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Como un recurso de gran potencial pedagógico germina la siembra urbana en el estado Portuguesa, donde la semilla de la cultura productiva se incorpora al proceso enseñanza-aprendizaje en los 36 centros de Educación Inicial adscritos a la Fundación Niño Simón.
La dinámica comienza en el aula con la identificación de la planta y sus partes –raíz, tallo, hoja, flor y/o fruta-. Luego los conocimientos se ponen en práctica con el establecimiento del huerto escolar.
Los docentes se valen de la semilla como insumo fundamental para la enseñanza teórica del desarrollo biológico -nacimiento, crecimiento y fruto o flor-, ciclo que después los niños constatan al hacerse protagonistas de la fundación de viveros de hortalizas y frutas, del cuidado de las plántulas y de su resiembra.
Así, la siembra urbana se convierte para el docente de Educación Inicial en una herramienta pedagógica de gran alcance y para el alumno en un recurso de aprendizaje que, además de ser altamente participativo, contribuye con su desarrollo cognitivo y formación integral.
Cultura productiva y ecológica
Aprender y vivir la experiencia de la agroproducción con los estudiantes es para el maestro una oportunidad extraordinaria para incentivar el quehacer productivo y sembrar conciencia ecológica desde edades tempranas.
Se trata de una metodología teórico-práctica que en palabras de Evelyn de Hernández, directora del Centro de Educación Inicial Griselda de La Riva, ubicado en Guanare, «genera y abona valores para el cuidado de la naturaleza y para la producción de alimentos», en niños entre los tres y los seis años de edad.
Hernández destacó que el «invaluable potencial productivo y ecológico» de esta estrategia se esparce en todos los centros de la Fundación Niño Simón en Portuguesa y constituye una guía interactiva de aprendizaje para 2.049 estudiantes.
«El proyecto permite a nuestros niños consolidar conocimientos y ponerlos en práctica, aprender a producir y también a comer más sano», indicó.
Refirió que en estos cultivos no se utilizan pesticidas, fertilizantes ni agroquímicos y eso se explica a los alumnos en la teoría y en la práctica, para que «desde pequeños aprendan que los alimentos que se producen dentro de casas y escuelas son mucho más sanos».
Escuela-comunidad-familia
La activación de huertos en los centros de Educación Inicial cuenta con el acompañamiento de padres y representantes que se han sumado al proyecto educativo para tributar al desarrollo de la nueva economía productiva y afianzar el vínculo escuela-comunidad.
En el Centro de Educación Inicial Griselda de La Riva, donde está en fase de preparación el terreno para la siembra de cilantro, cebollín, ají dulce, pimentón y tomate, «los padres estamos apoyando el proyecto con semilla, abono y cualquier otra herramienta», comentó Yuraima Justo, una de las representantes.
Resaltó que esta iniciativa involucra y cuenta con el respaldo de todos los actores del proceso educativo para «incentivar en los niños el amor al cultivo y a la naturaleza, rescatar la cultura productiva y nosotros, como padres, copiar el ejemplo de la institución, replicarlo en nuestros hogares y de esta manera estrechar la relación escuela-comunidad-familia».
Autoabastecimiento
Las frutas y hortalizas que se cosechen en estos huertos servirán de insumos para las cuatro ingestas diarias (desayuno, almuerzo y dos meriendas) que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) garantiza a los 2.049 niños que conforman la matrícula de la Fundación Niño Simón en Portuguesa.
«Toda la producción será para autoabastecernos; de lograr excedentes, procuraremos ingresos extraordinarios», informó la directora de la Fundación en la entidad llanera, Dilia Quevedo.
Este proyecto educativo-productivo, que acompaña el Plan de los 100 Días de la Siembra Urbana y es parte de la activación del Motor Agroalimentario, garantizará que «en tres meses ninguno de esos rubros se compre porque cada plantel los va a producir para la alimentación de nuestros niños».
Quevedo reportó que algunos centros de la Fundación Niño Simón ya cuentan en Portuguesa con siembras consolidadas de lechosa, limón y naranja, mientras que en otros se prepara el terreno para el cultivo de rubros de ciclo corto, como cilantro, pimentón, cebollín y tomate.
AVN