración de un aparato armado paralelo para la intervención.

Es justo ahí donde marca su límite el «gobierno paralelo» y el remake del modelo libio: promover la mayor cantidad de caos posible para viabilizar las acciones de peso. En esa dirección apunta el globo de ensayo de ayer. 

Sin embargo, ese plan también tiene su contraplan de este lado. Y el factor sorpresa y el marcaje de los tiempos, así como la mala administración del desgaste en el que incurre el antichavismo, será clave para medir la correlación de fuerzas que haga viable una locura bélica más de John Bolton.

Misión Verdad

 

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